NO hay mal que cien años dure y el Bilbao Basket volvió a ganar un partido mes y medio después. Los efectos de ese triunfo se verán a partir del domingo, pero los hombres de negro consiguieron lo que fueron a buscar a Belgrado y rompieron esa pared que tenían delante. Salvo el comienzo del tercer cuarto, el partido fue de absoluto control del equipo de Veljko Mrsic, que logró marcar las diferencias con un rival en una crisis similar a la suya y que ni siquiera contó con el favor de su público en un Pionir casi vacío.

El choque no servía de nada a efectos clasificatorios, pero el Bilbao Basket lo afrontó con profesionalidad y lo utilizó para seguir construyendo su nueva idea de juego en la que se vieron algunos detalles novedosos y otros que siguen siendo un mal casi endémico. Por un lado, en ataque aparecieron más espacios porque el balón llegó a las esquinas. Esto permitió lucirse a Gladness, a quien también se vio ejercer de distribuidor desde la cabeza de la zona, no solo como finalizador. También hubo muchas situaciones de bloqueos indirectos para Redivo. que el argentino supo aprovechar para lograr veinte puntos. y más distancia entre jugadores. para que Fischer sacara algunos buenos tiros tras bote. Eso sí, Mrsic deberá insistir en una correcta posición en los bloqueos para evitar las faltas de ataque: ayer fueron cuatro.

El Bilbao Basket jugó a un ritmo bajo, con solo 54 tiros a canasta. Pese a ello, cometió quince pérdidas de balón que dieron 16 puntos al Partizan. A Mrsic se lo llevan los demonios cada vez que un jugador entrega la posesión porque desarma todo el balance defensivo y provoca esas canastas rápidas que el técnico croata quiere evitar a todo costa. Algunas de estas pérdidas vinieron de malas lecturas y afectaron sobre todo a Todorovic, que parece que está volviendo a la casilla de salida tras un entonado inicio de temporada.

La defensa de los hombres de negro estuvo ayer a un tono adecuado y se centró, sobre todo, en que Miller y Williams-Goss no tuvieran libertad de acción para generarse sus tiros. En cambio, en algunos tramos del partido volvió a flaquear el rebote defensivo. Doce cogió el Partizan, demasiados para el tipo de equipo que es. Con la baja del griposo Vucetic, el técnico del Bilbao Basket sobreexplotó a Hervelle y Gladness y volvió a dejar claro que se fía muy poco de Devin Thomas. El último en llegar jugó apenas diez minutos. El gas le duró su primera rotación. El de Harrisburg salió en el arranque del tercer cuarto, justo en los peores minutos del equipo, estuvo poco más de cuatro minutos en cancha y ya no volvió a jugar, pese a que el marcador aconsejaba dar descanso a las piezas claves.

Veljko Mrsic ya ha mostrado qué hay que hacer para pasar por su aro y Thomas lo va a tener complicado, sobre todo porque su perfil es demasiado difuso. A la cuarta, el croata ha logrado sumar su primera victoria como entrenador del Bilbao Basket y eso va a reforzar sus argumentos para seguir limpiando las impurezas del juego. Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero y el domingo llegará una verdadera prueba de fuego ante el Estudiantes que los hombres de negro afrontarán con otra cara. No deja de ser curioso que de las cinco victorias que ha logrado el conjunto vizcaino esta temporada cuatro hayan sido lejos de Miribilla. Seguramente, ese es el gran paso adelante que falta por dar para considerar que la recuperación está siendo efectiva.