Bilbao

Llegaron a Bilbao sin saber ni una palabra de castellano, pero con una idea muy clara: producir un documental que reflejara cómo en la capital vizcaina hay gente que practica el reciclaje creativo. Así nació Calle Cortes, una creación de Antonella Deplano y Stefano Ricci, dos cineastas italianos de 31 años que cogieron las maletas desde la región italiana de Los Abruzos para dar forma a este proyecto. El trabajo ya ha sido premiado en el festival Short on Work de Módena.

La aventura de la pareja italiana en la capital vizcaina comenzó en septiembre de 2011. "Nuestra amiga Mariangela Artese es diseñadora y nos contaba cómo había artistas que creaban obras reutilizando cosas. Al saberlo, no dudamos y nos vinimos para aquí a dar forma al documental", afirman en un castellano correctísimo aprendido "en la calle". En principio, comenzaron a trabajar con la idea de captar qué se hacía en la asociación Trukarek, pero se encontraron con un amplio abanico de artistas que, donde otros ven algo inservible, ellos lo utilizan para dar forma a nuevos objetos. Tambores de lavadora que sirven como base a puffs, ropa hecha con tela de paraguas... "Nos encontramos con muchos artistas que se dedicaban a varios sectores y decidimos grabarlos a todos", indican.

Deplano y Ricci invirtieron "un año de trabajo" en dar a luz a esta cinta de 44 minutos de duración. Producción, dirección, posproducción..., todo recaía en sus manos. La labor era muy grande. "Los primeros tres meses fueron muy duros, porque tardábamos muchísimo, no sabíamos mucho castellano y era muy difícil" apunta Antonella, que llegó a Bilbao desde la localidad de San Salvo, en la provincia de Chieti. Ambos reconocen que lo que más les llamó la atención fue el "ambiente familiar que hay entre los artistas bilbainos". Eso facilitó bastante el rodaje, ya que el documental repasa, en parte, cómo trabajan estos creadores.

Por eso, una de las obsesiones de Antonella y Steffano era que todo fuese natural, que se viese fielmente qué ocurre en los estudios. Tras el proceso de grabación y producción, había que poner un título al documental. No hubo dudas. Calle Cortes. "Es el lugar donde empezó todo. Siempre se suele hablar de la prostitución, la droga... Pero en esta calle ocurren cosas buenas, hay muchos artistas y no se habla de ellos", indica Antonella.

Éxito en Italia Antonella y Steffano han visto cómo sus primeros reconocimientos en Italia han llegado gracias a esta obra. A finales del pasado año recibieron un premio en el festival Short On Work de Módena. "Había grandes producciones de Australia, Estados Unidos... Y nos sorprendió muchísimo porque, además, tratamos un tema desconocido", explica Steffano, natural de Sulmona, un pueblo de la provincia de L'Aquila. Impulsados por ese éxito, el pasado abril presentaron Calle Cortes a festivales de Roma, L'Aquila y Pescara. El público que vio el documental salió satisfecho. "Mucha gente nos dijo que había mucha naturalidad en el documental, que se veía que todo era real", destaca Antonella.

Cambio de chip Que el documental se vea y se valore muy bien en territorio transalpino es muy importante porque entre los objetivos que se marcaron al hacer esta obra era "dar a conocer en Italia lo que se hace en Bilbao", explica Steffano. "En Italia también se hacen cosas así, pero allí tienen menos salida que aquí", remarcan ambos. El mensaje de esta cinta es que la sociedad necesita un cambio de chip, pensar en reciclaje de forma más activa. Dar pasos hacia la reutilización de muchas cosas que, aunque hayan perdido valor para desempeñar su función originaria, pueden servir como base para crear nuevos objetos. "Las empresas también deberían implicarse más, no solo el ciudadano", ahonda Steffano.

El público italiano ha dado muy buena acogida a la cinta, pero, estos dos jóvenes, tenían la duda de qué opinión tendrían los vecinos de la zona en la que se desarrolla la historia. Esas dudas se disiparon cuando el documental fue proyectado en la noche abierta de la plaza Corazón de María. "La presentación en Bilbao se hizo donde más nos gustaba, donde más sentido tenía", relata Antonella. Aquel día tenían nervios, expectación por la reacción de los vecinos, las personas más cercanas a las historias que narra Calle Cortes. "Había setenta personas y les gustó mucho. Nos encantó ver cómo reaccionaban y veían las cosas buenas que ocurren en su barrio", desgrana Steffano.

Ahora, su objetivo es dar a conocer en Bilbao esta historia en la que los protagonistas son bilbainos y que con sus creaciones ponen su granito de arena para hacer del planeta un lugar más sostenible. Steffano y Antonella han contado esta historia en un documental Made in Bilbao con acento italiano.