El Bilbao Basket jugó uno de sus mejores partidos fuera de casa durante casi treinta minutos, pero regresó de Málaga con una derrota que podía entrar en lo posible, pero que resulta excesiva en el marcador final. Su rendimiento fue mucho mejor que en el duelo de la primera vuelta en Miribilla y, con un tipo de partido muy diferente, la ventaja que logró el Unicaja fue muy parecida. Es lo que tiene jugar contra este tipo de rivales que imprimen un alto ritmo. Descuidarse cinco minutos se paga caro y es lo que les ocurrió a los hombres de negro entre el final del tercer cuarto y el principio del último. Los malagueños siguieron encontrando ventajas en los primeros segundos de posesión y con el acierto que les había faltado antes del descanso abrieron la brecha definitiva.

El equipo de Jaume Ponsarnau, que había perdido a Rabaseda por un golpe en la boca que le rompió dos dientes, se ahogó. Varios de sus jugadores, aquellos que le habían permitido llegar al descanso con ventaja, acusaron el trajín de las ventanas FIBA, los muchos minutos que tuvieron que asumir con sus selecciones y eso les llevó a cometer errores en los lanzamientos o en el manejo del balón que el Unicaja no perdonó, sobre todo porque es de lo que vive un equipo que ha ganado 18 de sus últimos 19 partidos en la Liga Endesa.

En el tramo en que el aire empezó a escasear, era el momento de la calidad individual y el conjunto costasoleño encontró muchos más recursos en una rotación también más larga, pese a la ausencia de Alberto Díaz. El Bilbao Basket buscó generar su ataque a partir del bloqueo directo y durante muchos minutos, aquellos en los que Killeya-Jones se mantuvo fresco, lo consiguió porque metió los tiros abiertos y tuvo equilibrio. Cuando el Unicaja elevó su intensidad defensiva y el uso de manos en su defensa para complicar la circulación, los bilbainos tuvieron muchos más problemas y elevaron su número de pérdidas de balón.

En el otro lado, los de Ibon Navarro explotaron al máximo el poste bajo, incluso en situaciones de llegada, para desequilibrar la defensa del Bilbao Basket. La ventaja física de los exteriores malagueños obligaba a mandar ayudas, castigados con triples liberados en el lado débil. Cinco de siete anotaron los locales en el último cuarto que sumado a los seis de ocho en tiros de dos rompieron a una defensa que ya no llegaba a cubrir todos sus flancos.

Treinta minutos

“Quizá hemos bajado los brazos, pero quiero estar satisfecho con los primeros 30 minutos”, comentó Jaume Ponsarnau tras un partido en e que su equipo mostró dos caras porque su propuesta no le alcanzó ante un rival con “mucha confianza y poderío en trece jugadores”. “Hemos empezado muy mal, pero el banquillo nos ha dado energía y aprendimos a estar en el partido y pasamos a tener la iniciativa. Pero ellos tienen la habilidad y la calidad de ganar esos balones de nadie un rebote que acaba en palmeo o en triple”, valoró el entrenador del Bilbao Basket. “En la segunda parte nos ha costado jugar, ha habido un punto de inflexión con unos tiros libres fallados y balones de nadie que han sido suyos”, concluyó Ponsarnau.