LOS primeros minutos de Antonija Sandric (1988, Sibenik) en el Lointek Gernika no fueron sencillos para ella. Muchas cosas nuevas y sin sentirse del todo cómoda en la cancha. Entonces apostó por dejar de comerse la cabeza y “decidí que iba a disfrutar, tratar de ayudar al equipo y nada más”. Dicho y hecho. Una explosión anotadora irrumpió en Maloste y gracias a ello las vizcainas estuvieron cerca de protagonizar una increíble remontada ante el Al-Qázeres. El conjunto gernikarra llegó al parón navideño con ciertas dudas en el aspecto anotador. Otra arma más se antojaba necesaria y con esa función llegó la escolta croata al equipo. En los primeros dos partidos, la derrota ante las cacereñas y la victoria ante el Lacturale Araski, Sandric ha demostrado con sus casi quince anotaciones por partido que se le caen los puntos de las manos, ahora deberá confirmar este buen inicio en los siguientes encuentros y ayudar a sus nuevas compañeras a mantenerse en la parte alta de la clasificación.
Nacida en Sibenik, el referente de Sandric no podía ser otro que Drazen Petrovic. La croata tenía solo cinco años cuando el Mozart de Sibenik sufrió el accidente que le costó la vida, pero su influencia inspiró a toda una generación que creció soñando con emular los pasos de su ídolo. “Era un jugador excelente y trabajó muy duro. Cuando veo sus vídeos noto la energía y el carácter que tenía. Era algo especial”, cuenta la nueva incorporación del Gernika. Sin embargo, el verdadero impulso se lo dio su hermana, con solo diez años la pequeña Antonija siguió a su hermana por las canastas de la zona y ahí fue donde despertó su verdadera pasión. “Cuando mi hermana empezó, estaba siempre con ella jugando. Fue una época bonita, sin el estrés que puede haber ahora. Antes jugaba sin pensar y me dedicaba únicamente a disfrutar”, recuerda Sandric.
La escolta croata estuvo hasta los 24 años jugando en Sibenik antes de decidir dejar su casa y aventurarse en el baloncesto extranjero, precisamente en el Toulouse Metropole Basket. Después de vivir tres años en los que “realmente disfruté” decidió subir un peldaño y probarse en la competitiva liga turca. “Las cosas no fueron muy bien en Turquía, son cosas que pasan en el deporte, pero ahora estoy aquí y me encuentro muy feliz en el equipo y con la gente de Gernika”, declara. Tres ligas que le ayudan a hacerse un nombre en Europa, sin embargo, su gran momento llegó con la selección de Croacia en los Juegos Olímpicos de Londres. “Estar ahí fue la mejor cosa que me ha pasado en mi carrera. No lo hicimos bien, pero hay que tener en cuenta que solo los mejores jugadores tienen la oportunidad de estar y doy las gracias a Dios por permitirme vivir eso”, añade la jugadora de Sibenik, que destaca por encima de todo la ceremonia de apertura: “Cuando dijeron el nombre de Croacia me saltaron las lágrimas, no me creía que era parte de todo eso”.
Precisamente en esos Juegos Olímpicos, Sandric saltó a la fama cuando fue elegida por varios medios que fueron a cubrir el evento como la jugadora más guapa de la competición. “Está claro que es algo bonito cuando alguien te dice que eres guapa. Aun así, tampoco me gusta que se centren demasiado en mí cuando hay otras doce chicas que están conmigo”, afirma Sandric, que cree que “todo el mundo prefiere que antes que eso destaquen sus habilidades deportivas, que te digan que eres guapa y buena jugadora sería lo ideal”.