Barakaldo. Define el turismo enogastronómico como un organismo en el que se abre al turista todos los aspectos de la gastronomía, desde su producción, hasta su presentación en el plato. "Bizkaia tiene mucho por hacer y eso es lo bueno", asegura Asunción mirando al futuro de un turismo que cada año despunta en las estadísticas.

¿Qué es exactamente el turismo enogastronómico?

Tradicionalmente se confunde con la restauración, pero eso solo es una parte de este turismo. En este organismo se incluye desde que se cultivan los alimentos y todos sus procesos, hasta lo que llega al plato y se disfruta.

No son solo pintxos y txakoli.

Se trata de mucho más. Ellos han sido los pioneros en la enogastronomía, pero ahora se incluyen las visitas a viñedos, catas de pan, la iniciativa de poder ser pastor por un día… Añadir todos los procesos de producción, la extracción de productos, los museos, centros de interpretación...

¿También los souvenirs?

Por supuesto. El comercio también está implicado y los souvenirs es uno de los aspectos que queremos potenciar. La idea es que el turista se lleve un recuerdo, pero no solo emocional también algo tangible, una botella de txakoli, aceite o un producto de alimentación tanto natural como cocinado.

Así que hay que cambiar la baldosa por el bacalao...

Hay que empezar a potenciar lo gastronómico también. Una lata de bonito, queso de Ibaizabal, los bombones, hay mucha variedad.

Las cifras de turismo son inmejorables. ¿Por qué ahora un congreso sobre enogastronomía?

Nace por una iniciativa de BEC y al amparo de la feria de gastronomía Foccus Bilbao. Ellos ven que hay una oportunidad en el turismo para potenciar el sector de la agroalimentación y desde la Universidad nos parecía muy interesante. El turismo es un sector que está capeando la crisis mejor que ningún otro. Tenemos muchos lugares más deprimidos económicamente y que han vivido de las bebidas y el aceite encontrando en el turismo una nueva línea de negocio que, incluso, está haciendo que desaparezca la original.

Explíquese.

En muchos lugares se da la circunstancia de que no es tan importante la producción de su producto estrella al convertirse su explotación turística en un medio de ingresos más interesante. La combinación de producción y explotación turística también está siendo muy exitosa. Solo hay que fijarse en la Rioja Alavesa, en cómo están desarrollando las visitas a las bodegas de forma muy exitosa.

En Bizkaia también tenemos bodegas abiertas al turista.

Sí, se está haciendo poco a poco y, para mi gusto, muy bien. No solo con el txakoli, las asociaciones de panaderos, productores de queso locales... A eso se le denomina tecnoturismo, visitas a las empresas que están en activo y muestran sus métodos de producción.

¿Los vascos juegan con ventaja por la fama de su gastronomía?

Totalmente, y eso es lo bueno. Se ha hecho un estudio donde se demuestra que la enogastronomía es una motivación para los turistas culturales y con niveles de estudio altos a la hora de elegir un destino. Si por algo se nos conoce es por comer y beber muy bien. Aquí todo se acaba decidiendo alrededor de la mesa. Eso hay que exprimirlo.

¿Cuáles serían los productos estrella de Bizkaia en el turismo enogastronómico?

No me atrevo a decantarme por alguno. Bizkaia tiene mucho por hacer y eso es lo bueno. Tenemos muchos recursos muy interesantes y unos procesos muy bien desarrollados. Nuestro déficit es la comercialización. Tenemos que aprender a promocionarnos ya. Y hacerlo siempre poniendo a la persona que nos va a visitar en el centro de nuestra forma de pensar. Desde luego en enogastronomía somos líderes.

En plena crisis, vale más que nunca aquello de renovarse o morir.

Es el momento, y no solo por la crisis que es cuando más ingenioso hay que ser. Tenemos que cambiar y empezar a caminar hacia el turismo, está claro. La gente no ha dejado de viajar y la enogastronomía es una de las grandes motivaciones a la hora de escoger un destino.

¿No supondrá mucha inversión económica para los productores ahora que hay que apretarse el cinturón?

Más que el dinero es el esfuerzo de pensar de otra manera. El turista no quiere un parque temático del txakoli, por ejemplo. Quiere ver la autenticidad de donde se elabora, cual es su esencia. Mostrar eso requiere una serie de recursos que igual antes no se tenían pero que es imprescindible para que sea un recurso turístico, como el acondicionamiento de un baño para las visitas. Pero no habría que invertir mucho más porque la bodega ya se tiene y queremos que se conserve la autenticidad.

¿Qué término usaría para definir el efecto que creará en Bizkaia el turismo enogastronómico?

Sería un cambio positivo. Y sobre todo también un cambio de mentalidad. Lo que se pretende al viajar es ser feliz y la enogastronomía puede conseguirlo a través de todos los efectos que tiene en nuestros recuerdos. Y tenemos que pensar en el turismo en positivo. Cuando veamos a turistas por la calle, los propios ciudadanos tenemos que ser más amable. Todos debemos pensar que podemos vivir del turismo.