BILBAO - El pasado año, el número de obras en viviendas que se realizaron en Bilbao aumentó un 16% con respecto a 2015. El Ayuntamiento concedió licencia de reforma en 6.117 inmuebles; desde obras menores realizadas en el interior de las viviendas a cambios que afectan a la fachada. El concejal de Planificación Urbana, Asier Abaunza, interpreta los datos de manera muy positiva, “porque se ve que el sector de la reforma se está reactivando tras las crisis de los últimos años”. Y la conclusión más inmediata de esta tendencia es que, “por un lado, el ciclo económico está cambiando y, por otro, apreciamos que la gente que antes estaba más temerosa de meterse en inversiones parece que vuelve a gastar dinero en revalorizar las viviendas o reformarlas”. A esto se suma también las inspecciones técnicas de edificios con edad superior a 50 años, que revelan la necesidad de acometer varios trabajos y están ayudando a que el sector se reactive de nuevo y empiece a notarse cierto movimiento en todas las obras en la ciudad.
No vale todo y desde luego hay que pedir permiso por casi todo, según las explicaciones del concejal. Ya sea el cambio de un enchapado de una cocina, las ventanas de un edificio o la propia fachada... cualquier obra por menor que sea requiere de una licencia lo que implica el pago de la correspondiente tasa. “Se trata de un porcentaje sobre el total del presupuesto de los trabajos a realizar”, apunta Abaunza.
Pero el propósito de esta tasa no es sancionar sino preservar la ciudad tanto desde un punto de vista estético como de seguridad. “Al final, cualquier obra que se realice es importante que esté controlada para asegurar que se realiza en las condiciones idóneas de seguridad”. Aun así, no todo el mundo cumple la legalidad.
En 2008 cayó de manera importante las peticiones de licencia de obras de los bilbainos debido a la crisis pero desde el año pasado la tendencia se ha invertido. Así, si en 2015 se concedieron licencias en 128 viviendas de obra nueva, en 2016 fueron 238, es decir casi el doble. En estos casos se trata de cambios en las distribuciones de los inmuebles que tienen que ver más con aspecto utilitario de que de reforma.
En el caso de las viviendas de protección oficial, se ha pasado de 41 reformas en 2015 a 231 en 2016. “Este mercado se está moviendo bastante tanto en lo público como en lo privado”. El concejal apunta que en obras de mayor calado, “en 2015 tuvimos 5.278 licencias, mientras que en 2016 fueron 6.117, lo que supone un incremento de un 16% con respecto al año anterior”.
Hay obras menores con proyecto que se realizan en nuevos comercios, modificación de materiales de fachada de los edificios, obras de mejora de la accesibilidad... El incremento en estos casos ha sido de un 41%.
En lo que se refiere a obras menores sin proyecto, como cambio de tejas, obras interiores de viviendas o locales y que se hace de manera inmediata en ventanilla, estas obras han crecido un 25% con respecto al año anterior.
Las comunicaciones de obra que se refieren a intervenciones en domicilios, entre los que se encuentra enchapado de cocina y baños, interior de viviendas..., reforma interior supone el 41% y han crecido un 2%. Abaunza dice que “esto tiene más que ver con el tema de decoración y que la gente se está animando más a hacer cambios en el interior de las viviendas”.
Pero, las obras de mayor envergadura se refieren a las fachadas. En 2015 se solicitaron 86 licencias y en 2016 pasaron a ser 105, lo que supone un incremento del 22% respecto al año anterior.
Dependiendo de la intervención que se vaya a hacer habrá que pedir un tipo de licencia u otro. Un cambio de ventana por ejemplo, exige que exista una homogeneidad; mientras que para cambiar el suelo, con un procedimiento abreviado es suficiente. Pero, tanto en uno como en otro caso es preciso solicitar el permiso de obra. Y, las tasas a pagar marcan un porcentaje sobre el presupuesto de la obra.
El Ayuntamiento de Bilbao hace inspecciones de manera habitual para ver si las fachadas están bien o si hay grietas, y es precisamente este control el que en muchas ocasiones les alerta de obras para las que no se ha solicitado ninguna autorización. “A veces se encuentran con sacos de obra donde no hay un registro de licencia y partir de ahí se indaga un poco más”.
En estos casos, lo primero que se hace es un requerimiento para que se regularice. En los casos que afectan a fachadas se pide que haya un proyecto común para todos los vecinos. “No puede ser que cada uno lo ponga de un color, por eso si les pillamos les hacemos un requerimiento para que lo pongan en orden”. En caso de que no hagan caso se pueden atener a sanciones. Incluso se puede pedir que retiren los trabajos realizados. Lo que no hace el Ayuntamiento es ejecuciones subsidiarias, “es decir que el Ayuntamiento no lo retira. Pero sí sanciona”.
Abaunza informa de que generalmente la gente suele reaccionar. “De lo contrario las sanciones van aumentando y pueden llegar a cifras importantes. Generalmente cuando llegas a ese nivel de sanción los vecinos reaccionan”.