No resulta conveniente cruzarse en el camino de un gigante como el Real Madrid cuando se encuentra herido. Se corre el serio riesgo de pagar los platos rotos, como le ocurrió este domingo al Surne Bilbao Basket en el WiZink Center (95-80). Los blancos habían cosechado dos de las cinco derrotas que llevan entre Liga Endesa y Euroliga en los últimos siete días (73-61 en Murcia y un doloroso 98-74 solo dos días atrás en Mónaco) y aprovecharon el compromiso contra los hombres de negro para recargar su depósito de buenas sensaciones con una exhibición en la que los de Jaume Ponsarnau, con un solo triunfo ya sobre los puestos de descenso, ejercieron de comparsas, sin la más mínima opción para dar la campanada, muy lejos de la regularidad y la consistencia necesarias para enarbolar un discurso revolucionario.

El conjunto de Chus Mateo necesitó poco más de tres minutos para fabricar una ventaja de dobles dígitos y a partir de entonces manejó el choque a su antojo, gestionando acelerones y relajaciones para mantenerse siempre tranquilo, con sobrada distancia de seguridad. El conjunto vizcaino permaneció en su retrovisor, aunque fuese en la lejanía, hasta el ecuador de la cita (48-38). A partir de ahí todo fue un monólogo blanco con los visitantes ejerciendo de figurantes sin frase, incapaces de dar contestación a la enorme superioridad física y de recursos humanos de los anfitriones aunque en los minutos finales tiraron de orgullo para rebajar una desventaja que llegó a ser de 28 puntos.

No era la del WiZink, ni mucho menos, la guerra de los hombres de negro, menos todavía con Sacha Killeya-Jones muy disminuido por el proceso gripal sufrido recientemente. Con la defensa bilbaina incapaz de contener al revoltoso Facundo Campazzo y vigilar con un mínimo de solvencia todos los focos de peligro de los locales (cinco de sus jugadores acabaron anotando en dobles dígitos, con un 70% global en tiros de dos puntos y un brutal 54 % en triples con doce dianas), todo transcurrió muy cuesta arriba. Tryggvi Hlinason, con 19 puntos en menos de 24 minutos, fue el más destacado de los pupilos de Ponsarnau. Hubo brotes verdes por parte de Kristian Kullamae, activo en defensa y con 12 puntos en ataque, Alex Renfroe destacó en el reparto de bola y Melwin Pantzar aportó verticalidad, pero fue insuficiente. Adam Smith hizo un 3 de 11 en tiro y Keith Hornsby debutó con ocho puntos, dejando mejores sensaciones en las penetraciones a canasta que en los triples (0 de 4) y con problemas en defensa fruto de los escasos entrenamientos que acumula con sus compañeros.

MAL ARRANQUE

El inicio de la contienda fue absolutamente horrible para los intereses bilbainos. Arrancando con un afortunado triple de Campazzo sobre la bocina de la primera posesión prácticamente pisando la publicidad del centro de la cancha, el Real Madrid conectó un parcial de 10-0 en poco más de tres minutos de juego, con el conjunto de Ponsarnau absolutamente anulado, superado en defensa y perdiendo balones incluso en situaciones de tres contra uno al contraataque. Los hombres de negro inauguraron su casillero de puntos con dos triples de Smith y Thijs De Ridder, pero el mayor problema para sus intereses radicó en la facilidad de los blancos para hacer añicos su retaguardia desde la capacidad de generación del argentino. Con Hlinason haciendo daño debajo del aro, Mateo paró el partido con el 25-18 tras triple de Kullamae con nueve minutos disputados, llegándose al final del primera cuarto con un 30-22 y Hornsby sumando en ataque, pero regalando un par de dos más uno en defensa. 

Con ambos equipos sin anotar prácticamente en los cuatro primeros minutos del segundo acto, el Surne Bilbao Basket pagó el pésimo desempeño de Killeya-Jones, que encadenó pérdida tras pérdida -hasta cuatro- de manera grosera por manos blandas o por su empeño de abusar del bote. Así, limitar a los blancos a dos pírricos puntos durante cinco minutos no sirvió de mucho. Con Renfroe a la batuta y Kullamae en racha anotadora, los visitantes recuperaron el brío en ataque, pero el Real Madrid respondió con la misma moneda, incluso con algún que otro triple afortunado para alcanzar el ecuador de la cita con un claro 48-38.

LA CAÍDA

En la reanudación, Ponsarnau no tardó ni minuto y medio en verse obligado a detener la contienda. Los suyos ingresaron en cancha adormecidos, sin filo en ataque y con una pésima transición defensiva, y el Real Madrid lanzó el demarraje definitivo sobre alfombra roja (54-38). Ahí se acabó cualquier atisbo de resistencia. Empequeñecido por el juego de un rival que quería aprovechar su brutal superioridad para recuperar sensaciones, el agujero fue haciéndose cada vez más grande ante un Real Madrid atinado desde todas las distancias: triples, mates, dos más unos... Hasta los 28 puntos llegó la renta blanca antes de que los hombres de negro la maquillaran de la mano de Hlinason y Álex Reyes.