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El mismo enemigo grande, distintas sensaciones

El Bilbao Basket aleja el victimismo para sacar adelante su compromiso más complicado hasta ahora

El mismo enemigo grande, distintas sensacionesJuan Lazkano

bilbao - Hace nueve meses, el público de Miribilla lloraba después de un partido contra el Real Madrid. Ayer, el mismo público lloraba de alegría tras asistir a una exhibición de coraje, actitud y excelente juego de su equipo para tumbar al mismo enemigo. Hace nueve meses, los jugadores del equipo blanco hacían pasillo a sus rivales para mostrarles respeto y solidaridad. Ayer, esos mismos jugadores podían haber hecho pasillo para reconocer su inferioridad y rendirse ante la demostración de los hombres de negro en otra tarde que será inolvidable.

Quizás pensaron los madridistas que el agradecimiento previo del Bilbao Basket se iba a prolongar más allá del salto inicial, que iban a rendir pleitesía a su historia y a su mayor potencial, más aún cuando enfrente tenían un equipo con tres bajas. Pero no tardaron mucho en darse cuenta los de Pablo Laso de que este Bilbao Basket va de otra cosa. Para cuando el Real Madrid llegó al partido, este se les había ido a 20 puntos de distancia y los bilbainos se habían multiplicado por 9.981, los seguidores encendidos por una actuación de su equipo que ni el más optimista podía haber imaginado cuando ocupó su asiento y le informaron del parte de bajas.

Nunca se escuchará a Sito Alonso y sus jugadores un discurso victimista y la de ayer fue una demostración de que no siempre los discursos están vacíos de contenido. El Bilbao Basket cree en lo que hace, sea quien sea el que esté en la cancha. Por ejemplo, un quinteto con Colom, Borg, Andjusic, Wragge y Marko Todorovic coincidió ayer en cancha ante jugadores con mucho más valor en el mercado, pero quizás menos hambre en estos momentos de la temporada. Y pese a perder sobre la marcha a Bertans, Mumbrú y Hervelle, probablemente los tres tipos con más carácter de la plantilla, el equipo vizcaino logró manejar la tensión del último cuarto y medio del duelo con enorme cuajo.

Más allá de la victoria, que dispara las posibilidades del Bilbao Basket justo cuando se temía la llegada de la fase más exigente del calendario, el partido de ayer fue todo un máster concentrado en 40 minutos para estos jugadores que demuestran que están en Bilbao para algo más que hacer méritos. Cuando todos estén sanos, este aprendizaje acelerado y obligado por las circunstancias debe servir para que el rendimiento del equipo aumente al poder repartir mejor los esfuerzos y la responsabilidad.

Ya se sabe que no hay mal que cien años dure y 2014, un año que ha podido ser funesto, va a acabar para el Bilbao Basket con señales que invitan a recuperar el optimismo. Hace nueve meses todo eran temores, tristeza y desconfianza. Hoy, la cancha ofrece motivos para disfrutar hasta que no se demuestre lo contrario.