Amamas y nietos dan la vuelta a la tortilla de patata
Varios pequeños homenajean a dos cocineras veteranas cocinando con su ayuda este jugoso plato
Bilbao - Algo especial tienen las tortillas de las amamas, que por mucho que los sucesores se empeñen en imitarlas, las suyas siempre están mejor. El truco, según ellas, está en “hacerlas con amor y con tiempo”, y con el objetivo de rendir homenaje a ese empeño que ponen en la cocina para alimentar y cuidar de sus nietos, ayer fueron las tortillas de la amama las protagonistas de la presentación de la segunda edición del concurso ‘Tortilla y Café’ de Bilbao Centro, en el que participarán más de cuarenta establecimiento hosteleros de Bilbao hasta el 5 de julio.
Aunque el acto de ayer solo fue una exhibición y no entra dentro del concurso, las amamas María Jesús Galarza y Conchi Ayo se implicaron en la labor de instruir a sus nietos para que elaboraran su primera tortilla, lo cual consideran importante porque “siempre se acordarán del acto y así cogerán afición a cocinar”. Asimismo, se mostraron optimistas y dijeron estar seguras de que “la tradición va a continuar, aunque las cosas hayan cambiado y ahora se pueda comprar todo ya hecho”.
Dicho esto, el primer paso fue dar una cesta de mimbre a los pequeños Jun García, Elaia Salina y Nagore Ayo y ayudarles a comprar lo necesario en mercado de Labayru. “Las tortillas de la amama se hacen sin cebolla, únicamente con patata y huevo”, explicaba Galarza, aunque también admitía que “yo las prefiero con cebollas y así es como se han hecho siempre, lo que pasa que últimamente, por moda, se elaboran así”.
Así, una vez cogidos los ingredientes, se pusieron todos juntos manos a la obra, y aunque parecía que al principio los niños no querían ni tocar el pelador, tras las indicaciones de las amamas se animaron y al final acabaron declarando que pelar las patatas les pareció “la parte más divertida”. Tras ver su iniciativa, las amamas decidieron ceder el relevo a los niños, y esperaron a que los pequeños se acercaran a ofrecerles los primeros cachos de esa tortilla hecha con amor. De esa forma, con la ilusión como base, los niños aprendieron que “cocinar es divertido” y que tienen que continuar para hacerlo “tan rico” como amama.
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