LA jornada 24 de la Liga Endesa, la del regreso a la actividad después del segundo parón competitivo, ha sonreído a los intereses deportivos del Bilbao Basket. A su victoria en Donostia ante el Acunsa GBC, tan autoritaria como reconfortante, se le ha unido la derrota de sus rivales más directos en la lucha por la permanencia. El Movistar Estudiantes cayó en su visita al Unicaja (91-77), el Coosur Betis no pudo superar en casa al Casademont Zaragoza (82-85), el Urbas Fuenlabrada no pudo conquistar el Buesa Arena (90-74) y el Monbus Obradoiro tuvo que rendirse a la tiranía de la lógica ante el Lenovo Tenerife (71-97). Es solo una victoria más, pero es un primer match-ball salvado, un resultado que permite ver las cosas de otra manera. El conjunto vizcaino sigue siendo colista, pero suma ya las mismas victorias, cinco, que guipuzcoanos, verdiblancos y colegiales, mientras que los fuenlabreños solo presentan una más y los gallegos quedan anclados en siete. Todos estos equipos han jugado menos partidos que los hombres de negro, pero el atasco en la zona baja es beneficioso para sus intereses. Mientras más equipos haya en el lío, mejor.

Los de Álex Mumbrú afrontarán el domingo en el Bilbao Arena ante el Betis la segunda de las citas del tríptico que les medirá a rivales directos y lo harán revitalizados por lo acontecido el sábado en Donostia, donde ofrecieron una versión compacta, seria y efectiva pocas veces vista en el presente ejercicio. El Bilbao Basket llegaba a esa cita con todo el peso de la presión sobre sus hombros. Una derrota hubiese supuesto un golpe durísimo, mientras que los de Marcelo Nicola comparecían con un estado de ánimo mucho más positivo, con tres triunfos en sus último cuatro partidos y sabedores de que en Miribilla tuvieron un ataque final con hasta tres tiros para llevarse el partido. La reedición del derbi tuvo un guion muy distinto. Los visitantes no fueron por detrás en el marcador en ningún momento. Cocinaron el partido a fuego lento hasta el descanso y en los dos últimos cuartos dispararon su eficacia ofensiva a unos niveles descomunales para los que el Acunsa GBC no tuvo capacidad de respuesta. Se puede caer en la tentación de desmerecer la sobresaliente actuación vizcaina por la débil entidad del rival, pero no hay que olvidar que este Bilbao Basket no está para mirar a nadie por encima del hombro, por lo que el mérito es innegable. Ahora toca darle continuidad. Que no quede en flor de un día.

Porque en la cancha guipuzcoana se vio a un equipo con una estructura claramente rearmada gracias al mayor rodaje y ritmo de juego de jugadores que han pasado fases largas de la temporada en el dique seco y al trabajo de ensamblaje que Mumbrú y su cuerpo técnico han podido realizar las pasadas tres semanas en la sala de máquinas de Miribilla. Por lo visto el sábado, el trabajo ha dado sus frutos y pese a la baja de Jonathan Rousselle, su batuta principal, se pudo ver a un equipo más compacto, menos dubitativo, con mayor control de las situaciones y menos baches en su rendimiento. El regreso a la actividad de Quentin Serron permitió, además, que las rotaciones fueran más naturales y consolidadas, con Jovan Kljajic y Felipe Dos Anjos, dignos de aplauso en los partidos con muchas bajas pero aún con escaso cuajo para el alto voltaje, regresando a sus roles de jugadores número once y doce.

Balvin y Hakanson

El pívot checo y el base sueco fueron los mascarones de proa de una victoria con otros actores también en papeles protagonistas. Balvin estuvo imperial en las cercanías de ambos aros y Hakanson lució un superlativo acierto en el tiro, anotando los cinco triples que lanzó. Cada uno sumó 17 puntos y 26 de valoración en una hoja de servicios de la que el Bilbao Basket no ha podido gozar apenas durante los últimos tres meses como consecuencia de las lesiones y el lógico periodo de rodaje que los jugadores necesitan cuando retoman la actividad. Han sido dos de los jugadores que más han agradecido estas tres semanas sin partidos entrenando a destajo en Miribilla junto a sus compañeros, al igual que Goran Huskic, a quien se vio más efusivo a la hora de atacar el aro, o John Jenkins, más involucrado en el juego. Las victorias lo endulzan todo, pero el punto de partida parece bueno. El camino será largo y tortuoso, pero el Bilbao Basket parece afrontarlo con una estructura rearmada.