BILBAO - En el último pleno, su partido se quedó solo en un tema tan sensible como el de Ollerías. ¿No temen ir en dirección equivocada?

-Todos reflexionamos y nunca nos gusta quedarnos solos; pero es cierto que cuando hablas con los vecinos y la mayoría te dice que está de acuerdo, para mí es una especie de compensación moral. Llevamos once años en una dirección con un acuerdo mayoritario hace dos años y la dirección no parece la acertada. Cuando ha habido un repunte de la violencia, detenciones y, sobre todo, cuando el 62% de los vecinos se cambiaría de barrio si tuviera posibilidades, es que la dirección no es la correcta.

¿Expulsar al delincuente solucionaría el problema, como propuso uno de sus concejales?

-Expulsión con matices. Sacar de ahí a los elementos que complican la convivencia. Estamos hablando de 16 menores, algunos de ellos, tutelados insuficientemente por las instituciones, y cinco adultos. Considero que mientras que permanezcan esos adultos ahí, la situación va a seguir siendo complicada, aunque hayas conseguido sacar a los menores y no sean ya carne de cárcel. Como comentario, la Diputación manda a centros de tutela a algunos de esos menores fuera del término municipal de Bilbao. No entiendo que la gente se sorprenda porqué quien tenga una convivencia complicada no pueda estar en un núcleo urbano, igual tiene que estar en un caserío.

Se siente marginado en esta composición de ayuntamiento con un equipo de gobierno estable PNV-PSE y tres grupos como EH Bildu, Ganemos y Udalberri en más sintonía.

-Yo lo que digo es que cuando alguno de esos grupos minoritarios tienen algún problema, a uno de los sitios que acuden a resolver asuntos es a esta oficina y, desde luego, el PNV y el PSE tienen acuerdos con nosotros muy habitualmente.

¿Diría entonces que tiene más encuentros con el equipo de gobierno que desencuentros? Más allá de este momento tenso con el alcalde.

-Quizás no existe química entre nosotros. Tengo más química con Lander Etxebarria o, por supuesto, con Aitziber Ibaibarriaga, de EH Bildu, que con Juan Mari Aburto.

Viniendo de un concejal del PP su sinceridad no deja de sorprender.

-Por ejemplo, con Aitziber Ibaibarriaga me encontré el otro día con una niña monísima, Nora, y su padre, que fue concejal aquí, y estuvimos hablando. Te inclinas más por lo personal y no por lo político. Pero, independientemente de la química, creo que Aburto y yo somos dos personas llamadas a entendernos.

Lo que ocurre es que la química entre las personas en un ayuntamiento pesa mucho.

-Hay química con otras personas del gobierno como Mikel Álvarez o Ricardo Barkala. Lo que sí creo es que somos dos personas razonables para ponernos de acuerdo en lo que necesita Bilbao. Me quedo con eso. Me parece lo importante para no llevar determinados disensos más allá de lo imprescindible. En eso, por lo menos, yo estoy, y espero que también él.

Ha culpabilizado usted a Juan Mari Aburto de las ayudas que cobran miembros del clan de ‘Los Pichis’. ¿No le parecen unas acusaciones desproporcionadas para un alcalde? ¿Tiene usted datos para sostener sus críticas?

-Datos existen porque además se trasladaron en la reunión de portavoces que hemos tenido con Iñigo Pombo. En cuanto a acusaciones graves, yo lo único que he dicho es lo que todo el mundo sabe. La propia consejería reconoce que en 2011 se considera que hay pagos indebidos en relación a las RGI por 24 millones de euros, que se repiten en años posteriores. Centrándonos en Ollerías y Los Pichis, hay una denuncia de un medio de comunicación en relación al monto total de las ayudas.

Si lo que están cobrando ‘Los Pichis’ es fraude, ¿lo han denunciado?

-Yo no digo que sea fraude. Lo que digo es que independientemente de que tengan o no derecho, las ayudas tiene que estar bien dirigidas. Las ayudas sociales tienen que servir para la integración. Curiosamente, según los datos de que disponemos, que se pueden cotejar con asistencia social o Diputación, las personas de ese colectivo más dispuestas a la integración, a salir del gueto, son precisamente las que no perciben ayudas. Eso es un contrasentido. En este caso, no hablaría de fraude pero lo que digo es que están mal dirigidas.

¿Cree que para recibir una ayuda no basta con estar necesitado?

-Yo distingo entre quien cobra una ayuda social y puede estar en una situación de reinserción o mejora y quien es un grupito que lo único que hace con esas ayudas es sobrevivir y en el ínterin incitar a menores a delinquir y fastidiar la convivencia del barrio. Me parece terrible que un grupo familiar, concretamente, la faraona, cobre mayores ayudas sociales que la mayor parte de las viudas bilbainas. Quiero que la gente que perciba ayudas tenga un compromiso de urbanidad. Es tan fácil como ser un ciudadana normal. Es decir que no incita a menores a delinquir, si lo hace no tengo claro que tenga que percibir ayudas. El resto de las políticas de ayudas corresponde a otro ámbito.

¿Le ve alguna bondad a la Renta de Garantía de Ingresos que permite a muchas familias subsistir?

-Que quede claro que somos la comunidad que en términos absolutos más destinamos a ayudas sociales. Y en términos relativos, en Euskadi, cada habitante contribuye cuatro veces con el siguiente habitante de otra comunidad española en relación a las ayudas sociales. Es decir, un vasco aporta aproximadamente 200 euros al año de sus impuestos en ayudas sociales. Un navarro 55 y de ahí para abajo. Usted y yo tenemos una unidad familiar de cinco miembros y contribuimos con 1.000 euros a las ayudas sociales. Fíjese si considero que somos solidarios. Lo único que digo es que administren bien.

¿Diría que Bilbao es una ciudad segura?

-Siempre hemos considerado que Bilbao es una ciudad segura, pero el problema de la seguridad y así lo hemos denunciado es que si no atajas los pequeños brotes de inseguridad acabará siendo una ciudad insegura. ¿Bilbao es segura para los vecinos de Ollerías? No. ¿Para los jóvenes que andan en las cercanías de Zubiarte y son asaltados? No. ¿Para la gente que anda habitualmente por la calle? Sí. Pero hay esos pequeños brotes de inseguridad que hay que atajar.

Pero trasladan la imagen de un Bilbao conflictivo.

-No, no. Lo que pasa es que queremos que se erradiquen esos brotes. Hay otras iniciativas amables en materia de seguridad que no siguen adelante.

En su opinión, ¿el ocio está languideciendo?

-Sí lo creo. Se habla mucho de que el ocio en Bilbao tiene que estar dirigido a los bilbainos. Coincido en que es importante. Hay que hacer la ciudad atractiva y para ello hay que tener un buen ocio nocturno, pero tiene que haber civismo.