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El ansia de sentarse en terrazas obliga a bares a repartir tiques a los clientes

Tras más de dos meses cerrados los responsables de los bares idean distintas soluciones para mantener un orden

Primer fin de semana de terrazas

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Hay ganas de terraza, de rabas, de marianitos, de gildas, de un buen vino o de una caña bien fría en buena compañía y al sol de la primavera. Y eso se deja sentir cada día un poco más en las calles de las ciudades y pueblos del territorio vizcaino. Un buen indicador de que la normalidad está un poco más cerca es siempre la hostelería, y por ende, sus terrazas. DEIA recorrió el sábado, el primer sábado con las terrazas abiertas después de más de dos meses, varios de los puntos de la capital vizcaina donde habitualmente, antes del covid-19 se daban cita cientos de personas para disfrutar del ambiente de las terrazas. Tras una semana que podría considerarse algo convulsa en este sentido, con cierres de bares pocas horas después de abrir el lunes, e incluso multasen a clientes por no respetar las distancias de seguridad, la idea generalizada de hosteleros y de quienes el sábado llenaban las terrazas disponibles es que "la gente respeta". "Hay muchas ganas de salir a tomar algo" en las terrazas, pero también "hay civismo y buen comportamiento", aseguran. A día de hoy son muchos los locales de hostelería que no han abierto sus persianas a la espera de que con la fase 2 se fijen mejores condiciones para realizar su labor, así como una ampliación de los espacios que ocupan algunas de las terrazas en Bilbao. Pero lo cierto es que la gente, animada también por lo últimos datos relativos al covid-19- algo más esperanzadores- está pisando más la calle y aprovecha para tomarse algo sentado, la única manera permitida por ahora. Estas ansias de terraza han hecho que, en algunos establecimientos hayan tenido que ingeniárselas para cumplir con las normas y permitir que sus clientes estén seguros en las mesas y no se generen problemas como los ocurridos el lunes en la calle Ledesma.

Es el caso de la terraza del Kiosko del Arenal, una de las más grandes y en la que ayer era complicado encontrar una mesa libre. Para ello han ideado un sistema de tique mediante el cual, como si se tratara de una carnicería o pescadería, el cliente coge un número y hay una persona encargada de avisar cuándo pueden sentarse y en qué mesa.

Y es que antes de nada, en este negocio, se afanan porque cada vez que un cliente se levanta de la mesa se desinfecten tanto esta como las sillas. Para ello, los hosteleros incluso utilizan una pequeña fumigadora rellena de líquido apto para tal uso. Tal y como explicaba Ángel Orue, gerente de este negocio, "se trata de evitar aglomeraciones y que nadie se siente sin haber limpiado bien". De esta manera "se sigue un orden y como puede comprobarse, se mantienen las distancias". Además, en este local, hay un tiempo máximo para ocupar una mesa. En una de ellas brindaban por el encuentro la familia de Mariola Valle. "Es la primera vez que nos juntamos desde hace mucho y teníamos ganas de tomarnos algo", comentaba. "En esta terraza hay mucho espacio y se está muy bien, además la gente respeta las distancias", destacaba. No obstante, sí que aseguraba estar de acuerdo con la vigilancia "para que se cumplan las normas por parte de todos". Otro cliente que iba a sentarse en una mesa destacaba también que "es un buen método porque evitas que la gente esté al lado esperando y formando grupos grandes".

En el caso de la Plaza Nueva, todavía son muchos los que han decidido no abrir, pero quienes sí han sacado terraza, llenan las mesas. Lo hacen también ordenadamente, en este caso, como en otros muchos bares, se debe esperar a que el personal de ese negocio permita sentarse, puesto que también se limpian los elementos como mesas y sillas, y se busca seguir un orden que evite que la gente se quede de pie al lado de las mesas, lo cual no está permitido.

Una hostelera de le emblemática plaza comentaba que "por ahora todo es positivo", ya que "esta habiendo movimiento pero a la vez no tenemos problemas para que la gente se tome en serio la normativa actual". En el mismo sentido, una de las personas que llenaban una de las terrazas se mostraba convencida de que "la mayoría de las personas somos responsables", y "aunque alguno de los días sí que ha habido un poco descontrol, en general se está respetando".

Al lado de la Catedral de Santiago también había ayer un ambiente que recordaba al de hace un tiempo. Mesas llenas pero también con medidas extraordinarias. En uno de los locales, una pizarra avisaba de que no se puede sentar nadie sin el permiso de los camareros. La otra cara de la moneda, en cuanto al ambiente se encontraba en Ledesma, con pocos bares abiertos. Sin embargo las mesas también "se están llenando y hay bastante movimiento", contaban desde el Bar Ledesma.