CABAÑAS en un bosque, historias de terror alrededor de una hoguera, un lago idílico... Son los tópicos que nacen en el imaginario cuando se piensa en un campamento de verano. Lo cierto es que hoy en día la oferta para colonias veraniegas es mucho más amplia y variopinta, atendiendo a las diferentes necesidades sociales, geográficas y económicas. En ese amplio espectro surge la propuesta de Igloo Bilbao, una cooperativa estudiantil que ha ideado un campamento urbano, que se celebrará en el centro de Bilbao, con una temática poco común entre las actividades destinadas a niños y niñas. Su propuesta es un campamento en el que se introduce al menor en el mundo de los empresarios, con actividades, juegos y experiencias enfocadas al emprendizaje y al proceso de creación y puesta en marcha de un pequeño proyecto empresarial a escala. Es el Gaztekin Summer Camp.
Igloo Bilbao lo forman 14 jóvenes alumnos de la Universidad de Mondragón, concretamente de un grado de emprendizaje, liderazgo e innovación. Desde su primer curso se ven empujados a la creación de una cooperativa con la que poner en marcha proyectos reales en los campos de negocio que ellos elijan. Han puesto ya en marcha iniciativas empresariales dentro del mundo de la moda, la tecnología, la internacionalización de empresas y la educación. Es precisamente en esta última área donde han tenido un gran éxito.
Asier de Miguel, uno de los jóvenes que integra Igloo Bilbao, explica que sintieron “la necesidad de acercarnos a las aulas”, un escenario reciente para ellos y del cuál conocían sus carencias. “Nos acercamos a bachillerato, que era de donde veníamos”, detalla su compañera Amaia Perea, “veíamos que había un problema de base, que estábamos bastante perdidos en el sentido de que no sabemos qué es realmente lo que nos mueve. Más allá de que elijas una formación u otra. Una persona es más de lo que aprende, de sus características técnicas. Faltaba despertar en los alumnos inquietud por diferentes aspectos y sobre el emprendizaje, algo que es importante para el futuro”.
Fue entonces cuando crearon los talleres Gaztekin, que han impartido en centros de bachillerato para alumnos de 4º de ESO. “En ellos se habla de los sueños de los chavales y por equipos tienen que crear una idea, un proyecto y aprender a presentarlo”, explica Amaia, “en tres horas viven un proceso de cómo sería emprender. Tocan de forma muy práctica los diferentes puntos que vive un emprendedor”. Durante tres años han impartido más de cien talleres, incluidos ocho en Shangai. El equipo de Igloo Bilbao quiso evolucionar y decidió crear Ikesi, un programa que adaptaba estos talleres para jóvenes de altas capacidades. “Estamos intentando escalar lo máximo posible en el método que hemos creado”, confirma Asier.
“Luego quisimos hacerlo para un público general y de ahí nace Gaztekin Summer Camp”, dice Amaia Perea, “nosotros llevamos años haciendo talleres y siempre nos dicen que debemos empezar a hacer esto desde más jóvenes. Decidimos hacerlo en verano con niños de 8 a 12 años, con una experiencia algo más larga porque es una edad en la que están más frescos y tienen más tiempo para hacer esto”.
Ahora intentan reclutar niños para un campamento de diez días que quieren organizar en tres turnos diferentes entre junio y julio. Aseguran haber contrastado las dinámicas con agentes especializados en el trabajo con niños de estas edades. “La idea es que el chaval, cuando alcance los 20 años, en su subconsciente estas experiencias que ha vivido realmente le aporten. Queremos que haya tenido una experiencia que haya roto con su rutina totalmente y le haya impactado”, declara Asier de Miguel. Las matriculaciones pueden hacerse a través del correo electrónico gaztekin@igloobilbao.com.
Los promotores explican cómo han desarrollado un plan atípico en el que los ejercicios se organizan atendiendo a los cinco sentidos. Como novedad, destacar que cada día arrancarán con una sesión de yoga. “Más allá de que aprendan yoga o meditación, se trata de que ellos sean conscientes de la inteligencia emocional, que aprendan a prepararse mentalmente más para cualquier reto que tengan en su vida”, explica Amaia Perea. Asimismo, cada jornada terminará con una dinámica en la que cada participante pueda expresar lo que más y lo que menos le ha gustado del día.
El factor diferencial de este campamento está en el camino guiado que los niños recorrerán con la creación de su propio producto. Contarán con visitas a localizaciones y expertos que les ayudarán, por ejemplo, a la creación de su propio perfume, para el que tendrán que crear su etiquetado, su promoción y su venta en la última jornada del campamento. Asier señala que el profesor y el entorno “tienen que estimular”: “La idea de un campamento empresarial, dicho así, suena muy duro. Van a pensar que van a enviar a su hijo a un muermo de sitio, pero está diseñado para que el niño disfrute con lo que está haciendo e inconscientemente esté aprendiendo y teniendo un impacto”.
“A veces se ve el emprendizaje como algo doloroso y difícil de hacer. Tiene sus complicaciones, pero queremos que ellos lo vean como un juego. A esa edad tienen que verlo como algo positivo que pueden experimentar y disfrutar”, sentencia Amaia.