Bilbao - Responsabilidad, trabajo en equipo, cooperación, conexión y expresión oral. En el Colegio Trueba de Artxanda quieren que sus alumnos desarrollen estos conceptos fuera del aula. Con el objetivo de informar a los viandantes sobre los edificios más representativos de Bilbao, el mes pasado realizaron su primer trabajo de campo. Ayer, aprovechando que en la villa se entregan los premios a los Mejores Restaurantes del Mundo, los escolares volvieron a salir a la calle. En esta ocasión los alumnos se convirtieron en guías turísticos y entregaron fichas sobre las principales referencias gastronómicas ciudadanas a turistas y viandantes. Además de información sobre el Guggenheim, claro.
Vestidos con el chandal azul del colegio y portando gorras hechas por ellos mismos en clase de plástica, alguno incluso con una señal que les acreditaba como guías, transformaron los alrededores del museo más representativo de Bilbao en su particular oficina de turismo. Con las fichas informativas en mano, abordaron a extranjeros y locales en el muelle Campa de los Ingleses. Aunque la mayoría de reacciones fueron amistosas, los pequeños tuvieron que enfrentarse a algunos malentendidos. “Tenéis que decirles que no es publicidad”, les informaba Gontzal Saenz, encargado de comunicaciones del centro. Algunos turistas pensaron que los alumnos les intentaban vender algo o que les querían entregar publicidad de un restaurante.
Sin embargo, únicamente portaban fichas informativas, elaboradas manualmente en clase y escritas en euskera, castellano e inglés. Idiomas que tuvieron que utilizar a la hora de entregar los documentos. Por un lado divulgaban documentación relativa al museo, pero también una extensa lista de los platos tradicionales de la villa y también establecimientos gastronómicos de referencia en la ciudad.
El objetivo principal del proyecto es que los alumnos “se quiten la vergüenza” y desarrollen sus habilidades expresivas mientras trabajan las materias impartidas en clase. Idoia Ajuria, una profesora del colegio Trueba, explicó que a la hora de completar las fichas los alumnos han trabajado todas las materias que entran en el currículo escolar. Por ejemplo, al realizar el mapa de Bilbao, para incluirlo en la documentación, trabajaron las matemáticas. Y en plástica diseñaron las gorras que vestían.
Las explicaciones que ofrecían a los turistas estaban preparadas en clase. Los estudiantes se repartían en grupos y efectuaban presentaciones coordinadas, cada integrante tenía claro que tenía que decir según el idioma en el que se desarrollaba la exposición. Pese al trabajo previo, en algún momento de la mañana las barreras lingüísticas hicieron acto de presencia. “Solo hemos hablado con una mujer, pero era francesa y no hemos entendido nada”, exclamó Alex, uno de los alumnos.
Un éxito Los profesores aprovecharon la última semana de clase antes de las vacaciones de verano y estando la evaluación ya terminada, para realizar la segunda edición de un divertido e innovador proyecto educativo. En general, los alumnos se mostraron encantados de salir fuera del colegio y poder romper la rutina llevando a cabo otro trabajo de campo junto a sus profesores y algún que otro familiar.
Además, la respuesta de los turistas fue casi siempre buena. Aunque, como en este caso, los inicios no suelen ser fáciles. Brooke, una americana que se disponía a visitar el museo con su hija, reflejó perfectamente la situación. “Son encantadores. Pensaba que tenía que darles una propina pero no tengo nada de dinero. Al principio estaba confundida. Ellos pintaron los dibujos y escribieron los textos, es maravilloso”, afirmó. En general, la primera reacción fue de sorpresa, pero los alumnos consiguieron hacerles partícipes del proyecto. Finalmente, ver a turistas sacando fotos a los escolares o haciéndose selfis con ellos fue la tónica habitual de la mañana.
Una minoría, en cambio, simplemente se tomó el trabajo de los alumnos como una distracción. “La verdad es que no me importa el proyecto, he hablado con ellos para entretenerme”, explicaba Heinz, un visitante alemán, mientras contemplaba la estructura exterior del museo junto a su mujer.