Bilbao
SEGUIME Chango... seguime!" Ese era el grito de guerra del buscavidas argentino José De Zer, periodista de Nuevediario, mientras perseguía extraterrestres, alienígenas y platillos volantes en compañía del camarógrafo Carlos Chango Torres. Lo hizo durante seis meses en el cerro Uritorco, examinando cuevas, subiendo en mulas y filmando estrellas en busca de vida más allá de la atmósfera. Años más tarde se supo que las filmaciones eran trucadas y las luces que se vieron en los vídeos eran resplandores de linternas o brasa de cigarrillos.
Hoy esta crónica rescata aquella fórmula -¡Seguime, lector, seguime!- para sumergirle al curioso en el universo argentino que ha creado Leandro Hernán Rabosto Baz en Alameda Urquijo, donde ha inaugurado algo más que un comercio: una península de Argentina en Bilbao, un refugio para los desterrados hijos de Eva (Perón, si se me permite la gracia...) y para aquellos curiosos que lo deseen.
El local se llama Tentaciones al atardecer y el nombre tiene dos porqués. Nace con una historia que está narrada en cuatro dibujos que lucen en otros tantos ventanales del local, dibujados por Jessy, una compatriota. Una chica sola, un hombre, también solo, a caballo; ambos se conocen y acaban juntos viendo el ocaso. La historia es sencilla y relata, en parte, la azarosa vida de Leandro Hernán, quien viajó a Galicia para conocer la tierra de su madre ya en 1996. La suya es una de tantas aventuras de la vida -allá en Argentina, en Ciudad de Plata, hizo cine y fotografía y se formó como cocinero, pero su madre quería que conociese las raíces. Todo se enmarañó en idas y vueltas (incluido un regreso desafortunado, en los previos al corralito...) hasta que en 2006 recaló, primero en Laredo, y después en Bilbao. Le trajo el amor.
Aquí comienza el segundo porqué. Tras trabajar en el hotel Sheraton y conocer bien la villa, Leandro Hernán dedujo que al atardecer Bilbao y Argentina desempolvan dos tentaciones diferentes. "Acá ustedes toman unos vinos en compañía y allá está el mundo del mate. Son horas especiales, donde siempre pasan cosas; horas tentadoras donde puede surgir algo. Como lo suyo ya era conocido, traté de mostrarle lo nuestro, sin perder de vista los vinos. Ahí tengo", señala a una pequeña alacena, "una vinoteca, un sueño que tengo pendiente desde que tenía 7 años y que encaja con la tentación de ustedes". Altas Cumbres, Tropezo o Lagarde son algunos vinos de Mendoza que destacan en el mueble.
Pero no es ese el rincón estrella de un local que toca las aldabas de la nostalgia. La tienda es un recreo para los sentidos, divida en secciones: chimichurri, infusiones, chocolates, alfajores, dulces, yerbas, mates y otros lujos. Esas son las siete regiones del comercio. Mientras explica que en el chimichurri están comprendidos "todos los ingredientes básicos que no pueden faltar en un buen asado de carne, sobre todo el ají triturado picante, una delicia" entra Enrique El mosca, un tatuador que trae el dibujo de dos ancianos. Es argentino y casi llora cuando encuentra Mantecol y Rhodesia, dos clásicos del país.
En las baldas de infusiones hay cedrón, boldo, café en saquitos y mate cocido Amanda, la octava maravilla. Los alfajores - galletas y bizcochos que emparedan el dulce de leche...- "han de tomarse con Coca Cola. ¡Es un fabuloso reconstituyente, más clásico que el gaucho", pía Leandro, convaleciente aún de un accidente de moto. El dulce de leche, los bizcochos, la esencia de vainilla, el dulce de batata o el de membrillo son los habitantes del poblado Dulces, junto a la cerveza Quimera, bien fría y botellas de Ferret-Brancas, un licor de raíces italianas que se toma como orujo o como ron y que ha hecho fortuna en el cono sur. Para quitar aspereza a la garganta, Leandro agita una cajita de DRF. "Son gominolas. Si uno cierra los ojos vuelve a Argentina, solo con oír este agitar. En todos los cines del país se venden con ese meneo como reclamo".
Todo ese mundo recreado está adornado con el trabajo de carpintería artesana de Gerardo bajo la firma La Carreta. Es una nueva manera de tocar el timbre de la evocación, que ya retumba cuando aparece el rincón mágico de las yerbas, mates y otros lujos. Lo primero que sorprende es la ignorancia de Occidente. "El mate es el recipiente; la bombilla, el lugar por el que se toma, y la yerba, la materia prima con la que se ceba el mate. Mucha gente piensa que el mate es la infusión, ¿verdad?", pregunta, conociendo la respuesta. A paso lento, extrae un termo con agua caliente y prepara, con mano artesana, un mate cocido. En la pared, cuelga un letrero que dice Si es tu cumpleaños no te irás de vacío. Sobre la percha, una camiseta albiceleste y una bufanda del Athletic. En la esperanza, que pronto pasen Bielsa y Bonini. "Me lo han insinuado".