EL Bilbao BSR es mucho más que el equipo que disputará este fin de semana la Copa en Málaga. Por debajo del primer equipo, los chavales de la escuela aprietan fuerte con la firme intención de formar parte algún día del conjunto que ahora pelea por títulos y pasea el nombre de la capital vizcaina por Europa. Patxi Suárez (Larrabetzu, 1999) es uno de los ejemplos del trabajo que se realiza día a día en las categorías inferiores. El larrabetzuarra es un habitual de la selección de Euskadi y desde el club le ven como el vizcaino con más proyección, pero él no mira especialmente al futuro, solo quiere seguir creciendo sin parar y trata de aprovechar cada minuto disponible para ir a las canchas y continuar con su aprendizaje.

A pesar de no haber cumplido la mayoría de edad todavía, Suárez conoce muy bien la competición copera y esta será su tercera participación. “No guardo grandes recuerdos de las anteriores veces ya que siempre perdimos en el primer partido. Aunque por lo demás es muy guapo jugar esta competición porque aprendes muchísimo, en los partidos y fuera de ellos”, recuerda el larrabetzuarra. El benjamín del Bidaideak Bilbao BSR tiene ganas de estrenar su cuenta de victorias en la Copa y acabar por fin con la maldición del conjunto bilbaino: “El objetivo es ganar y claro que se puede. Si miramos los jugadores tenemos un equipazo aunque también ese récord que dice que todavía no hemos ganado un encuentro”.

Suárez acude a Málaga sabedor de que los minutos estarán muy caros y que pasará mucho tiempo en el banquillo animando a sus compañeros. “No estoy jugando especialmente mucho, pero eso tampoco es un objetivo. A mí me vale con aprender y entrenar todo lo que pueda, ya habrá tiempo en el futuro para jugar minutos”, declara. En el baloncesto adaptado, la experiencia es importantísima y es habitual que los jugadores con más minutos superen la treintena. “Ellos saben cómo, cuándo y cómo hacer las cosas y yo tengo que aprender mucho todavía. Cuando salgo hago lo que me dicen y a currar”, relata el jugador de Larrabetzu, que se fija en sus compañeros para algún día poder saciar su gran ambición: “Todo lo que pueda hacer lo quiero hacer. Para ello tengo que entrenar, entrenar y entrenar y tengo la suerte de que cada día mis compañeros me dicen alguna cosa e intento quedarme con ella”.

El baloncesto en silla de ruedas es la pasión de Suárez, siempre tratando arañar horas a la jornada para acudir a las canastas del polideportivo de Txurdinaga. “Estudio para poder ir a entrenar y para que mi madre esté contenta y me pueda llevar a los entrenamientos”, comenta entre risas el larrabetzuarra, aunque luego también resalta la importancia de la educación: “Ante todo están los estudios porque cuando mi físico no me dé para seguir jugando, me quedará eso. Además, mientras juegue tendré que currar de algo porque comer exclusivamente de esto es difícil”. Normas impuestas por él mismo, su familia y por el propio Bilbao BSR, un club que le cambió la vida y que fue “el principio de todo lo que es ahora y sin la escuela no estaría aquí. Tengo que agradecer a todos los que han estado conmigo porque cada uno ha hecho su parte para que pueda llegar”, concluye.