Bilbao - Los jugadores del RETAbet Bilbao Basket habían asegurado que el equipo iba a ser competitivo en los cinco últimos partidos de la temporada. Pero tendrán que ser ya cuatro porque el de ayer no cumplió ninguna de las premisas básicas de un equipo que aspira a disputar el play-off. Los hombres de negro desaparecieron de la cancha en el minuto 5 y aún les están buscando por el Palau Olimpic. Si ante el Joventut no jugaron uno de sus peores partidos del curso estuvieron cerca. Por lo que la conclusión es que alcanzar la octava plaza, la única que queda por adjudicar para las eliminatorias por el título, aparece ahora mismo como algo sostenido más por las palabras y las matemáticas que por los hechos.

Cuando a estas alturas de la temporada un equipo tiene dos derrotas más que victorias, mantener el discurso resulta complicado. La situación no engaña y si el Bilbao Basket no gana el próximo domingo al Morabanc Andorra habrá perdido toda opción de alcanzar el último objetivo de la temporada. Y aunque venza al equipo del Principado, necesitará al menos otras dos victorias para conseguirlo. Si algún seguidor del Bilbao Basket apuesta por ello tendrá que ser considerado un aficionado modélico.

A ese, y a los más pesimistas, tuvo que pedir perdón ayer Carles Duran y no es la primera vez que ocurre esta temporada. El equipo bilbaino se cayó en Badalona con todo el equipo, valga la redundancia, y apenas se puede rescatar nada de un rendimiento colectivo tan pobre ante un rival que, con unos mimbres tampoco extraordinarios, supo hacer valer su sentimiento de urgencia para imponerse con una autoridad que nadie esperaba.

Ya no es que Álex Mumbrú volviera a estar muy desafortunado en el tiro, o que entre todos firmaran un 4 de 24 en triples, o que el juego interior pasara desapercibido. Es que el Bilbao Basket acabó con solo siete asistencias, cinco de las cuales llevaron la firma de Jonathan Tabu. Tanto tiempo reclamando a la mejor versión del base belga y resulta que cuando al fin aparece llega la flojera del resto del equipo. Además, los jugadores de Duran solo recuperaron siete balones y entre el propio Tabu y Todorovic rescataron cinco.

El plan colectivo falló estrepitosamente en los dos lados de la cancha y no hubo noticias de un conjunto que a ratos pareció desmotivado, como si realmente fuera consciente de la difícil empresa en la que está metido. En el momento en que el Joventut se escapó, no hubo ni siquiera un amago de reacción del Bilbao Basket, una resistencia a la derrota, algún tramo del partido que invitara al optimismo siquiera para compromisos posteriores.

Un triunfo en siete partidos Da la impresión de que la lesión de Scott Bamforth fue la puntilla anímica para un equipo que era un castillo de naipes y que desde ese día, y con la excepción del partido ante el Valencia Basket, ha ido resquebrajándose. De hecho, esa victoria ante los taronjas en el que ha sido el mejor partido de la temporada y al final se ha descubierto como un espejismo fue la única de los hombres de negro en las últimas siete jornadas, un balance que descalifica a cualquier aspirante. Más si está peleando la posición con un rival como el Andorra que no falla en casa y que al abrigo de su público ha logrado tantas victorias como las que tiene el Bilbao Basket.

Los hombres de negro tenían que compensar ante el Joventut la derrota del pasado lunes ante el Obradoiro, pero no fueron capaces y ahora solo queda apelar a los buenos propósitos, a las frases de autoayuda que permitan alimentar la esperanza. El duelo del domingo ya será de los de no retorno. Solo un triunfo por más de cuatro puntos haría ver factible el play-off porque después, y en el plazo de ocho días, llegarán los dos viajes a Canarias con el derbi ante el Baskonia por medio para jugar ante tres rivales que se disputan aún las posiciones en las eliminatorias. Se aceptan voluntarios para vender ilusión en este esprint final de un equipo que parece agotado.