Réquiem por un hombre templado
santutxu. Una procesión de txistularis ascendió hasta el coro de la iglesia del Carmelo para robarle protagonismo al órgano y rendir el último homenaje a uno de los suyos, el más grande, al decir de la inmensa mayoría de los presentes. El txistu, un instrumento al que Boni Fernández atribuía "el don de hacer la vida alegre", sonó fúnebre y solemne, en tono de réquiem. Al compás de "Goizian argi hastian" la familia de "Boni" depositó un txistu y un tamboril sobre el altar mayor de la iglesia, donde un gentío se arremolinó para despedir a un hombre que pertenece a la leyenda del Bilbao chirene. Entre lágrimas, una voz anónima condenóque no se hubiesen abierto las puertas de San Antón, "porque ahora está prohibido tocar allí". Foto: oskar m.
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