La Plaza Nueva de Bilbao está abarrotada cuando el reloj marca las dos del mediodía. No cabe un alfiler. Cientos de personas copan las terrazas durante horas mientras otras tantas personas esperan un movimiento para lanzarse a la búsqueda de una mesa. Ésta es una escena habitual en las terrazas de los locales de hostelería de la villa; cuadrillas que copan las mesas durante horas y sin canjear una sola consumición. Es lo que ha llevado al bar Pepi&To, situado en la céntrica calle Ledesma, a tomar medidas. Los hosteleros y clientes opinan sobre esta decisión y ambas posturas quedan en tablas.

DEIA informaba de que este local se ha decantado por fijar “horarios para consumir en el exterior del establecimiento para garantizar la rotación de los clientes”. La horquilla de horarios va desde los 15 minutos - lo que, según ellos, se tarda en degustar un café - hasta los 40 que un cliente pasa degustando uno de sus famosos pepitos de ternera.

Boni García, dueño del Café Lago, situado en la Calle Correo, considera que esta medida es “una serpiente de verano”. “Esto se puede regular”, dice sobre ésta. También opina que, cada uno, es “el rey en su casa” y que es un planteamiento “poco pensado”. 

Él, además, también cuenta que a lo largo de las décadas que ha pasado detrás de la barra se ha encontrado con clientes un tanto peculiares. Relata que cuando instaló el WiFi en el Café Lago, hace más de una década, una clienta llegaba al local con su ordenador portátil. “Pedía un café y un bollo, abría el ordenador portátil, sacaba el teléfono y no se marchaba hasta las dos del mediodía”, explica García. “Me pagaba al principio y hacía su jornada laboral aquí'', añade.

Responsable del bar Lago, Boni GArcía Maider Goikoetxea

Jon de Miguel, uno de los dos gerentes de la taberna Plaza Nueva coincide con García. “Cada uno en su casa hace lo que considera”, afirma. “Nosotros no tenemos muchas mesas, y yo puedo comprender a ese señor”, dice. “Si viene un cliente y pide un café con leche y está dos horas, mientras hay gente esperando, pues puede llegar a afectar”, añade. Aún así, dice que él no implantaría esta medida en su bar, a pesar de que ésta sí se adoptó en algunos locales de hostelería del entorno. 

A Ainara Carrillo, camarera del Bar Bacaicoa, que se encuentra en la Plaza Unamuno, no le parece coherente que ciertos clientes pasen tanto tiempo ocupando la terraza con una sola consumición. “La persona que está en la barra tendrá que decidir si lo permite o no, pero a mí, desde luego, no me parece bien”, afirma. 

Natxo López, gerente del restaurante Kasko afirma desde su local de la Calle Santa María algo similar. “A pesar de que limitar el tiempo de uso de la terraza es ilegal, si ciertos clientes tuvieran un poco de sentido común no sería necesario tomar este tipo de medidas”, espeta.