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La OTA regresa bajo mínimos por la falta de máquinas activas

El Ayuntamiento y la concesionaria crean un plan para vigilar la normalización del servicio

La OTA regresa bajo mínimos por la falta de máquinas activasFotos: Oskar González

Bilbao - Los vigilantes de la OTA de Bilbao volvieron ayer a sus puestos de trabajo, aunque el servicio de control del estacionamiento en superficie siguió en precario. A pesar de concluir la huelga de la plantilla de la concesionaria del servicio municipal, la falta de parquímetros habilitados para expedir los tiques supuso que los oteros tuvieran poco que controlar. Más de un conductor previsor puso en el salpicadero de su vehículo un papel en el que se podía leer No funciona máquina para curarse en salud ante una posible sanción.

Fuentes de la firma responsable del servicio, formada por las empresas Eysa y Cycasa, indicaron que ayer ya comenzó la revisión de las máquinas expendedoras y la puesta en marcha inmediata de todas aquellas que tenían problemas menores. Varios operarios se dedicaron ayer a reactivar las máquinas que por diversas razones no han podido ser utilizadas por los conductores que querían abonar su estacionamiento. El presidente del comité de empresa, Javier Escobar, lo confirmó ayer al indicar que “no se está dando un buen servicio” porque la mayoría de los parquímetros siguen inutilizados. Miembros de la concesionaria y de la concejalía de Movilidad y Sostenibilidad ha diseñado un plan de trabajo para llevar a cabo un seguimiento y vigilancia los próximos días de cómo se normalizará el sistema de control de la OTA.

Un servicio que los bilbainos desean que se normalice “de una vez”. Es el caso de Igor Santamaría, que ayer se volvió loco buscando una máquina activa. “He visto esta mañana que por Deusto estaban poniendo multas”, dijo. Acababa de aparcar su coche cerca de la Gran Vía sin saber qué hacer. “Me da miedo irme sin poner la OTA y que cuando vuelva me encuentre que tengo una multa”, relató. De hecho, aseguró que algunas de las opciones que ofrecen durante estos días es pagar mediante el móvil. “¿Y qué pasa si yo no tengo ningún móvil? Que las máquinas estén inactivas no quiere decir que yo tenga que volverme loco a la hora de pagar el aparcamiento público”, denunciaba este bilbaino de 50 años.

Muy cerca, varios empleados procedían a retirar las pegatinas de las máquinas mientras otros apuntaban las matrículas de los coches estacionados.

Irati Mouzo, una joven de 24 años, es consciente de que los trabajadores “lo han tenido que pasar mal”, sobre todo los que fueron despedidos. “Yo trabajo en la calle y tenemos derecho a tomarnos un cafecito de vez en cuando porque no hace daño a nadie”. Aún así, ella, como muchos otros bilbainos, “han disfrutado” de los días en los que la capital vizcaina ha estado sin ordenanza. “Ha sido un lujo estar estos días sin OTA porque por Bilbao hay que pagar por todos los sitios. No hay ninguna zona que sea gratuita”, cuenta. Esta vecina de Erandio aprovechó para ir al centro en coche los días que los trabajadores se encontraban en huelga. Irati, una vez que los operarios volvieron a sus puestos de trabajo, volverá a utilizar el transporte público cada vez que quiera acercarse al centro. “Si vengo en metro me ahorro el gasto de gasolina en lo que tardo en buscar un sitio libre y en pagar la OTA”, aseguró.

“Creo que ha sido un ultimátum” Francisco Sánchez, un sevillano que lleva afincado en Bilbao desde hace cuatro años, piensa que de vez en cuando “no está mal que sean un poco flexibles” con los trabajadores. Estuvo presente en “alguna manifestación” realizada días atrás en Bilbao, intentando entender realmente el motivo de qué es lo que había ocurrido. “Está muy bien que la empresa les haya dado un ultimátum, al menos eso creo que ha sido”, cuenta. Y añade: “Si es verdad que han estado viendo la televisión durante sus horas de trabajo, sí que creo que sea motivo de despido”.

Por el contrario, otros se alegran de que la OTA vuelva a su funcionamiento si los trabajadores han conseguido lo que querían. “Hay algunas personas que están en contra de las huelgas, pero yo no. Es la única arma que tenemos para luchar”, dijo a DEIA ayer Fernando Renteria, un amurrioarra de 68 años. Cuenta que nunca ha entendido los motivos de los despidos porque, asegura que en los cincuenta años que trabajó, hizo muchos descansos, algo que no considera “ilegal”.

Aún así, lo que está claro es que, a pesar de que el martes el acuerdo entre las partes litigantes era público, la preocupación fue palpable ayer en las caras de los conductores que aparcaron en el Ensanche. Era el caso de Laia Villa, una bilbaina de 30 años que no sabía qué hacer: “Me voy a volver loca si busco alguna máquina que esté limpia porque tardaré una barbaridad. Aún así, creo que las zonas en las que los parquímetros todavía no funcionan, no deberían poner ninguna multa porque sería muy injusto”, concluyó la conductora.