La mañana de los ojos tristes
Los funerales por el alma de Iñaki Azkuna en la catedral de Santiago congregaron a una multitud de nombres de peso y de pueblo llano
Agotar en vida todos los deseos es el destino de toda existencia, dijo el escritor Henry Miller. No alcanzó esa voluntad Iñaki Azkuna porque había pedido un imposible: irse solo, apenas rodeado de sus íntimos. Cada vez que Bilbao se sienta solo, le recordará como al alcalde "que no ha dejado calle sin huella", como decía María Elorriaga, una de las miles de personas que ayer lloraron en Bilbao. Fue la mañana de los ojos tristes, de los corazones encogidos; una mañana en la que llovió "porque alguien como Iñaki no podía despedirse bajo el sol sino bajo el sirimiri", como decía Pascual Molongua, enfundado en un traje negro de enterrador, solemne. Su voz sonaba solemne, nada que ver con esa otra cantarina que emplea para alegrar las calles del Casco Viejo por donde ayer discurrió un cortejo fúnebre, camino de la catedral de Santiago, el lugar elegido para la cita del adiós.
Como acostumbra en los funerales, fue un tiempo de encuentros. Mientras las calles del Casco Viejo iban poblándose de pueblo, si es que se puede decir así, -ni qué decir tienen los alrededores de la catedral de Santiago...-, el teatro Arriaga se convertía en un solemne vestíbulo de la ciudad, con un retrato del propio Iñaki Azkuna, flanqueado por sendas banderas de Bilbao. Fue allí donde Ibon Areso, Andoni Aldekoa y José Luis Sabas recibieron a autoridades de toda condición (más tarde lo harían a las puertas de la catedral), desde el príncipe Felipe y la princesa Letizia hasta el lehendakari Iñigo Urkullu, junto al resto de miembros del Gobierno vasco y Lucía Arieta-Araunabeña, y la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, pasando por los cuatro lehendakaris precedentes, Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza, Juan José Ibarretxe y Patxi López; sin olvidar al único Hijo Predilecto de Bilbao nombrado por el propio Azkuna, el pianista Joaquín Achúcarro, quien en compañía de Enma Jiménez pedía una cuestación popular en Bilbao para dedicarle una estatua a Iñaki Azkuna; el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka; alcaldes de varias latitudes como Juan Carlos Izagirre (Donostia), Xabier Trías (Barcelona), Javier León de la Riva (Valladolid), Iñigo de la Serna (Santander), Alfonso Fernández (Salamanca) o Juan Ignacio Zoido (Sevilla), Alain Juppe (Burdeos), Didier Borotra (Biarritz), Peyuco Duhart (Donibane Lohizune) entre otros; el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao;el de Gipuzkoa, Martín Garitano,y el de Araba, Javier de Andrés;el Ararteko, Iñigo Lamarka, las presidentas de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Madariaga, y la del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria; el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra;el presidente del BBVA, Francisco Gonzalez;el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán;el presidente de la BBK, Xabier Sagredo;el presidente del EBB, Andoni Ortuzar;la presidenta del BBB, Itxaso Atutxa;del GBB, Joseba Egibar,y del ABB, Xabier Agirre, junto a sus respectivas directivas; Jerome Bonnafont, embajador de Francia en España; el presidente del Athletic, Josu Urrutia, y el del Bilbao Basket, Pedja Savovic, acompañado por Álex Mumbrú; Iñaki Alzaga y Javier Andrés en nombre de DEIA, Alfonso Basagoiti y Jon Azua,entre otros cientos. La ciudad hervía de nombres propios...
En el interior de la catedral, las cofradías de Bilbao echaban una mano en la organización. Entre fieles y curiosos, el pueblo alcanzaba el templo a las 10.00 horas. En su interior se encontraban el obispo de Bilbao, Mario Iceta (ofició el funeral concelebrado, con la presencia, entre otros sacerdotes, de Jaime Oráa y de Luis de Lezama, impulsor de La Taberna del Alabardero)y el deán de la catedral, Luis Alberto Loyo. También lo hacía Alex Azkuna, el hijo de Iñaki, rodeado de su familia más próxima. Envueltos en una nube de incienso, el pueblo fue acercándose a despedir a uno de los suyos.
Fuera se formaban colas para fimar en el libro de duelos y entre los presentes se podía distiniguir a Jose Andrés Gorricho y Mitxel Duñabeitia, en nombre de IMQ; el rector de la UPV/EHU, Iñaki Goirizelaia; Carmelo Garitaonadia, José Ángel Iribar, Joseba Etxeberria, Dani; Santiago Díaz Ponzoa, viejo amigo de Iñaki en su templo de El Perro Chico;K-Toño Frade, José Miguel Lanzagorta, presidente de la Sociedad Coral de Bilbao; Juan Carlos Matellanes, presidente de la ABAO; Jesús Mari Lazkano, Asier y Amagoia Loroño; Carmen Urrestarazu,el juez Fernando Grande-Marlaska, el presidente de la FEMP, Iñigo de la Serna, y un buen número de mandos de la Ertzaintza, Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y la Guardia Civil.
Minutos antes de que comenzase el oficio religioso la atmósfera de Bilbao se ilustraba con música de Verdi, Brahms o Benito Lertxundi, que el propio Iñaki Azkuna había seleccionado para "suavizar la espera". Lo agradecieron los presentes que hacían guardia a la espera de las lágrimas que, por momentos, dibujaron un retablo sobrecogedor. Entre quienes vivieron la ceremonia con emoción se encontraban Isidro Elezgarai, quien reconoció tragarse "lágrimas como puños"; Gurutze Beitia, Miguel Ángel Lujua,presidente de Confebask; Fran Aspiazu, Imanol Landa,el ganadero Victorino Martín,que tampoco pudo contener las lágrimas; Yolanda del Hoyo, en nombre de la cadena Aránzazu; Juan Carlos Ercoreca, José Ángel Corres, el cineasta Pedro Olea, Begoña Ibargüen,el presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, Juan Goiria; Cosme Naveda, Joseba Solozabal, hecho un mar de sollozos; Juan Mari Sainz de Buruaga;anteriores alcaldes de Bilbao como Josu Ortuondo o José María Gorordo; Miguel Madariaga, Miguel Unda, Begoña Salinas, Javier Mendoza, Txus Aginagalde, Ángel Serna, Carmelo Lezana, el secretario general de CC. OO, Unai Sordo; Fernando García Macua, Juan Antonio Zarate, Andoni Etxeberria,Josu Bergara, los directores del Museo Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, y del Museo de Bellas Artes, Javier Viar;el presidente de la plaza de toros de Bilbao, Matías González; Susana Amann, María Loizaga, Berta Longas, Olga Elgar,el presidente de la Fundación Sabino Arana, Juan Mari Atutxa; el presidente del Club Cocherito, Enrique Villegas;el cónsul de Italia en Bilbao, Giorgio Barvalle; Julio Alegría, José Luis San Pedro, Asís Canales, Iñaki Etxebarria, viejo amigo de Azkuna; la directora del Hospital de Basurto, Mitxol González; Enrique y Carmen Thate, y así un largo etcétera de nombres propios que no quisieron perderse la despedida.
Frente al altar de la catedral, escoltado por las tallas de la Virgen de Begoña y Santiago, imponía la makila de Azkuna, reposada sobre un cojín de terciopelo azul junto a la medalla de San Antón. Era Azkuna en símbolo, al igual que la soprano Olga Revuelta, cuya voz gustaba al alcalde. Y cerca, muy cerca, buena parte de la clase política que acompañó a Iñaki a lo largo de su carrera. En esa nómina quedaron reflejados la presidenta del PP del País Vasco, Arantza Quiroga, y el portavoz de los socialistas vascos, José Antonio Pastor;el portavoz de UPyD en Euskadi, Gorka Maneiro;el delegado del Gobierno español, Carlos Urquijo; Rodolfo Ares, Idoia Mendia, Mikel Torres, Isabel Celaá,concejales como Asier Abaunza, Ohiane Agirregoitia, Marta Ajuria, Sabin Anuzita, Ibone Bengoetxea, Mariano Gómez, Tomás del Hierro, Alfonso Gil, Yolanda Díez, Eduardo Maiz, Ana Etxarte, Juan Félix Madariaga, Itziar Urtasun, Jone Unzeta, Aitziber Ibaibarriaga, David Lopategi, Luis Hermosa, Jorge Lorenzo, Beatriz Marcos, Pilar Muerza, Inés Pascual, Goyo Zurro, Cristina Ruiz u Oscar Fernández, diputados forales y consejeros del Gobierno vasco, parlamentarios, congresistas y senadores de toda condición.
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