BILBAO - Hoy el Museo de Reproducciones recibe a bailarines de otra época. Iker Domínguez explica por qué su asociación quiere que Bilbao mueva el esqueleto a ritmo de swing.
¿Qué es Swing Side Bilbao?
-Hemos nacido para ser un punto de encuentro de gente aficionada al swing y a los diferentes bailes que están dentro de la música swing. Llevamos unos pocos meses de actividad. Como quien dice, todavía estamos naciendo. Ahora mismo estamos una decena de asociados, porque todavía no hemos abierto inscripciones, pero estamos a puntito de hacerlo.
¿Cuál es su objetivo?
-Nuestra razón de ser es promover el baile swing y promover sitios donde poder bailar. Ahora mismo tenemos el Swing Museum, que organizamos el segundo domingo de cada mes. Estamos hablando con distintos locales para promover alguna actividad más. Pero sobre todo buscamos eso: sitios donde poder bailar. El lindy hop es el baile más popular y es lo que más se ve ahora en Bilbao. Es un baile que tiene un componente social muy importante. En Bilbao hay una comunidad de swing desde hace un par de años. Todavía es pequeñita, pero va a más. Vamos creciendo y queremos impulsar eso para crear comunidades como las que hay en Gasteiz o Barcelona, donde hay bastantes bailarines y actividades todas las semanas.
¿Qué tiene el swing que no tengan otros bailes?
-A mí me gusta porque es muy alegre. Es un baile que nació a finales de los años veinte, con la gran depresión en Estados Unidos. Surgió, sobre todo, de la comunidad afroamericana y buscaba la alegría. A mí me transmite alegría. Es un momento del día en el que desconecto del todo y me lo paso bien.
¿Es difícil de aprender?
-Lo bonito del swing es que permite que haya una comunidad muy variada, con gente de todas las edades. No requiere de una habilidad especial. El tope lo pone uno mismo. En Bilbao hay ahora mismo pocos lugares en los que aprenderlo, pero desde el principio puedes ir a bailar, compartir y aprender.
¿Es Bilbao un buen lugar para el swing?
-Buscamos que lo sea. Trabajamos con el objetivo de impulsar el swing. En Barcelona llevan casi 20 años. Nos llevan ventaja, pero ahí estamos. La verdad es que aquí está creciendo, se hacen eventos prácticamente todas las semanas y hay gente que se anima.
Los bilbainos no son famosos por bailar mucho?
-Yo animo a la gente totalmente a que lo intente. Yo soy muy bilbainito en ese sentido. Me costó un poco al principio romper esa barrera del tópico de que no bailamos, pero luego la cosa es divertirse y te lo pasas muy bien.
Hoy bailan en el Museo de Reproducciones.
-Teníamos ciertos contactos con el Museo de Reproducciones y en un momento dado vimos que había un espacio en el museo que se podía utilizar para bailar. Lo hablamos con ellos y no hubo ningún problema. A partir de entonces, el segundo domingo de cada mes tenemos música para bailar. Hace una semana tuvimos la primera sesión en la que pudimos tener música en directo. Espero que sea algo que podamos repetir en algún momento. La verdad es que cada domingo hay más gente y se va animando la cosa. La entrada es libre.
¿Cómo es bailar entre estatuas?
-La verdad es que el espacio es un lugar superchulo. La iglesia del Corazón de María es un espacio muy bonito, es otra historia. Estamos acostumbrados a bailar en garitos o en la calle y bailar dentro del museo es otra cosa.
¿Qué le diría a la gente para que se sume a la moda del swing?
-Que si te gusta la buena música, la música de los años veinte, treinta y cuarenta, y tienes ganas de divertirte y pasártelo bien, no te lo pienses más. A mí el swing me ha cambiado la vida.