Bilbao Basket, víctima de su propia irregularidad
Las enormes carencias a la hora de poner el candado a encuentros que parecían ya cerrados han sido la principal rémora de un Dominion Bilbao Basket incapaz durante todo el curso de encontrar una solución para este problema
SOLO 2,8 segundos y un canastón en contra de los que solo entran uno de cada cien privaron al Dominion Bilbao Basket de asistir ayer en la sede de Endesa a la presentación del play-off de la Liga ACB. Sito Alonso reconoció tras la dolorosa derrota ante el CAI que no fue solo ese misil lejano, desde más de veinte metros, de Joan Sastre lo que dejó a su equipo fuera de las eliminatorias por el título. No le falta razón. Los hombres de negro han dado carpetazo prematuro al curso como consecuencia de la irregularidad que les ha perseguido desde el amanecer del ejercicio 2015-16, de los brutales dientes de sierra que han sido la nota predominante de sus partidos, de las victorias que han volado por los dañinos y profundos socavones de rendimiento sufridos, sobre todo, en los tramos finales de los encuentros.
Esa irregularidad y falta de sostenibilidad en el rendimiento se han hecho notar mucho más dentro de cada choque que en el computo lineal del año. Y es que la trayectoria del conjunto de Miribilla en la competición doméstica ha sido bastante constante. En ningún momento ha encajado más de dos derrotas seguidas -algo solo igualado por Gran Canaria y Real Madrid y mejorado por Valencia Basket y Barça-, pero sus mejores rachas se han limitado a una de tres victorias -jornadas 15, 16 y 17 ante CAI, Manresa y Obradoiro- y a un par de dos -jornadas 3 y 4 ante GBC y Unicaja, y 28 y 29 contra Baloncesto Sevilla y Joventut-. Como consecuencia, el Bilbao Basket se ha movido constantemente en la zona media de la tabla, casi siempre entre el octavo (diez jornadas), el noveno (ocho) y el décimo (siete), su puesto final.
Eso sí, la irregularidad dentro de cada choque ha acabado siendo una rémora muy destructiva para los de Sito Alonso. El problema apareció en los primeros compases de la campaña y siguió ahí hasta el último partido sin que nadie fuera capaz de ponerle solución. Se dio en partidos de todo tipo y condición -en ACB, Copa y Eurocup- en cualquier escenario -en casa o a domicilio- y ante rivales de distintos rangos -ante el notable Unicaja o el descendido Estudiantes-.
Poniendo el foco solo en los duelos de la competición doméstica que han volado del Bilbao Arena como consecuencia de esta incapacidad para poner el candado a los partidos no hay que hacer mucho esfuerzo para recordar aquellas derrotas de la primera vuelta ante el Estudiantes (parcial de 10-26 en el último cuarto cuando ganaba por 66-58) y el Iberostar Tenerife (encajó un 2-17 en contra en los últimos cinco minutos con un 62-50 favorable) o, sin ir más lejos, los quince puntos de colchón que dejó escapar en los últimos 4:29 del pasado domingo ante los maños. Estos enormes dominios con pies de barro frustraron también el mejor momento de la temporada, el que tuvo al Bilbao Basket con pie y medio de disputar su primera final copera tras apear en cuartos al Barcelona (ganaba por 19 puntos al Gran Canaria en semifinales a 16 minutos de la bocina final, pero acabó encajando un brutal 16-45) y mediatizaron enormemente la singladura por la Eurocup.
Esta falta de sostenibilidad en el rendimiento ha acabado inoculando el virus de la inseguridad en un grupo al que le faltó más temple y recursos para gestionar esos momentos en los que los duelos acababan enmarañándose. Los colapsos han sido tan enormes o bien porque los jugadores no supieron interpretar las posibles soluciones que se ofrecían desde el banquillo o porque el técnico no acabó de encontrar pautas de emergencia acordes al material humano que tenía.
Sea como fuere, esos cortocircuitos han acabado provocando demasiados incendios por falta de recursos para sofocarlos o, al menos, controlarlos. Un equipo demasiado enfocado al triple y con poca utilización del juego interior ni siquiera cuando ha juntado en la plantilla a Mirza Begic, Axel Hervelle, Georgios Bogris y Marko Todorovic -la llegada del pívot montenegrino no supuso el paso al frente que se podía esperar y el equipo firmó un balance de cuatro victorias y cinco derrotas con él-, ausencia de un base titular capacitado para gestionar el juego en los minutos calientes -Clevin Hannah ha cumplido con creces en la faceta anotadora, pero le faltan aplomo y recursos para ordenar el juego cinco contra cinco en momentos de máxima tensión-, escasa capacidad a la hora de cobrar faltas a la defensa rival (cuarto por la cola en toda la competición) y demasiada tendencia a cometerlas en retaguardia propia (solo Murcia ha sumado más) ofreciendo a los rivales demasiados viajes a la franja de tiros libres... Demasiadas limitaciones como para aspirar a cotas más elevadas.
Desilusiones y “medianías” Desde el punto de vista global -semifinales en Copa, Last 32 en Eurocup jugándose la siguiente ronda ante Bayern y Banvit y fuera del play-off de la ACB por un triple de veinte metros sobre la bocina- el curso no merece, ni de lejos, el calificativo de fracaso aunque sí que deja un poso de desilusión, probablemente por la comparación con el año anterior, magnífico de inicio a fin en cuanto a resultados y rebosante de juego efectivo y espectacular.
También ha dejado trazos de incertidumbre y sorpresa por las últimas declaraciones del máximo responsable deportivo. En la previa del partido del CAI, Sito Alonso habló de que “estamos en un momento de estancamiento como club” y sobre el capítulo de altas y bajas de jugadores añadió que “quiero tener al lado gente muy comprometida con la idea del club de hacer una cosa grande, no medianías; con medianías las cosas salen pequeñas. Hay que coger riesgos para hacer cosas grandes y eso es lo que quiero hacer la próxima temporada”, aseguró, repitiendo el domingo la idea de “evitar la medianía” aplicándola a la globalidad del club. Se supone que el técnico profundizará en este discurso para explicar mejor a qué se refiere, si a lo ajustado de los recursos económicos, a carencias de personal ejecutivo implicado en el día a día del club o simplemente a jugadores que no han dado la talla, pero por lo pronto todo apunta a revolución en la plantilla. Podría ser que solo Mumbrú, Hervelle, Borg y Mendia repitan como hombres de negro.