BILBAO. Un estallido de color envolvió al Guggenheim trasladando una realidad inédita y fascinante. Bollywood desembarcó hace dos días junto a la gigantesca araña de la ría para hacer de Bilbao un escenario de ensueño. La escena confirma la consolidación de la ciudad como plató de grabación por su atractivo urbano. El entrañable botxo se ha transformado en una estrella mediática capaz de acoger el pasado año 54 grabaciones de cine, televisión y publicidad.

El reclamo del gigante de titanio es una de las bazas de la película Anna Bond dispuesta a conquistar el mercado indio con el as en la manga de dos cotizadas estrellas hindúes. Medio centenar de profesionales mutaron la atmósfera contenida de Bilbao en todo un estallido asiático, coreografías de baile incluidas.

Bollywood repite el escenario del éxito porque cinco años antes la película Sivaji logró consagrarse en el Guggenheim alcanzando una taquilla de 30 millones de dólares. Sin embargo, fue un pariente lejano de Anna, nada más y nada menos que James Bond, un agente secreto internacional, el que iniciaba en 1999 el paseíllo de rodajes internacionales con el filme El mundo nunca es suficiente.

Anteriormente, el efecto Guggenheim se había dejado sentir en el mundo de la música con sendos videoclips de Mariah Carey y del grupo Simple Minds. La presencia de la pinacoteca es tan marcada que ambos trabajos parecen desempeñar una campaña publicitaria por encargo.

Desde la Bilbao Film Commission (BiFic), la oficina municipal de promoción audiovisual, se asume con normalidad este nuevo atractivo. De hecho, su responsable Ernesto del Río se mantiene a la expectativa del campanazo definitivo que sitúe a Bilbao en el mapa audiovisual, como ocurrió con la inglesa Sheffield y la célebre Full Monty: "La ciudad tiene las condiciones para ser el escenario perfecto de cualquier película internacional".

En cualquier caso, recalca el atractivo de Bilbao que ha roto los moldes del pasado con su imagen de ciudad escaparate. "El Guggenheim nos ha puesto en el disparadero de la publicidad porque antes se rodaban muy pocas campañas y estas eran de ámbito local", señala su responsable.

El atractivo de la ciudad ha propiciado el rodaje de más de 30 largometrajes y spots publicitarios en los últimos 5 años. El vanguardista diseño urbano es el argumento principal de este Bilbao de película. A este respecto, Del Río aprecia en la ciudad "un aire cosmopolita" que le sitúan al nivel de urbes medias europeas como Glasgow, Marsella o Turín.

"El que se acerca por primera vez descubre una ciudad activa y dinámica y muy organizada, un lugar en el que pasan cosas", describe. Bilbao ha cambiado de registro cinematográfico con la transformación urbana porque en el pasado también ofrecía una atmósfera muy cinéfila.

Sin la proyección internacional actual, la ciudad fue un clásico del cine español y vasco en las décadas de los 70 y 80 inspirado en su atmósfera revuelta y problemática. El Bilbao que seducía a los creadores de cine de autor como Pedro Olea ofrecía una estética esforzada y metalúrgica en medio de un proceso de decadencia.

"Tenía un aire de cine negro con un ambiente mucho más crudo con problemas de droga, crisis económica y violencia. Bilbao ha cambiado como lo ha hecho la sociedad", apunta Del Río. La oscuridad industrial y los muelles transmitían una cierta sordidez ambiental indispensable para películas de intriga o con tensión argumental.

Tales mimbres hicieron de Bilbao un doble de Budapest en plena Guerra Fría en el rodaje de Rapsodia de sangre de 1958. Antonio Isasi, cineasta de origen vasco, recreaba entonces la primavera húngara. Pedro Olea escogió el palacio Ibaigane, cuando era Gobierno Militar, para filmar en 1972 La casa sin fronteras, thriller sobre sectas. Entre las anécdotas figura el rodaje de La vida nueva de Pedrito de Andía, que supuso en 1965 la tumba de la estrella infantil Joselito por el rechazo del público a un drama de amor adolescente.

El esplendor actual propicia la sucesión de comedias románticas entre las que destaca la ópera prima de Borja Cobeaga, Pagafantas. El cineasta donostiarra aprovechaba los exteriores de El Arenal para reflejar hace 4 años las desventuras amorosas del protagonista Gorka Otxoa en una amistad sin derecho a roce. Dos años después el realizador volvería a Bizkaia con el rodaje de No controles en el aeropuerto de Loiu.

La publicidad ha sido especialmente prolífica con el Bilbao de titanio. En los últimos años el glamour de la ciudad se ha exhibido en anuncios de coches de alta cilindrada como Audis y Volvos. Loterías del Estado protagonizó una de las campañas de mayor impacto con una puesta en escena de película que transformaba la Gran Vía en un idílico paisaje navideño con nieva ficticia.

El tirón también se ha hecho palpable en las cadenas televisivas de todo el mundo asombradas por su modernidad. La BBC junto con cadenas japonesas y norteamericanas han reflejado para millones de espectadores la cara de una ciudad antes desconocida.