Los Boston Celtics, en busca de su título número 18 después de haber sido de lejos el mejor equipo de la temporada regular, y los Dallas Mavericks, tras batir en el Oeste con autoridad a tres rivales que partían con el factor cancha a su favor, medirán sus fuerzas desde la noche de mañana en unas finales de la NBA que pueden coronar a un nuevo genio, Luka Doncic; en las que dos jugadores con ganas de revancha, Kyrie Irving y Kristaps Porzingis, tendrán vital importancia en sus respectivos equipos; y en las que tres nombres propios, los de Jayson Tatum, Jaylen Brown y Jason Kidd, afrontarán reválidas de gran trascendencia en sus respectivas carreras profesionales.
Pese a que los Celtics parten como principales favoritos en las casas de apuestas en su oportunidad de desempatar con Los Angeles Lakers, su gran rival histórico, como franquicia con más títulos de la historia, el nombre que concentra más cantidad de focos es el de Luka Doncic, protagonista de unos play-offs prodigiosos pese a sus problemas físicos. A sus 25 años, y tras haber sido elegido cinco veces en el mejor quinteto de la competición en sus seis temporadas en la NBA, el esloveno es el primer jugador de la historia que desembarca en unas finales siendo el jugador con más puntos, rebotes y asistencias de las eliminatorias por el título. Su excelente rendimiento ha sido vital para que Dallas, que partía como quinto del Oeste, dejara en la cuneta a Los Angeles Clippers (4º), Oklahoma City Thunder (1º) y Minnesota Timberwolves (3º). En sus 17 partidos de play-off, solo ha bajado en dos de los 22 puntos, en ninguno de los 18.
Doncic es el gran mascarón de proa de unos Mavericks que han conseguido fabricar a su alrededor un armazón robusto y muy eficaz tanto en ataque como en defensa, con el díscolo y genial Kyrie Irving como principal lugarteniente y con cuentas pendientes con los Celtics. El base, que jugó en Boston entre 2017 y 2019, llegó a jurar amor eterno a la franquicia verde, anunciando su deseo de retirarse allí y ver colgada su camiseta en el techo del TD Garden… meses antes de largarse a los Brooklyn Nets. Tras unos cursos de zozobra, llegó en febrero de 2023 a Dallas y, pese a las dudas iniciales, ha cuajado una muy buena sociedad con Doncic, ofreciendo un muy buen rendimiento en estos play-offs. Además, la llegada en febrero de un interior con muy buen tiro de tres puntos como P. J. Washington junto a un gran defensor del aro como Daniel Gafford han dado un gran impulso a una rotación interna de muy buen nivel físico junto a Derrick Jones Jr. y el novato Dereck Lively. Y todo ello bajo la batuta de un Jason Kidd siempre bajo la lupa debido a su desempeño irregular en los banquillos pero que ya ganó en 2011 el anillo con los Mavericks como jugador.
El poderío de Boston
En lo referente a Boston, su presencia en las finales no es en absoluto sorprendente. Dictatorial en la temporada regular (64 victorias y 18 derrotas) y con un paso muy desahogado por las eliminatorias por el título (4-1 a Miami y Cleveland y 4-0 frente a Indiana en la final del Este), la franquicia verde confeccionó el pasado verano una plantilla armada de manera excepcional y con posibilidades elevadas de conquistar un título que no saborea desde 2008. Al mando de la nave se mantienen inalterables los Jays, Brown y Tatum, que en estas finales tienen mucha presión sobre los hombros. Elegidos en el draft por los verdes en 2016 y 2017, con ellos en el equipo los Celtics llevan dos finales de la NBA (perdidas contra Denver en 2023 y Golden State en 2021) y cuatro del Este en las últimas ocho temporadas. Sin embargo, les sigue faltando el golpe de riñón definitivo para hacerse con un hueco en el riquísimo altar de estrellas ganadoras del anillo en la franquicia de Massachusetts.
Para facilitarles el trabajo, los Celtics reclutaron en verano a dos refuerzos de primerísimo nivel como Jrue Holiday, otro gran exterior tan eficaz en ataque como desequilibrante en defensa para jugar junto a Derrick White, y Kristaps Porzingis, un interior de 2,18 metros con extraordinaria amenaza desde la línea de tres puntos con cuentas pendientes con el otro finalista al igual que Irving en el bando rival. Reclutado en 2019 por Dallas con la idea de formar junto a Doncic un dúo devastador, el letón y el esloveno no llegaron a congeniar ni dentro ni fuera de las canchas, lo que unido a diversas lesiones hizo que el experimento apenas durara tres años. De hecho, su estado físico después de que no haya vuelto a jugar desde la primera ronda del play-off por una lesión muscular es una de las grandes incógnitas de la final, pues su aportación se prevé imprescindible ante los Mavericks a pesar de que el veteranísimo Al Horford –elegido en el draft un día antes de que el primer iPhone saliera a la venta– ha hecho un buen trabajo en su ausencia.
Con ambos bandos con sobrados argumentos para opositar al título, no es sencillo realizar un pronóstico. Dallas llega con la ilusión por las nubes, pero pierde en lo referente a la experiencia general en estas lides. Boston parece mejor armado, pero contra Heat y Cavaliers se descuidó perdiendo partidos como local, algo que en la final puede resultarle carísimo. Es cierto que los Celtics tienen en Holiday y White la pareja exterior perfecta para entorpecer la alegría ofensiva de Doncic y Irving, pero también lo es que la explosividad de los interiores de Kidd puede ser un dolor de cabeza para Joe Mazzulla. Con un genio con sed de gloria, dos lugartenientes con ganas de revancha y tres grandes nombre propios con muchísima responsabilidad a sus espaldas, el espectáculo esta garantizado.