La diversidad de los colegios públicos marca su agenda
Las escuelas de Bilbao promueven la convivencia con diferentes iniciativas
Bilbao - Con solo una década de vida, el Colegio Miribilla posee unas particularidades especiales que, sin embargo, no son del todo aisladas. La mayoría de centros públicos de Bilbao se enfrentan en su día a día al reto de promover la convivencia entre su alumnado, procedente de diversos países. Aunque según el padrón de la villa el 11,5% de sus vecinos son de nacionalidad extranjera (si se incluyen a aquellos que nacieron fuera del Estado), la concentración de alumnos procedentes de familias extranjeras en los centros públicos es muy superior a dicho porcentaje. Por ello, cada centro educativo dispone de programas e iniciativas de lo más variadas para fomentar la diversidad cultural y sacarle provecho a la riqueza que supone.
El Colegio Mujika, por ejemplo, cuenta con alumnos de al menos 16 nacionalidades entre los 192 matriculados. “Tenemos con un programa de acogida para los alumnos recién llegados, este año han sido siete”, explica la directora Izaskun Arano sobre el centro cuya Asociación de Padres y Madres de Alumnos (AMPA) impulsó la iniciativa Familien Topaguneak. Una vez al mes, las familias se reúnen en torno a un tema como por ejemplo un taller de música y baile en galés, una clase de flamenco o una práctica de pintura de manos con henna. “Consiste en encontrarnos para poder potenciar nuestras relaciones y favorecer la integración de todas las familias”, aseveran desde el AMPA que el jueves pasado volvió a reunir a las familias en torno a la cultura irlandesa.
“Si un niño está de Ramadán y no come en todo el día hay que tener en cuenta la situación física que pueda tener”, explican por otro lado desde la dirección del Colegio García Rivero, que cuenta con alrededor de 475 alumnos. Entienden la diversidad en el sentido más amplio de la palabra, “no solo en base a diferentes religiones y nacionalidades, también existe la diversidad funcional”, indican. Y aunque la variedad cultural es algo que está muy presente en el día a día del centro a través de todas las actividades curriculares, cuentan con un programa de cuenta cuentos muy original. “Si soy gallego contaré un cuento en gallego; si soy marroquí, en árabe. Los padres y madres ayudan a sus hijos con los relatos. No se traducen, sino que se trata que se entiendan a través de gestos e imágenes”, explican desde la dirección sobre esta iniciativa que ha tenido muy buena acogida, aunque sea puntual.
En zonas más alejadas del núcleo de la ciudad, también hay centros con niños procedentes de todos los continentes. En el Colegio Elejabarri de Rekalde, por ejemplo, implican a toda la comunidad del barrio en la construcción de su proceso educativo. El año pasado finalizaron un plan integral sobre coeducación, un proyecto piloto a nivel autonómico en el que se también se trata la convivencia. A través de una comisión, analizaron los problemas que se daban y las posibles soluciones. “A nivel escolar decidimos instaurar una norma, viendo que los insultos eran comunes: Ez iraindu, ez zait gustatzen (No me insultes, no me gusta). Cuando ocurre un problema toda la comunidad escolar se hace eco de esa frase. No se deja de lado al niño, sino la conducta”, explica como ejemplo Inés Unda, la responsable del proyecto de coeducación. “Los avances han sido notables”, asegura.