Bilbao
La escena es rocambolesca. La actriz Mariví Bilbao Goyoaga esparce el polvo te convertirás del viejo cronista, Javier Urquijo, sobre el albero de Vista Alegre. Mientras da una triste vuelta al ruedo, percibe que el contenido de la urna fúnebre no alcanzará para completar el redondel. Saca un cigarro, lo enciende, y al compás del "no somos nada" rellena la vasija con ceniza del pitillo. Es un gag digno de Berlanga.
Esta es una historia que nace del fuego. O, para ser más precisos, de sus consecuencias: las cenizas. Comienza en la madrugada del 4 al 5 de septiembre de 1961, tras una novillada en la que actuaron Rafael Chacarte, J. M. Montilla y Manuel Benítez, El Cordobés, quien más tarde revolucionaría el toreo (el mismísimo Dominique Lapierre noveló su biografía en la obra O llevarás luto por mí, basada en la frase que el diestro le dijo a su hermana el día de su alternativa: "de esta o te compro un cortijo o llevarás luto por mí"...) con reses de Antonio Pérez de San Fernando. Al parecer una colilla mal apagada estuvo en el origen del fuego. De nuevo una colilla en escena.
Cuentan los viejos cronicones que las llamas comenzaron en las gradas del tres y se propagaron con celeridad por toda la plaza, pese a los extintores colocados por toda la plaza y el aviso rápido a los bomberos que dieron dos periodistas que paseaban por las inmediaciones de la plaza. El fuego devastó el coso y se llevó con él la huella de mil faenas memorables y otras tantas historias que se redujeron a ceniza. Hagamos un poco de memoria...
Quizás la mayor apoteosis que se vivió en aquella plaza se remonta al 23 de agosto de 1944. Por aquel entonces Manolete, que a lo largo de su vida cortó en el viejo Vista Alegre 19 orejas y tres rabos, tuvo el gesto insólito y gallardo de torear dos corridas. Por la mañana, lidió toros de Pablo Romero con Pepe Bienvenida y El Andaluz, mientras que, a la tarde, se la jugó con toros de Tasara, junto a Domingo Ortega y Juan Belmonte. Su gesta fue mayúscula.
la SILLA Y OTROS 'CUERNOS' Quienes lo vieron lo recordaron hasta su muerte. La tarde de su despedida, el 2 de julio de 1946, Rafael Gómez, El Gallo, colocó un par de banderillas, sentado en una silla, a un novillo de Sánchez Covaleda. Tenía 64 años. Bien pudiera esta crónica sentimental recrearse en esos y otros triunfos, pero mal haría si no se detuviese en la rocambolesca historia de Lauren Bacall y Luis Miguel Dominguín. El diestro rivalizaba con Ordóñez aquel año de 1959 en todas las plazas de toros, jugándose la vida entre ambos a cara de perro. Tal es así que el propio Ernest Hemingway, presente en Bilbao, calificó aquellos días de "verano sangriento". El 21 de agosto, Luis Miguel fue malherido de gravedad en Vista Alegre por un toro de Palha. La actriz Lauren Bacall y el matador mantenían por aquel entonces un romance y esta, presente en Bilbao, acompañó al diestro a la clínica, de donde hubo de huir de manera apresurada porque se anunció de forma inminente la llegada de la mujer de Dominguín, Lucía Bosé. Se habló de la escena durante años en la villa...
EL AVE FÉNIX Volvamos a la escena del incendio. Pese a la ausencia de víctimas -el conserje y su familia, amén de un mozo de cuadras, salvaron el pellejo...- el fuego conmocionó Bilbao. A tal extremo que el Ayuntamiento de Bilbao, con Lorenzo Hurtado de Saracho al frente, anunció que en menos de un año se levantaría una nueva plaza. Así fue. El 19 de junio de 1962, en coincidencia con el 25 aniversario de la entrada de las tropas de Franco en la ciudad durante la Guerra Civil y, ante un centenar de invitados, el director de la Santa Casa de Misericordia bendijo la nueva plaza de Vista Alegre. En los carteles de presentación de las Corridas Generales de aquel año puede leerse el lema "XXV aniversario de la liberación de la villa". Eran días duros en los que, sin embargo, la plaza nació de sus cenizas como si fuese un ave fénix. Nueve meses y 15 días después del incendio que destruyó la Plaza Vieja, que fue pasto de las llamas en la madrugada del 4 al 5 de septiembre de 1961. El arquitecto que la diseñó fue Luis de Gana y Hoyos con la colaboración del ayuntamiento de Bilbao, la Diputación Provincial de Vizcaya y la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao. Actualmente tiene un aforo de 14.781 espectadores.
Un 23 de agosto del ya lejano 1966, el toro Bolero partió en dos el corazón del peón de brega Antonio Rizo Pastor, miembro de la cuadrilla de El Monaguillo, que aquel día compartía cartel con Manuel Benítez, El Cordobés, y Paco Camino. El nombre de aquel torero de plata ha caído en el olvido, pero es el único torero muerto en la nueva Vista Alegre. Es la tragedia en carne viva, la más cruenta que se recuerda en los 50 años de vida en esta plaza que ha sido regada con sangre en numerosas ocasiones.
agua en los tobillos La tragedia, digo, pero también el estupor, cuando se supo que José Amedo, presidente de la plaza de toros por designación gubernativa, estaba en las raíces del GAL. La suya es la mota negra en una honda tradición de presidentes cabales que hoy encarna Matías González. Pero la plaza es, sobre todo, del toro y el torero. De la sangre y de la gloria. Se sabe que Paco Camino cortó el único rabo en cincuenta años, que el 19 de junio de 1972 tomó la alternativa uno de los toreros más queridos por la afición bilbaina, El Niño de la Capea, o que numerosos espectadores aún recuerdan la faena de Espartaco el 25 de agosto de 1983, en la tarde en que comenzaron las inundaciones, con el torero de Espartinas enfangado para la gloria con el agua por encima de los tobillos. Tanto Enrique Ponce como El Juli heredaron del Capea el apelativo de Torero de Bilbao y gestaron mayúsculas tardes de toros (una con toros de Fraile por parte de Ponce y otra de Julián, que acabó con el labio partido y la puerta grande abierta...) hay quien no olvida la extraordinaria tarde de El Cid con seis vitorinos (cortó cuatro orejas y salió por la Puerta Grande...) o el momento de Morante de la Puebla. Han sido cientos los diestros que han tocado la gloria con su manos y hubo desplantes para olvidar. Vista Alegre lo recuerda todo.