Miradas atónitas observaban como cerca de un centenar de personas, todas vestidas de blanco, se congelaban ayer durante cerca de tres minutos en la explanada de Uribitarte, junto al museo Guggenheim. Fueron varias las acciones llevadas a cabo por ese grupo de desconocidos que se animaron a recrear un flashmob en la capital vizcaina, una movilización espontánea y anónima. El objetivo era concienciar sobre el caso de Arene Sangroniz, la pequeña deriotarra afectada con una rara enfermedad y otros similares.
"Ha sido todo un éxito. Hemos empezado algo fríos, pero la gente se ha ido calentando poco a poco", señala Julia Serrano, una de las componentes del grupo de trabajo del flashmob que, traducido del inglés significa multitud instantánea, flash. La iniciativa surgió de la mano del grupo de facebook Buscando una oportunidad para Arene. El sol también quiso unirse a este acto en apoyo a la pequeña deriotarra, que lucía un gorro de color rosa. "No sólo está el caso de Arene, hay más niños afectados con enfermedades de este tipo, e incluso un niño toledano con el mismo mal, Aarón que siempre está presente. Agradecemos a todos los que se han animado por intentar que Arene y niños como ella tengan una oportunidad y la misma calidad de vida que cualquier otro niño".
Para la familia de la menor, que fue la auténtica protagonista en el acto reclamando toda las atenciones y caricias, el fin de la iniciativa fue también positivo. "Por una parte nos ayuda a que los medios se vuelvan a interesar por este caso y también por las enfermedades raras en general, lo que creemos que es importante. En el plano más personal nos da un aporte extra de cariño y de energía", señaló Arantza Remiro, madre de la menor afectada por ceroidolipofuscinosis infantil tardía, una enfermedad letal y para la que no hay cura conocida.
Néstor Sangroniz indicó que, "nos impresiona mucho ver como personas que no nos conocen de nada se unen para mostrarnos su apoyo y se movilizan para este tipo de actos". La concentración espontánea comenzó a las 12.30 horas en la explanada del museo, aunque una hora antes, en la plaza Moyúa, eran decenas las personas que ya se habían movilizado. Allí se repartieron los guiones con los pasos a seguir marcados y las pajaritas de papel. La idea era la de completar un flashmob, "juntarnos de forma espontánea en el museo, que cada uno vaya por su cuenta y al escuchar el primer silbato comenzar", explicaba una nerviosa Julia Serrano, encargada de transmitir las instrucciones al resto. "En realidad este tipo de eventos se crean así, la gente se incorpora sin conocerse de nada y sorprendiendo al que lo ve". Las pajaritas se usaron para escribir mensajes de apoyo más tarde. El calor sofocante no impidió que poco a poco las camisetas blancas fueran invadiendo el entorno cercano al museo, dónde algunos turistas tomaban las típicas instantáneas a Puppy, mirando de reojo lo que pasaba a su alrededor. A las 12.30 horas, con puntualidad británica, sonó el primer silbido y la multitud se quedó congelada, sin mover un ápice su postura, durante varios minutos. Fueron muchos los transeúntes que se detuvieron para tratar de entender lo que sucedía. El segundo pitido marcó el final del primer acto y tras unos aplausos espontáneos, cada uno de los participantes sacó su pajarita para escribir un mensaje de apoyo y entregárselo a la organización.
El siguiente paso consistió en sacar cada uno un globo verde, hincharlo y agitarlo al aire. Sin atarlos, todos se soltaron a la vez y la multitud gritó entonces el lema de la movilización: "yo también soy Arene, nosotros somos Arene, ¿y tú?". Un último minuto de besos y abrazos puso punto y final a la concentración y muchos abandonaron la explanada sin más preámbulos, tal y como marcaba el guión. Otros, en cambio, aprovecharon la cita para continuar con más acciones, como la imagen que mostraron varios niños formando la palabra Arene con letras sobre sus camisetas. El regalo para todos los presentes, la sonrisa de la pequeña.