ANA Manrique descubrió la gimnasia facial a través de una de los mejores expertas en esta técnica oriental de rejuvenecimiento de la piel de la cara que se trasladó a Bilbao el año 2000 para dar un cursillo. Al principio no le dio demasiada importancia porque “no practicaba todos los días”, pero una vez que se informó y comenzó a investigar sobre esta técnica manual de origen vietnamita y chino, confiesa que “me conquistó de una manera terrible”. Por aquel entonces, Ana era una de las pocas personal shopper que había en la capital vizcaina, profesión que terminó dejando para dedicarse plenamente a la arquitectura de interiores. Pero lo que no abandonó fue la gimnasia facial. Se fue formando en Madrid y Estados Unidos hasta adquirir unos conocimientos que los ha ido poniendo en práctica en los cursos que imparte. También los ha plasmado en un libro. En algo más de cien páginas, con pocas palabras y muchas imágenes, Ana explica los ejercicios que hay que hacer todos los días para mantener tersa la piel. “Lo que he pretendido”, ilustra Ana, “es hacer un método de gimnasia facial sencillo, didáctico, asequible y sin pretensiones”. Los resultados, según dice ella, son “sorprendentes”.
Ana siempre ha sido una mujer emprendedora. Cuando estaba en la universidad estudiando Periodismo ya montó con una amiga su primer negocio en Bilbao. Fue una tienda de moda en la que vendían “firmas exclusivas”. Llegó a tener tres negocios en la capital vizcaina, dos de ellos relacionados con la moda y otro con la decoración. Pero cuando vio que “Bilbao era una plaza en donde las cosas caras eran difíciles de vender”, dio por terminada esa etapa. Corría 1993.
Entonces se hizo personal shopper, una figura con arraigo en Estados Unidos, pero desconocida por estas tierras. Lo hizo porque la clientas de sus tiendas le seguían pidiendo consejo. También aprovechó para seguir formándose. Realizó un máster en Marketing y posteriormente la carrera de Proyecto y Dirección de Obras. Y en esa época fue cuando descubrió la gimnasia facial. “Vi que era una maravilla porque es una técnica natural que se puede practicar en cualquier momento del día y en cualquier lugar ya que la herramienta la llevas encima, son las manos”, dice.
Tras formarse en Madrid y Los Ángeles, aprovechando que dos de sus hijos, por diferentes motivos, residían allí, comenzó a dar cursos. En algo más de dos horas y con la ayuda de una pantalla explicaba los ejercicios, pero se dio cuenta de que “al día siguiente no se acordaban de muchos de ellos a pesar de que tomaban notas”.
Así es como se le ocurrió crear un método y dejarlo escrito en un libro. “Y de esta forma pueden hacer en casa todos los ejercicios”, dice. Para seguir al pie de la letra su método solo hay que disponer de diez minutos al día. “Yo hago los ejercicios por la mañana porque me activa”, señala, “pero hay mucha gente que prefiere hacerlo por la noche porque le relaja”. Ana quiere dejar claro que “la gimnasia facial no solo es algo estético que hace que nuestra piel esté más luminosa, más tersa y más joven, sino que sirve a nivel interior”.
Se refiere a que durante esos diez minutos de sesión diaria “también sirven como meditación y para trabajar la respiración”. Y si se es constante con el método de Ana, “los resultados son sorprendentes, en dos meses o menos se nota que la cara vuelve a su sitio y recupera su firmeza”. Aunque también advierte de que “esto no es milagroso”. La gimnasia facial se diferencia de las cremas y los tratamientos estéticos en que “se ejercitan todos los músculos de la cara, haciendo que el riego sanguíneo sea mejor y la oxigenación de la piel sea mejor”.
Músculos “Ejercitando diariamente los 57 músculos que tenemos en la cara” dice Ana, “se evita la flacidez del paso de los años”. Algo que, según ella, no pueden conseguir las cremas y los tratamientos estéticos, “que son estupendos”. “Con las cremas”, añade, “el efecto es inmediato, pero al día siguiente todo vuelve a caer”. Porque de lo que se trata es de “aparecer con una edad menor de la que se puede aparentar”.
Ana compagina actualmente su profesión como interiorista y diseñadora en una empresa de Arquitectura y Urbanismo que montó hace años, con los cursos de gimnasia facial, “que es mi hobby”. Su intención es poderse dedicar más a ello en un futuro. En estos momentos prepara la segunda edición del libro al que está dando unos retoques. La esencia sigue siendo la misma: dotar al público de un “método sencillo y asequible” que ayude a rejuvenecer.