Elantxobe. El curso de la naturaleza ha jugado a favor de los intereses de los elantxobetarras que han visto cómo el oleaje de las mareas vivas de los últimos días han arrastrado el cadáver del rorcual norteño varado en Lapatza hasta un kilómetro de distancia del puerto. De esta manera, el propio mar ha realizado la labor que correspondía a la Demarcación de Costas de retirar los restos del mamífero de 20 toneladas que se pudría junto a la anteiglesia costera y que amenazaba con generar serios problemas de malos olores e incluso de salud.
"Está encallada en una zona de acantilado en la que no molesta a nadie, lejos de viviendas y muy poco accesible, por lo que lo mejor será dejarlo que se pudra y se deshaga por efecto de las olas hasta que se hunda", explicaron desde Ambar, asociación para el estudio y la conservación de la fauna marina, que se ha encargado de buscar una salida a la situación creada.
El cadáver del rorcual norteño apareció varado el pasado 27 de marzo y desde entonces ninguna institución se ha hecho cargo del problema que creaba la descomposición de una voluminosa ballena a escasos 300 metros del núcleo de Elantxobe. Pese a las continuas demandas del Consistorio local a la Demarcación de Costas, competente en la zona del suceso, solo la asociación Ambar ha tratado de buscar una salida que pareció llegar con el interés de científicos franceses por su osamenta. Finalmente el excesivo coste de la operación de rescate desbarató el plan.
Los técnicos desplazados al lugar plantearon la incineración in situ como la opción más viable, aunque el alejamiento del mamífero hasta una zona sin riesgo -ya en costa de Ibarrangelu- parece haber resuelto el problema. "Se tenía que haber quitado cuanto antes", se quejan desde Ambar. "No se trata solo de olor o de estética. Aún no tenemos los resultados que determinen la causa de su muerte y al ser un mamífero podría transmitir enfermedades como la brucelosis".