Bilbao- No hay atajo que valga en el camino. Esa es la ley con la que transita por sus asuntos (la Historia, por si no ha quedado claro...) y por la vida Begoña Cava, una mujer apasionada que rehuye de lo fácil o el elogio regalado, que esquiva el sendero corto si algo se pierde en el trayecto. América le boxea dentro del pecho, a la altura del corazón, y nada de aquel continente le es ajeno. América y los vascos, cuyo espíritu no le es ajeno. Contar las cosas tal cual fueron, comprenderlas en su contexto y explicarlas con honradez es la misión de su vida pública. De la privada algo contará en estas paginas. A cuentagotas, que es mujer prudente.
¿Apoya la idea de que la Historia es el relato de los vencedores?
-Totalmente en desacuerdo. La Historia es la reflexión equilibrada de los vicios y las virtudes, la ponderación de los acontecimientos.
Una descripción cum laude pero que no encaja, perdone que insista, con la idea que respira la calle...
-Están los historiadores áulicos, los cortesanos conformistas que no tienen nada que perder, nada que hacer. La categoría de un historiador es enjuiciar, ir a los documentos, a las fuentes, y tratar de explicarlo todo.
¿No toman partido jamás de los jamases?
-Por supuesto que tomas cariño con algunos de los personajes, que tal vez te enganches. Pero no puedes caer en ese Síndrome de Estocolmo. Hay que saltar esa barrera y ser lo más equilibrado posible.
Le prometo que es la última: hay libros de texto que...
-De acuerdo. Hay una Historia que se estudia en los colegios y otra que se falsea en según qué autonomías con la que no estoy en absoluto de acuerdo. Por mucho que se quiera oficial es totalmente falsa.
O sea, que pasan mentiras por verdades. ¿Cuál es la mayor que nos han colado?
-La mayor mentira que la Historia nos ha colado por verdad es todo lo relacionado con la Guerra Civil. No todos eran santos o demonios, héroes o villanos. Fuese cual fuese el bando. He visto historias falsificadas en Barcelona que...
¿Somos justos al juzgar a los protagonistas del pasado?
-Hay que situarse en el contexto. Las matanzas de indios en México, por ejemplo, no se pueden juzgar en el siglo XXI. Puedo evocar la revolución cubana o a las figuras de Fidel Castro y el Ché Guevara, pero no olvidar que Angola fue un fracaso. Todo hay que interrelacionarlo.
¿América es, señora experta, el galimatías que parece?
-El mundo americanista es complejo. Ahí están los conflictos de Chávez y Maduro. Muy conflictivos. Pero es verdad que había cierta estabilidad y ahora llega un presidente como Trump a Estados Unidos y ya veremos lo que pasa entre Mexico y Estados Unidos. ¿Habrá muro? ¿Quién lo pagará? ¿Quién iba a pensar la salida de Lula da Silva? ¿Acaso la mujer de Venezuela frente a las tanquetas no es una de las fotos del año...? Lo dicho, todo muy complejo.
Salgamos del laberinto. ¿Qué soñaba ser de mayor Begoña niña?
-Tenía claro que no quería ser médico. Mi padre lo era, muy vocacional y muy sacrificado. Yo le ayudaba con las recetas de vez en cuando y veía todo su sacrificio.
¿Y por parte de madre?
-Hizo magisterio y era muy creativa. Ambos nos hicieron vivir la música desde pequeños y ella cantaba maravillosamente bien. También lo hacemos las hijas. No sé si lo sabe mucha gente pero hemos llegado a cantar en los coros de la ABAO.
Señora profesora, ¿cual era su hueso como estudiante?
-Física y química, que creo que no me enseñaron bien las monjas, por decirlo con un piropo al revés.
¿Corrige ese déficit en sus clases?
-Invito a la reflexión, a la interrelación de las cosas, como le dije. Como todo en la vida, lo interesante son los porqués y la curiosidad. Procuro ser activa y no quedarme en lo teórico.
¿No teme que las ciencias hayan pasado por la izquierda a las humanidades?
-Las humanidades están en peligro, aunque no sea de extinción. Y eso es preocupante porque no sólo albergan la cultura sino también el espíritu crítico, el debate, la opinión, los valores, la comprensión de lo leído... La calidad humana, en suma.
Veámoslo con un ejemplo.
-Hay gente muy docta en una ingeniería, la que sea, que es incapaz de leer y comprender Patria, de Fernando Aramburu.
Hay quien denuncia que no hay salidas laborales en lo suyo...
-Y se equivocan. Está la docencia, los departamentos curatoriales de los museos, los documentalistas de televisión y cine, las casas de cultura, el mundo de la investigación... Por no seguir.
¿Estudiar una carrera por encima de todo es un valor sobrestimado?
-Es garrafal y catastrófico que le obliguen a una. Pueden orientarte, eso sí. Pero no puedes calcular en base a la salida laboral porque nunca sabes de dónde te va a venir la felicidad y lo peor que se puede ser en esta vida es infeliz.
Volvamos a Latinoamérica...
-¡Buf! Es inagotable. En México me quedé aterrada hace no mucho: opulencia por un lado y asuntos como la malaria que no están resueltos en pleno siglo XXI.
¿Qué se traería de aquellas tierras a Europa?
-La imaginación, la alegría de vivir, la potencialidad de sus recursos e incluso el mestizaje cultural. Y sería interesante superar el eurocentrismo en el que estamos instalados.
El mestizaje, dice. Ahora que tanto preocupan según qué discursos...
-Hay que tener memoria. Allí fuimos y allí fueron, a hacer las Américas. Ahora devuelven visita y llegan a hacer las Españas, aunque muchos estén volviendo.
Además de la música, ¿qué otra afición ocupa su tiempo libre?
-La lectura, a veces demasiado centrada en la Historia por deformación profesional, pero también en la novela.
¿Conoce a Eduardo Galeano?
-Le conocí en persona y tenia imán, una elegancia natural.
Hablaba de sus escritos...
-¿Las venas abiertas de América Latina? Sí, claro. A veces me parece corrosivo pero siempre te viene bien otro punto de vista.
¿A quien reza Begoña?
-No soy beata, ni mártir pero no me avergüenza decir que soy cristiana y practicante en lo que puedo. A la Amatxu de Begoña y, cuando estoy en Madrid, al Cristo de Medinaceli.
Hay quien pide, entre su rezos, buscar pareja. ¿Tan difícil era en su juventud, tanto lo es hoy, el arte del ligoteo?
-Ja, ja, ja. Digamos que no me ha ido mal con mi personalidad. No creo que se enfade mi marido porque ya lo sabe, pero le confesaré que en La Rabida me echaba los tejos Alan García, quien fuera presidente del Perú.
Y creo recordar que también algo corrupto.
-Esa ambición desmedida que se esconde tras la corrupción política en el poder me repugna. Es intolerable algo así en el siglo XXI y la justicia debiera afinarse aún más. La sociedad está teniendo una paciencia infinita, se cual sea el color del que se mira.
¿La misma que la mujer? Será el siglo XXI el de la igualdad.
-A la mujer le faltan cuotas de poder en función de su competencia y valía. Tendría que tener mucho más, visualizarse mucho más esa igualdad, también en el ámbito académico.
¿Por dónde le sangra esa herida?
-Que sea noticia que una mujer sea rectora de la universidad es algo arcaico y denigrante. Hace poco escuché en la radio que el candidato francés Macron había tenido varias parejas. ¡Menuda ganadería!, exclamó alguien. Llamé para decirles que para ganadería, la de Miura.