Corría la era de los descubrimientos, allá por 1522, cuando dieciocho aventureros, exhaustos tras tres años de travesía, fondearon en el puerto de Sanlúcar de Barrameda habiendo logrado una hazaña con la que redactaron parte de la historia. Por muy obvio que parezca a día de hoy, no fue hasta el siglo XVI cuando se consiguió la prueba más práctica de que la tierra es esférica, después de que la expedición comandada por Juan Sebastián Elcano, al frente de la aventura tras la muerte de Fernando Magallanes, consiguiese la primera circunnavegación de la historia. La Nao Victoria -como si el nombre vaticinase su éxito- fue la única de las cinco embarcaciones que llevó a buen puerto a los marineros que sobrevivieron.

El recuerdo de ese buque de alto bordo persiste permanentemente en la réplica del navío atracado desde este jueves en el muelle Ramón de la Sota del Museo Marítimo de la Ría de Bilbao. Construido en 1992 para la Expo de Sevilla bajo el mismo nombre del barco que evoca, la Nao Victoria lleva el testimonio de uno de los barcos más emblemáticos de la historia de la navegación allá donde va. Actualmente zambullida en una gira por Europa, el navío estará anclado y con las cubiertas abiertas al público en Bilbao hasta el lunes, cuando continuará su peregrinaje hacia Alemania a través de Francia y Holanda.

“El sistema de gobierno es lo más destacable del barco. En lugar de un timón tenemos un pinzote, es un sistema del siglo XVI”, explica Rosario Fernández, capitana del buque, en la cubierta del navío. Más allá del romanticismo, emular la navegación a la antigua usanza conlleva ciertas dificultades. “Es una embarcación con vela cuadra, navegamos con viento cortante, aunque hoy en día llevamos dos motores, lo que nos ayuda enormemente. En el momento que hay viento el barco se convierte en una veleta”, relata sobre el escaso equilibrio que ofrece el barco.

A pesar de ello, la Nao Victoria cuenta con ciertas diferencias respecto a su antiguo referente. “En el siglo XVI había entre 53 y 55 hombres a bordo. No había catres y la zona de abajo era la bodega. La tripulación dormía en la cubierta, donde podía, algunos incluso al raso”, explica la capitana, natural de la localidad gaditana de Arcos de la Frontera. A día de hoy, el buque cuenta con una tripulación de 15 personas procedentes de distintas partes del Estado: Murcia, Galicia, Huelva, Cádiz, Barcelona, Asturias... “¿Qué queda de aquella época? Queda la convivencia a bordo en un espacio muy reducido, en el que dormimos en el mismo espacio, aunque ahora cada uno tiene su cama”.

Entre 2004 y 2006, el navío realizó su particular vuelta al mundo navegando con una tripulación de 20 personas en un periplo a lo largo de 17 países y 26.000 millas. Durante esa travesía, uno de los logros más importantes fue el conseguir que los libros de texto hawaianos rectificaran el descubrimiento de las islas, ya que hasta entonces señalaban a los marineros ingleses como responsables. “Fue un español el primero que cartografió y referenció Hawai. Lo demostramos documentalmente”, se enorgullece Rosario Fernández.

“Me han preguntado muchas veces cómo una mujer al mando de un barco así, ¿pero por qué no? Cada vez hay mujeres capitanas”, contesta la gaditana, restando importancia a su gobierno al frente del barco, un hecho que sería impensable hace 500 años. Con la misma naturalidad aborda dicha cuestión Raquel, embarcada recientemente en Gijón. “El barco está inspirado en el siglo XVI, pero no estamos en el siglo XVI. Hago lo mismo que todos, soy un marinero más”, indica la aprendiz asturiana, cuyo cometido a bordo es el grabar un documental junto con otro compañero.

“El hecho de amanecer en medio del mar en este barco marca la diferencia, es una experiencia a la que mucha gente no tiene posibilidad de acceder”, declara Raquel, alegrándose de su suerte. La misma dicha siente José, un maquinista de Chiclana. “Todas las maniobras las hacemos a mano, decidí hacer las prácticas aquí porque es la réplica de un barco que dio la vuelta al mundo”, considera el grumete. Tanto Raquel como José cesarán su travesía en la próxima parada, en Rochefort (Francia), para dejar paso a que otros tripulantes disfruten de la experiencia.