EL Surne Bilbao Basket ha cubierto el primer tercio de competición en la Liga Endesa metido en puestos de Copa. La derrota ante el Obradoiro ha impedido que los hombres de negro mantengan esa privilegiada octava plaza, inesperada cuando arrancó el curso, y vean los puestos de descenso a la distancia de cuatro partidos. Si la plaza de los bilbainos la ocupara el Valencia Basket, la clasificación se ajustaría a la lógica del poderío económico de cada club, pero el equipo de Jaume Ponsarnau, a base de maximizar sus recursos, se ha convertido, mientras no se demuestre lo contrario, en el mejor de los pobres y eso lo habría firmado cualquiera de sus seguidores hace un par de meses.

No es el Bilbao Basket el conjunto más brillante, ni el que tiene más talento, pero seguramente sí está entre los más esforzados. Incluso en días poco inspirados como el del domingo es capaz de llegar al final con opciones de victoria, que ante los gallegos no se materializaron porque el equipo cometió demasiados errores en los dos lados del campo, algunos de ellos groseros y evitables. No hay que rasgarse las vestiduras por esta oportunidad perdida de seguir haciendo granero ya que el Bilbao Basket está avanzando por la temporada con cierto desahogo, incluso teniendo que compaginar dos competiciones. El temor a la Eurocup se está demostrando, hasta ahora, infundado porque tres de las cinco derrotas ligueras han llegado tras semanas libres de compromisos internacionales.

En todo caso, el equipo bilbaino se ha instalado en una zona tranquila y eso que todavía no ha logrado alcanzar su techo de rendimiento ni de regularidad, sobre todo en algunos de sus jugadores que tienen margen de mejora. Hay casos evidentes como el de Francis Alonso, que ha caído en un bache de confianza del que Ponsarnau está dispuesto a ayudarle a salir “porque él es trabajador y más cosas que tirador”, o Emir Sulejmanovic, que apuntó una clara mejoría en sus prestaciones ante el Obradoiro. El más destacado ante los santiagueses fue Adam Smith, que ha vivido altibajos ya que ha sido el más perjudicado por la ausencia de Nikola Radicevic. En los partidos en los que ha estado disponible el serbio, el escolta estadounidense ha cumplido con su papel de ejecutor con promedios de casi 15 puntos por partido, con un 45% en tiros de dos y un 49% en triples, que en los últimos cuatro choques se elevan a 16,5, 56% y 53%, respectivamente.

El que, en cambio, tuvo una actuación bastante pobre el domingo fue Jeff Withey, que se mostró blando y no se impuso en las zonas. Curiosamente, los mejores partidos del pívot de San Diego llegaron en la racha de cuatro derrotas seguidas cuando promedió 15 puntos y más de 7 rebotes con un 61% de acierto en sus tiros. Sin embargo, en los últimos cuatro partidos sus números han caído hasta 6,5 puntos y 5,5 rebotes y solo un 36% en tiros de dos, un registro manifiestamente mejorable para un jugador que realiza la mayoría de sus lanzamientos a menos de dos metros del aro. El Bilbao Basket necesita que Withey resuelva con dureza y contundencia sus opciones para poder encontrar el equilibrio y diluir la dependencia que el equipo tiene del acierto exterior para producir en ataque.