CONJUNTO de trucos y técnicas para generar la ilusión de realidad con lo que no lo es; ocultismo, encantamiento, prestidigitación, hechicería, taumaturgia? son algunas de las decenas de acepciones de la palabra magia. Todo eso será magia, pero el Mago Valen quiere que la suya sea sinónimo de ilusión, diversión, atractivo y encanto con las cosas que deleitan? un mundo imbricado con la fascinación, el embeleso y la seducción que nos producen las cosas y acciones que divierten y hacen gozar.

Hace 35 años fundó la Asociación de Magia de Navarra donde impartió su primer curso de magia, que después ha continuado en múltiples ocasiones incluyendo cursos de verano en la UPV-EHU en Donostia. Y ahora, desde hace tres años, en Bilbao, en su escuela de magia Fábrica de Magos. Es donde forma ilusionistas, “este curso saldrá la cuarta promoción”, que aprenden a divertirse y a divertir creando ilusión en ellos mismos y en los demás.

“Si eres mago podrás hacer desaparecer el hambre en el mundo, me dice algún ingenuo. Yo soy mago, pero tu algo tonto, le respondo; si yo pudiera hacer eso sería Dios, pero solo soy mago“. Él solo ejecuta trucos y técnicas para generar un ambiente de ilusión con el fin de divertir y divertirse. “Al hacer magia realizamos trucos pero no trampas, todo lo que se hace es real; tratamos de transformar lo irreal en real con la inestimable colaboración mental de espectador” matiza embaucador en su exposición, “porque para pasarlo bien en una sesión o en un espectáculo de magia, además de un mago habilidoso técnicamente, la clave está en la mente del espectador” explica didácticamente Valen. “Como decía un mago muy famoso de Bilbao, Ignacio Grasa, para manitas hay truquitos y para manazas, trucazos”, añade sonriente.

con la mente Este trabajo técnico para dominar, por una parte, los trucos que hacen las manos y, por otra, el aspecto psicológico de comunicar con la mente del espectador son los hilos conductores en las enseñanzas de su especial centro de formación. “Sí, fábrica de magos, porque mago es el que hace magia, no el que habla de ella”. Una escuela relacionada con los más prestigiosos magos nacionales e internacionales -“a la inauguración asistió, por ejemplo, Tamariz”-, a la que acuden alumnos de todo tipo, perfil personal y profesional.

¿Quiénes quieren perder su tiempo jugando con las manos y la mente? “Pues mucha gente y muy variada; son profesionales liberales de más de 25 años. Desde médicos, empresarios hasta bancarios, directores de hoteles, emprendedores... Son personas que desean aprender a desfogarse, desahogarse, divertirse”, relata.

¿Y para qué? “Fundamentalmente para sorprender a las amistades, hacer más amena una reunión familiar... las razones son múltiples pero todas tienen un denominador común: divertirse, deleitando a los demás”.

Al Mago Valen sus alumnos le dicen que la hora y media de clase se les pasa volando. “El 90% son gente que viene a aprender magia para disfrutar después con su gente. De hecho me suelen decir que durante el tiempo que están en la escuela se olvidan del ipad, la agenda, el móvil, los mails, del trabajo... Gozan mucho porque hay muy buen rollo entre los grupos. Luego me suelen contar que tal día en el txoko hicieron un juego a un amigo que se quedó acojonado. Además me confiesan que al salir de clase y al llegar a casa en lugar de decir a su pareja ‘el cabrón de mi jefe me ha hecho tal cosa... , le dicen que coja una carta y le hacen un truco. Es la fórmula que hace que el cóctel sea apetecible”, añade.

“adictomágico” Según Harry Potter la magia se hereda y luego se perfecciona. ¿Es así? “La literatura es literatura; en mi casa nadie ha hecho magia. Yo andaba metido en el mundo del baloncesto y tuve la suerte de que uno de los entrenadores hacia cositas de magia. Me puse en contacto con él y me entró el veneno y me hice adictomágico. Además tengo la suerte de que a mi mujer Carmen también le gusta y participa en el equipo de trabajo”, reconoce este prestidigitador, quien hasta la llegada de la crisis económica y su temprana jubilación del BBVA, a los 48 años, compaginaba su trabajo en el banco con la magia.

“Me volqué en mi principal pasión -la otra es la gastronomía- al jubilarme. Antes banco y magia iban en paralelo, aunque se complementaban porque operativamente he trabajado y trabajo mucho en el mundo de la empresa, en congresos, dinamizar eventos; al dominar el lenguaje y tener empatía con el público, el banco me encargaba los cursos de empleados porque comunicaba bien y hacía llegar los mensajes”, recuerda.

El Mago Valen se encuentra cómodo en la magia de la comunicación, de la broma, con estructura, escenario. “Disfruto más que el propio espectador; si no fuera así no lo haría. Muchos me dicen que qué suerte tengo por trabajar en lo que me gusta; yo les respondo que todos, a lo largo de nuestra vida, debemos encontrar el encaje en algo que nos haga disfrutar para que el trabajar no nos haga sufrir”.

En la escuela Fábrica de Magos de Valen trabajan también con chavales. “Tenemos dos grupos los viernes. La clave es que se diviertan, que aprendan magia y que sepan utilizarla como herramienta pedagógica, didáctica, de forma que potencien sus valores y trabajen sus carencias”.