Las ventanas FIBA de clasificación para la Copa del Mundo de baloncesto concluyeron con sonadas decepciones como las eliminaciones de Turquía y Argentina y también sorpresas muy agradables procedentes de África, dos milagros surgidos casi de la nada y con medios muy limitados y que se estrenarán en una cita mundialista este próximo verano en Asia en detrimento de selecciones clásicas como Túnez, Nigeria o Senegal. Sudán del Sur, independiente desde 2011, es el país más joven en alcanzar una Copa del Mundo. Cabo Verde, con algo más de 570.000 habitantes, es el país más pequeño en conseguir el mismo hito superando a Montenegro, que lo había logrado con una población de algo más de 600.000 personas.

Tavares, en el centro, celebra el triunfo de Cabo Verde. | FOTO: FIBA

Sudán del Sur no es solo el país más joven del mundo, sino también uno de los más pobres, lastrada su gente por los conflictos étnicos aún no sofocados. Así, los sursudaneses se convirtieron en refugiados y en emigrantes y uno de los más famosos fue Manute Bol, miembro destacado de la tribu dinka que es mayoritaría en el país. El relevo en la NBA del desaparecido gigante de 2,31 metros fue Luol Deng, antiguo All Star que ahora preside la federación de su país y el seleccionador y está siendo el impulsor del baloncesto en el país con diversos programas de ayuda y poniendo dinero de su bolsillo para los viajes y el reclutamiento de jugadores repartidos por todo el mundo, sobre todo en Australia. “No habría sido lo que soy si no hubiera existido Manute y su compromiso con el país”, admite Deng.

Los Bright Stars solo han perdido uno de los doce partidos que ha jugado en la clasificación y han impresionado con su nivel físico, que aún puede mejorar ya que esperan contar para la Copa del Mundo con Bol Bol, hijo de Manute, JT Thor o Wenyen Gabriel, todos ellos jugadores actuales de la NBA. Su estrella en las ventanas ha sido Nuni Omot, que nació en un campo de refugiados de Kenia y ahora juega en la G-League.

Tavares, héroe nacional

Hablando de estrellas, Edy Tavares ha cargado sobre sus hombros y sus 2,19 metros el peso de la selección de Cabo Verde. El pívot del Real Madrid no dudó en viajar hasta Angola para marcar diferencias, cerrar la clasificación del pequeño país y convertirse, aún más, en un héroe nacional. Tavares tuvo que salir de un país que carecía de medios para el baloncesto y ahora, más de una década después y consolidado como una estrella en Europa, vestirá su camiseta en una Copa del Mundo por primera vez. A su lado, jugadores veteranos como Jeff Xavier, Ivan Almeida o Betinho Gomes han hecho historia para el deporte caboverdiano.