Bilbao
TRAS una caminata de casi cuatro horas no me quita nadie de comer un buen talo con chorizo. Hay que recuperar fuerzas para regresar, aunque lo haga en autobús", relata José Luis de Lemoa. Y es que además de la tradición de visitar a la Amatxu, hay otras costumbres que hay que mantener. Degustar un buen talo con chorizo, unos churros para untarlos en chocolate o comprar una docena de rosquillas se han convertido en otras tradiciones que se cumplen cada 15 de agosto. "Mi madre me ha encargado una docena rosquillas. Como no le lleve se enfada", recuerda el hombre. Rosquillas, pastel vasco, pan, queso, miel, talos, estampas de la Virgen de Begoña... Los puestos que cada año se colocan en las inmediaciones de la basílica de Begoña se llenan de gente.
Begoña y Juana tampoco faltaron a su cita con el talo con chorizo. "Primero hemos ido a misa de las nueve y después a llenar la tripa. Es tradición comernos un buen talo con chorizo", explicaba una de las amigas. "Estaba muy rico. Ha sido un ver y no ver. En cuestión de minutos nos lo hemos zampado", explica Bego.
Los precios llevan años congelados: la docena de rosquillas grandes, 6 euros, y las pequeñas, a 3. "No está la vida como para ir subiendo los precios. Aunque ganemos menos, no podemos subir. La gente deja de comprar", apunta la responsable de uno de los puestos.
Entre los productos que se venden hay regalos para la Amatxu; velas, flores... "Aunque se ha notado un bajón, la gente mayor continua comprando detalles para llevar a la Virgen. La gente joven apenas compra", describe Rosa.
Lo que no ha bajado es la venta de los churros. Entre los peregrinos que van llegando a pie hasta la cima de Begoña lo más demandado son los churros con chocolate. "Llegas desfallecido y un chocolate entre maravillosamente. No me importa que haga calor. Necesito un subidón de azúcar", comenta Julen, de Durango.
Aunque la crisis siempre se nota en el día de la Amatxu, la venta de productos como rosquillas se conserva "bastante bien". "No es un gasto excesivo y la gente generalmente las compra para llevarlas a casa. Hay quien nos confiesa que si no se lleva unas rosquillas blancas no se marcha tranquilo", cuenta la vendedora Rosa.
Lo cierto es que el buen tiempo anima y no cabe duda de que siempre es un factor a tener en cuenta a la hora de la venta en el día de la peregrinación a Begoña. "Cuando llueve la gente no se pasea tanto. Vienen a misa y se van. Con sol las ventas suben", concluyen.