La semana que el Bilbao Basket tenía señalada en rojo desde el inicio de la pretemporada ha acabado de la mejor manera posible. Quedan muchos más, pero los hombres de negro evitaron cargar su mochila liguera desde la primera jornada y podrán afrontar estos días hasta el siguiente duelo ante el UCAM Murcia con tranquilidad para recuperar el cuerpo y preparar la cita antes los subcampeones con todo el cuidado necesario. Jaume Ponsarnau todavía no ha perdido en la primera jornada desde que es entrenador del Bilbao Basket y presenta sendos inicios de 3-0 y 4-1. Repetir ahora resulta complicado, pero el equipo vizcaíno ha demostrado en estos seis días triunfales que está bastante cuajado para la poca competición que acumula y que el optimismo que despertaron sus prestaciones durante la preparación puede estar justificado.

A partir de la semana que viene, llegará durante mes y medio la obligación de combinar los encuentros de liga con los de la FIBA Europe Cup, con partidos más allá del antiguo Telón de Acero, lo que apenas dejará tiempo para los entrenamientos en Artxanda. Mucho parte del trabajo parece adelantado, una virtud que siempre se asocia a la figura de Ponsarnau, pero evidentemente hay cosas que mejorar. El Bilbao Basket prometió una nueva identidad de la que ya se han visto atisbos en esta semana de tres victorias. Elevar el ritmo, intentar anotar más y más rápido, no es solo una declaración de intenciones para quedar bien, sino una necesidad en esta Liga Endesa en la que meter canastas en el último tercio de cada posesión es cada vez más difícil para todos.

El Bilbao Basket sumó ayer quince valiosos puntos al contraataque, impulsado por dos bases que dan mucho ritmo al juego, tanto en defensa como en ataque. Entre Pantzar y Frey repartieron nueve asistencias y fueron también amenaza ofensiva, el sueco con sus imparables penetraciones y el noruego con sus lanzamientos exteriores y su buena conexión con los pivots. Ponsarnau da por bueno que algunas pérdidas de balón lleguen por ese deseo de correr ya que más vale pecar por exceso que por defecto. Hubo una jugada muy significativa de esta idea que el grupo ha interiorizado y fue cuando Hlinason intimidó y cogió el rebote bajo su canasta y corrió para llegar a tiempo de capturar un rebote ofensivo en el otro aro.

El islandés, siempre bajo sospecha en Miribilla y en los criterios arbitrales, acabó con diez puntos, siete rebotes y dos tapones y puede ser uno de los grandes beneficiados de este nuevo estilo más abierto y con más dinamita en el perímetro, aunque ayer no se viera reflejado en las estadísticas. Cuatro de los siete triples que metió el Bilbao Basket llegaron desde la posición de cuatro, clave en el baloncesto de este tiempo y que tantos quebraderos de cabeza provoca en algunas direcciones deportivas ya que no es sencillo encontrar calidad a buen precio.

Con todo, el triunfo fue coral, con ocho jugadores por encima de ocho puntos y todos se sumaron a la causa en distintos momentos del partido. Dragic empezó bien, dejando toques de clase, pero Rabaseda le sustituyó con su papel de secante ante los problemas para contener a Hilliard. Hlinason y Jones sacaron de sus casillas a Sakho, un tipo de mecha corta, y Abdur-Rahkman firmó su mejor partido hasta ahora con el Bilbao Basket, justo en el primero que requería su aparición. Y después de tres cuartos bastante apagados, Gielo y Pantzar resultaron claves en el último cuarto para abrir la brecha definitiva. Es lo que se buscaba en verano, ampliar la paleta de recursos para convertirse en un equipo menos previsible y con más filo en todas las posiciones. Las primeras pruebas con fuego real han resultado muy satisfactorias, pero solo son un grano de todos los que hay que apilar para que la campaña sea satisfactoria.