Bilbao - Mientras se realizan las fotografías para la entrevista, un hombre que pasea junto al palacio se acerca a Jon Ortuzar. Casi disculpándose, le advierte de que en la zona de la ampliación hay un cristal con una pequeña rotura. El director le agradece el gesto y sonríe, satisfecho de ver cómo el palacio ha conseguido hacerse un hueco en el corazón de los vizcainos. "La sociedad lo siente como suyo", se alegra. Por eso, hoy abrirán las puertas del grandioso Euskalduna para que puedan conocer y recorrer todos sus rincones. El mismo día 19 de febrero en el que se inauguró el palacio, su pequeño equipo de trabajadores lo celebró brindando por estos 15 años.
Y su deseo al soplar la vela de la tarta fue...
-Agradecimiento sincero. El equipo de Euskalduna hemos hecho un buen trabajo pero en estos años ha habido muchas personas importantes: las empresas colaboradoras, los concesionarios, clientes tremendamente fieles que creyeron en nosotros desde el principio, usuarios, la Fundación Bilbao 700, la BOS, la ABAO, ESO... Y, por supuesto, la Diputación; su apoyo ha sido determinante.
Después, ¿a seguir trabajando?
-Han sido años muy brillantes, con unos resultados espectaculares pero no caben triunfalismos; aquí está todo por hacer. Lo conseguido, si no mantenemos la tensión, puede ir claramente hacia abajo. El tiempo es muy difícil, la competencia es tremenda y cualquier descuido lo pagaríamos caro.
20 años no son nada, dice el bolero. ¿Y 15?
-Son muchos. Es difícil aceptar que han pasado y, al mismo tiempo, no son nada en el sentido de que empiezan otros 15. Aunque la tengas, de gloria no vive nadie. Tenemos que estar pensando ya en las claves de los próximos años. La ampliación es una nueva oportunidad y una tremenda responsabilidad. Te da acceso a hacer grandes congresos pero no puedo tener ociosos casi 3.000 metros cuadrados el resto del año. Te exige que lo rentabilices, tanto económica como socialmente.
¿Se imaginaba llegar hasta aquí?
-Sinceramente, no. El consejo de Administración nos dijo, en broma y teniendo en cuenta que se esperaban otros objetivos de impacto económico, que firmaba el escenario más pesimista, 300 millones de pesetas de subvención anual. En pocos años se vio que no solo no era necesaria la subvención sino que teníamos que generar un beneficio de explotación para renovar el equipamiento. El día que alguien diga "se ha quedado un poco viejo", estamos perdidos. Tenemos que inaugurar el palacio todos los 19 de febreros.
¿Recuerda cómo llegó a Euskalduna?
-Sí, tres años antes de inaugurarse. Yo estaba en Basurto, terminando la integración del hospital en Osakidetza. Era un reto muy tentador porque suponía la posibilidad de colaborar a crear algo. Y además se enmarcaba en un proceso precioso, el de la renovación de Bilbao. Tener la oportunidad de poner tu granito de arena en ese proceso ha sido un privilegio. Aquí, nosotros podemos tener una cuenta de explotación muy saneada pero si no generamos un impacto económico en nuestro entorno, no aportamos nada. Estamos para generar riqueza.
¿Qué tiene Euskalduna que no tengan otros centros de congresos?
-Recibimos muchísimas visitas de personas que están pensando en implantar palacios en sus ciudades. El éxito de un palacio de congresos no es la fórmula de la Coca-Cola, no es un secreto. Es vivir como propio cada evento y todo un planteamiento de primer nivel en términos de calidad. Tiene que haber una adecuación de la infraestructura con la ciudad, ser multifuncional, vivir los eventos en primera persona y no decir que no a nada.
¿Por ejemplo?
-Nos han pedido infinidad de cosas: desde la cena en el escenario de la clausura de un congreso a un lago en una ópera de la ABAO. El año pasado se puso un rincón para hacer talos, este año va a haber un salchichauto... Al principio te sorprendes pero luego piensas, ¿y por qué no?
Las luces brillan por sí mismas pero, ¿ha habido sombras?
-Evidentemente. A las pocas semanas de inaugurarse, tuvimos las jornadas de la moda vasca y se hizo un desfile en el auditorio, desmontando parte de las butacas. Algunos lo tomaron como una aberración. Ha habido momentos muy tensos en el ámbito de la coordinación. La virtud de poder hacer varias cosas a la vez es también un reto tremendo. Y, en el día, evidentemente, te llevas muchos chascos.
¿De verdad ha pasado la crisis por Euskalduna?
-Sí, rotundamente. Los grandes congresos se mantienen bastante bien, pero la empresa ha bajado en picado. El tema cultural en este momento nos plantea muchísimas incertidumbres. La crisis es absolutamente real y totalmente perceptible. Pero no nos resignamos; luchamos contra ella y buscamos por dónde salir. Si se te han caído las reuniones de empresa, hay que compensarlas con otra cosa. Si hay dos títulos menos de ópera, tenemos que ver cómo ocupamos esas fechas libres.
¿Por ejemplo?
-La ampliación nos da muchísimos recursos y estamos explorando las posibilidades que tiene. Vamos a hacer una inversión para tener un sistema de oscurecimiento y mejorar algunos aspectos acústicos, porque puede ser un espacio para actuaciones y conciertos.
¿Necesitarán más ampliaciones?
-No. El congreso más grande que la ciudad puede soportar, de unas 3.000 o 4.000 personas, lo podemos hacer. La ciudad no da para más. Sería ridículo que tuviéramos un palacio que podría acoger congresos de 15.000 personas. ¿Para qué?
¿Cuáles son ahora los retos?
-Consolidar la posición que tenemos. Tenemos que seguir siendo líderes a nivel estatal y enriquecerlo con una presencia creciente del mercado internacional.
¿Dónde está el techo?
-Tenemos que tener clara nuestra dimensión. A veces nos creemos el ombligo del mundo y no es para tanto. No obstante, tenemos fortalezas con las que podemos ganar a ciudades como Londres o Amsterdam. No vamos a competir con Madrid o Barcelona en congresos de 15.000 personas pero en los de hasta 3.000 podemos ser mejores que ellos; con unas buenas comunicaciones, con la excelente oferta hotelera, el atractivo de la ciudad y su comodidad. Una sede céntrica, que permita ir andando al hotel, se valora extraordinariamente. Eso nosotros lo cumplimos, y las grandes ciudades, no. Aprovechemos esas ventajas.
¿Y una ocupación del 100%?
-Yo ahora firmo por tener una ocupación del 90% indefinidamente. En términos cuantitativos probablemente estemos en límites máximos, no es fácil que crezcamos. Lo que ocurre es que tienes que hacer un planteamiento muy exigente para mantenerte donde estás. En Alicia en el País de las Maravillas, un hada le dice a Alicia que tienen que correr. Corren y corre, hasta que Alicia se para y se da cuenta de que están en el mismo sitio. "Imagínate dónde estaríamos si no hubiéramos corrido", le dice el hada.
¿Cómo será Euskalduna en el futuro?
-Todo lo que tiene que ver con la tecnología va a cambiar radicalmente. Estamos ya con todos los sistemas nuevos de ticketing, para que la gente venga de casa con las entradas, y en el móvil tenemos incorporados los programas de los congresos. Estamos viendo un sistema para que, cuando vengas a un congreso, introduzcas en el móvil tu perfil y tus intereses, y te localiza en tu entorno qué perfiles coinciden contigo. Y también sistemas virtuales que te van guiando por dentro del palacio a través del teléfono hasta la sala donde tienes que ir. Te hace un camino virtual, como un GPS.
A nivel congresual, este 2014 pinta muy bien.
-El año 2012 fue muy bueno, 2013 ha sido normalito y 2014 en grandes congresos, que son importantes para nosotros y para el entorno, tienen muy buen aspecto. Tenemos 7 congresos de más de 1.500 personas; tres en el entorno de los 1.000 y muchas otras cosas. Desde el ámbito congresual va a ser muy bueno. Pero...
¿Pero?
-Nuestra gran preocupación en este momento es llenar los huecos que ha dejado la reducción de dos títulos de la ABAO. Es un palo tremendo y hay muy poca capacidad de reacción. Estamos moviéndonos a tope, con algún buen resultado. Pero, a pesar de todo, va a ser un gran ejercicio. En el ámbito congresual, excelente, sin duda.
¿Y la programación cultural?
-Nosotros tenemos una suerte: tener aquí a la BOS como orquesta residente, tener la temporada de la ABAO, de la OSE, ciclos como Musika-Música... Eso nos garantiza un desarrollo cultural importante. Además, podemos tener tres musicales de primerísimo nivel.
¿Con qué momentos se queda de estos 15 años?
-Recuerdo la visita de Lech Walesa, que se reunió con los asistentes a un congreso de discapacitados que se celebraba conjuntamente; me deslumbró Vicente Ferrer, la forma en la que las personas iban a abrazarle; me acuerdo de la llegada en coche de Sophia Loren, su salida del coche hizo que desapareciéramos todos; una cena con Julio Iglesias que fue divertidísima; Berlusconi pidió una televisión porque quería ver cómo había estado en su intervención....
¿Cuál es su rincón favorito?
-Aquel espacio que te permite ver todo. A la salida de la oficina, hay un balconcito del que se ve todo el hall de exposiciones. Y suelo estar bastante en el auditorio, donde está el cuarto de control, desde donde tienes una visión general de todo el espacio. Y, por supuesto, mi despacho; ahí paso tantas horas que es como mi segunda casa.
¿Qué espectáculo le gustaría traer a Euskalduna?
-Nuestra asignatura pendiente es traer a Plácido Domingo. Es mi ilusión y lo seguimos intentando.