Bilbao - El 21 de diciembre está marcado en miles de calendarios. Pertenecen a los fieles a un santo, muchos de los cuales peinan canas pero que tienen un relevo generacional envidiable. Por que de si algo se muestra orgulloso el santo Tomás es de que su festividad cuenta con gran tirón intergeneracional. Gente de todas las edades se mezclan para disfrutar de unas horas donde el compañerismo y la juerga se mixturan con el olor a talo y sidra de fondo. Los puestos mantienen la calidad y durante un día la capital urbana y dura se convierte en baserri agrario y amable. Fotos: José Mari Martinez y Borja Guerrero
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