BILBAO. La música da forma a sus silencios pero Amagoia Loroño no es un ratón del laboratorio al que solo dan vida los pentagramas. Más al contrario, a la mujer amazona que cabalga a lomos de una montura singular, una especie única como la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao, le alimenta la piel con piel, las relaciones humanas. Tal es así que confiesa, no lo lean con segundas, tener “sensaciones físicas” cuando la música fluye. Escuchándola, da la sensación de que la armonía pesa menos que la pasión en su escala de valores.

¿Es exigente con la gente a su mando?

-Respeto mucho a los músicos y creo en ellos, en su trabajo en equipo. No me creo la reina del mundo, claro.

Pero...

-Hace poco les he llamado la atención, les he dicho que eran tan perfectos tocando que me aburrían.

¡No me jo...!

-Hay que traspasar la partitura: tiene que haber emoción, pasión. Si tú no te emocionas no calas, no traspasas eso al público. Es cierto que somos treinta y es un lujo que vengan para hacer música. Al fin y al cabo el acordeón no es más que un instrumento, un medio para la música.

¿Cómo se consigue no caer en la rutina de un oficio?

-No perder la ilusión de la primera vez es uno de los grandes retos de la vida, no solo en este campo.

¿Qué poder le concede a la música?

-Que provoque sensaciones, que le traiga a uno recuerdos. La música tiene ese poder: el de removerte el corazón. Es lo que pido.

¿Cuánto le marca la cuna?

-¿Si no hubiese sido hija de...? Vaya usted a saber. Yo he visto trabajo, música, ensayos y conciertos en casa desde que nací. Aita lo logró todo por sí mismo pero de una manera natural que nos lo inculcó desde pequeños.

¡No me digas que él no quería!

-No, claro que no digo eso. El nos empujó a su pasión. Los sábados por la tarde, los amigos iban de fiesta y nosotros a ensayar. Había un poco de envidia, sí. Pero como el nuestro era un mundo distinto, el de farándula. Y eso nos enganchó. Cómo no iba a hacerlo.

¿Le hubiese gustado ser...? ¿Qué sueño le quedó pendiente?

-No me imagino otra cosa porque ha sido así. Claro que me gustan otras cosas, pero siempre creativas. ¿Escribir..? ¡Quizás!

¿El músico tiene un punto de vanidad, de exihibicionismo?

-Es que esto no tiene ningún sentido si no hay público. ¿Vanidad y exhibicionismo...? Igual un punto sí. Pero igual es la única manera en la que sabemos expresarnos, de decir cosas que de otro modo no diríamos. Cuando estoy en el escenario me siento segura. Bajo, y ya no es igual.

¿Hubiese podido hacerle esta entrevista por Facebook?

-No estoy en las redes sociales. Me aburren y me parece un horror lo que pasa con ellas, se desperdicia mucho tiempo.

¿No es cerrarle puertas al futuro?

-Creo que se desperdicia mucho tiempo. Es verdad que da oportunidades maravillosas pero trae una esclavitud que hace mucho daño a la juventud. Se les va a olvidar hasta cómo huelen los libros. Yo soy de escribir a mano, hasta en las partituras escribo en papel pautado. Sé que para mucha gente puedo estar fuera de onda.

Así que ve a la juventud que lo practica...

-Adormecida. Pero creo que eso es inducido. Para muchos poderes es mejor que no sean rebeldes, que es la condición natural de los jóvenes. A los gobiernos, a los grandes poderes, a las multinacionales.

¿Los gobierno, quizás, para que no miren?

-¿Cuánto va a soportar el pueblo desayunarse todos los días con un nuevo escándalo de corrupción? Entiendo a los jóvenes que se van. Casi es un milagro que no pase algo más gordo.

¿Llegarán las terceras elecciones?

-Es un escándalo. ¿Qué empresa privada soportaría esa incapacidad...? Y todo está bañado de un postureo ridículo.

Y la cultura, de momento, a la espera...

-Una sociedad sin educación ni cultura está muerta. Y en general, salvo excepciones, no veo especial sensibilidad para ateneder esa necesidad, Prefieren que no piense nadie, lo que le dije antes.

¿Está minusvalorada la edad madura?

-¡Esa es otra! Parece que a partir de los 50 años nadie sirve pero se olvida que la transmisión de la experiencia es esencial en cualquier profesión. Hay que ver cómo se trata a tanta gente que trabajó y cotizó de sol a sol, cuando lo que merecen es una estatua. Y luego están tantos y tantos aitites soportando cargas familiares... ¡La bomba!

Cambio de tercio. ¿Baila?

-¡Uy! Fui muy bailonga y sigo siéndolo.

¿Y una buena charla?

-¡Uf!, se habla poco. Parece que todo pasa detrás de una pantalla y en la vida hay que dar la cara para todo, hasta para ligar. Hay que salir a la calle a decir las cosas, que hoy se dicen pocas cosas bonitas.

Si yo le digo 21%

-Quite, quite.

¿Sería eso lo que quitase si la nombrase alcaldesa de Bilbao?

-Hummm... ¡No! Recuperaría la noche de Bilbao. Los artistas somos gautxoris, nos gusta una buena copa, una buena charla sobre lo divino o lo humano.

Hablemos de la piratería, señora artista...

-¡Es horroroso!¿Dónde queda el valor? Eso del todo gratis no puede ser así. Hay que saber que las cosas no salen de la nada porque sí, las cosas se sacan. Y hay que darle aire al autónomo, a la sociedad civil.

¿Amistad o amor?

-La amistad por encima. El amor es tan ambiguo.... La deslealtad no la olvido. Lo digo así porque el verbo perdonar no me gusta: tiene algo de religioso.

Provoquémosle: ¿a quién reza?

-Hablo mucho con aita. Le pregunto si hago bien o mal o de qué modo. Voy allí, a la estatua del parque y le pregunt o: ¿aita, como lo harías tú? Era un hombre fantástico.