BILBAO - Algunos de los jóvenes inmigrantes que han llegado a Bilbao en busca de un futuro se han salido del camino que les puede llevar a buscar un mundo mejor. Llevan años en la calle, en algunos casos tienen adicciones, problemas pisco-afectivos que les han situado fuera de las agendas de intervención social. Para ayudarles en la búsqueda de ese camino hacia la inserción, cuatro asociación han trabajado los últimos seis meses de 2017 en una experiencia piloto de acompañamiento con estos chavales. La iniciativa continuará este año.

“Son casos muy complejos y establecer la vinculación es muy complicada. Están deseando que se les escuche”. Ruth Martínez, educadora social de la asociación Arribide, es una de las personas que trabaja en este proyecto en el que también participan Arribide, Adsis, Ellacuria y Erain.

Se trata de un proyecto innovador en el que se establece un contraste mensual porque es un tema que genera mucha preocupación. En los seis meses que ha funcionado, un educador y un psicólogo han contactado con diez jóvenes en una situación extrema, en otros casos la situación no es tan grave o se ha intervenido con jóvenes que acaban de llegar y se encuentran sin ningún punto de referencia.

Según explica Ruth Martínez, todos son hombres, policonsumidores, con problemas de salud mental y en algunos casos sin documentación ni posibilidad de tener unos papeles.

No tienen red o nadie afín en quien puedan apoyarse y han llegado la mayoría de ellos en pateras cuando todavía eran menores. “Al salir de los centros es cuando se han desviado del camino. A veces han podido ser expulsados de los pisos de emancipación por cuestiones más formales y empiezan a sobrevivir en la calle”.

La educadora de Arribide cree que “debemos intentar ayudarles y que no estén en la calle porque además hablamos de chavales muy jóvenes”.

Es en este contexto donde se planteó la iniciativa piloto que se ha desarrollado de marzo a diciembre de 2017 y que ahora se quiere continuar. Previamente, un estudio había radiografiado a esta joven población muy vulnerable que llega a Bilbao por tener algún conocido en la ciudad o, incluso en un caso, porque la policía le envió en un autobús a Bilbao. “No hay vida en Marruecos; si trabajas sólo sobrevives, quería hacerme un buen futuro”. “Estoy harto, allí no hago nada; quería escapar. Allí ya se oye lo que hay aquí, ya sabía que no es el paraíso”. Son algunas de las opiniones de los jóvenes recogidas en el estudio sobre su situación en Bilbao.- Olga Sáez