EN la calle Iparraguirre ayer, quien más y quien menos, valoraba la decisión del Ayuntamiento de realizar varias mejoras en la misma. A la puerta del Colegio San José-Urdaneta, entre una nube de abuelos, madres y padres, charlaban, por ejemplo, José María Álvarez, Carlos Motis y Elena Carmona.

“A mí me parecen bien los cambios porque no uso mucho el coche en Bilbao”, explicaba José María, “me parece que ayuda mucho que las calles sean peatonales en el centro”. Elena secundaba su opinión: “Será algo muy conveniente para que los chicos tengan un espacio más seguro a la puerta del colegio”.

Sin embargo, Carlos no era tan optimista y ponía el foco en el problema del aparcamiento: “La verdad es que va a ser muy cómodo para los que se mueven a pie, pero los que bajamos aquí en coche vamos a sufrir. ¿Dónde lo vamos a dejar si quitan las plazas de aparcamiento? ¿Van a hacer algún aparcamiento por aquí? Yo ahora mismo tengo el coche aparcado muy cerca de aquí. Si quitan estas plazas, no habrá sitio para aparcar”.

José María confiesa que hoy en día “la calle se queda un tanto estrecha, sobre todo cuando salen todos los niños del colegio” y aplaude la iniciativa de crear más espacio para los peatones: “Es humanizar un poco la ciudad. Me parece correcto, pero hay que tener en cuenta que hay personas que se pueden sentir perjudicadas. No es hacer por hacer. Hay que humanizar, pero con cabeza”.

Unos metros más adelante se cruzaban los hosteleros Benjamín Gabarri y Pedro Rodríguez con los vecinos Mari José Ibarra y Miguel Ángel Puente. “A mí el cambio me parece espectacular, porque dará más vida a todo, sobre todo a la hostelería”, señalaba Benjamín. “Nosotros tenemos aquí al lado dos locales de hostelería y creemos que eso nos dará más vida. Nos parece estupendo”, refrendó. Miguel Ángel no lo veía con malos ojos, pero le preocupa el tema del aparcamiento. “Lo que pasa es que no sabemos qué va a pasar con los coches a la hora de aparcar. Si quitan todas las plazas de aparcamiento, tendrán que poner alguna alternativa pública”.

Merche Muñoz, por su parte, regenta la librería Binario Libros y confiesa que entre los vecinos hay recelos: “A nivel comercial creo que es interesante, pero me imagino que habrá algunas pegas a nivel vecinal porque creen que al agrandar las aceras pondrán más terrazas, más bares y que habrá más follón por la noche. Hemos oído quejas de vecinos por eso”. Así pues, habrá que esperar a que terminen las obras para ver el resultado.