Es la piel en la que no van a habitar pero sí estudiar miles de universitarios cada día. Es un manto de color dorado que ya está envolviendo el edificio que la Universidad del País Vasco (UPV) está construyendo al lado del campo de San Mamés, el nuevo hito que compondrá el campus tecnológico en esta zona de Bilbao. El bloque espectacular, rotundo, con peso, competirá con el nuevo estadio de fútbol, cuya cimentación ya ha finalizado en la parcela contigua. Las instalaciones albergarán la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial y la de Minas y de Obras Públicas. Dos especialidades que estarán divididas en el inmueble diseñado por el arquitecto César Azkarate, miembro del equipo de arquitectura ACXT de la ingeniería Idom, y también, curiosamente, autor del proyecto arquitectónico de San Mames Barria.
Precisamente, la fachada de la Escuela de Minas y Obras Públicas que mira a la hondonada donde ya ha empezado a levantarse la estructura del estadio es la que se ha vestido ya con su epidermis dorada. Una cubierta compuesta por centenares de placas de chapa perforada que se comenzaron a colocar a primeros de este mes.
El trabajo es minucioso, pero se está efectuando con rapidez, ya que sin terminar la cuarta semana se han colocado todas las placas de esta primera parte de la fachada a excepción de las de la última planta y las que ahora no se pueden instalar al estar ocupado el espacio por las estructuras verticales que permiten subir y bajar los andamios de forma mecánica.
Un equipo de tres hombres se encarga de la instalación. Sobre el mencionado andamio, y con la ayuda de una grúa, se eleva cada una de las escamas rectangulares que conforman esta peculiar piel. Unos soportes colocados estratégicamente en hileras a lo largo de todas las fachadas del edificio permiten anclar cada uno de los paneles, dejando una holgura de medio metro aproximadamente entre el edificio y su cubierta vertical.
Presente el logo de Chillida Cada uno de los paneles que se coloca está identificado y se sube al andamio en paquetes de a cinco. No se puede instalar de forma libre. La composición del logo de la Universidad del País Vasco, obra del genial escultor guipuzcoano Eduardo Chillida, marca el trabajo. El emblema de la UPV es perfectamente visible a pesar de que no se han instalado todas las piezas de este peculiar puzle.
El arquitecto César Azkarate ha elegido este material de chapa microperforada por dos razones. La primera es climática. Los paneles están perforados con suficientes agujeros pequeños como para que traspase suficiente luz de forma que permita una normal actividad académica a través de los ventanales abiertos en las fachadas. Pero a la vez supondrá que parte del calor que acompaña a esa luz, sobre todo, en los días más luminosos, se quede fuera del edificio. Ello dotará al edificio de un carácter medioambiental, santo y seña del estudio de arquitectura ACXT. La segunda característica es que va a permitir aligerar visualmente el gran tamaño del alargado inmueble ubicado en paralelo al edificio de Hacienda y de los nuevos accesos viarios. En el acto de colocación de la primera piedra del edificio, en marzo de 2010, el arquitecto explicó que la piel va a "dotar al edificio de una cierta abstracción que le reduce la escala" y permitirá verlo más liviano.
UN edificio denso y plástico Azkarate ha diseñado el edificio partido con una gran hendidura, pero su diez plantas de altura junto a su gran anchura le confieren un aspecto muy denso. Aun así, la piel dorada supondrá que se efectúe un diálogo entre la volumetría escultórica del edificio y la plástica del logotipo de Eduardo Chillida.
Por lo que respecta al resto del edificio, los trabajos siguen a buen ritmo. Toda la estructura está finalizada y quedan pocos metros cuadrados de fachada por pintar de negro, una capa protectora que quedará totalmente oculta cuando se finalice la instalación de la piel dorada.
La contrata ya trabaja en los sistemas interiores y se ha empezado a colocar las primeras vidrieras en la fachada con forma de chaflán que mira a la rotonda de la plaza Torres Quevedo. Las previsiones son concluir este año el edificio tras haber invertido algo más de 41 millones de euros, un coste asumido por la UPV gracias a la financiación aportada por la Diputación de Bizkaia.