BILBAO - Miribilla volvió a ser un reguero de camisetas y bufandas negras que aparecieron por las calles adyacentes y acabaron desembocando en el Bilbao Arena. Gente que pensó que no iba a volver a verse, al menos con el baloncesto como excusa, disfrutó de nuevo del deporte que más les gusta, de las discusiones sobre los fichajes y sobre el futuro que le aguarda al club. Pero disfrutaron también de un partido en el que el Bilbao Basket dio motivos para la esperanza porque, sin estar ni mucho menos a tope de sus posibilidades, dio buena cuenta de un rival al que se situaba antes del arranque de la competición a su mismo nivel.

La afición estaba ávida de diseccionar al equipo, de conocer a los nuevos hombres de negro y Sito Alonso satisfizo esos deseos porque hizo jugar a todos. No es el primer partido el ideal para establecer juicios definitivos, pero con todo el margen de mejora que tiene por delante el Bilbao Basket demostró que tiene claro lo que quiere hacer. Salvo en unos minutos del segundo cuarto, en los que las rotaciones y cambios de posición de los jugadores provocaron un cierto caos en la cancha, los bilbainos mostraron un juego dinámico, en el que el balón corría de mano en mano sin que nadie lo retuviera en exceso, salvo en los finales de posesión. En defensa, la intensidad fue alta y lo tendrá que seguir siendo, sobre todo para protegerse de la inferioridad de kilos y centímetros en el poste bajo ante varios equipos de la Liga.

El ingreso de los jugadores más inexpertos, en periodos cortos de tiempo, permitió dosificar las fuerzas sin que se resintiera demasiado el nivel, aunque Mumbrú y Hervelle volvieron a irse a los 30 minutos de juego. Su presencia en cancha disminuirá, se supone, a medida que el paso de las semanas pueda equilibrar el estado de forma de todos sus miembros. Pero los dos capitanes son ahora mismo un soporte vital para el Bilbao Basket que pretende moldear Sito Alonso en el que la mezcla de veteranos y jóvenes no tiene por que suponer que se abra una brecha en el reparto de responsabilidades. Nadie que salga al campo saldrá porque sí, sino para cumplir una tarea, como ayer Dejan Todorovic, al que el técnico utilizó apenas cuatro minutos para pegarse como una lapa a Andy Panko.

vaciar la mochila En definitiva, el Bilbao Basket regresó ganando, algo que casi había olvidado, y con ganas de vaciar la pesada mochila que cargó este verano. Los gestos van encaminados a dejar el pasado atrás, aunque algunas decisiones que se han adoptado para ello puedan ser cuestionadas. Otras deben agradecerse porque el club tuvo el bellísimo detalle de recordar en los prolegómenos la figura del fallecido Javi Durango a través de su viuda Tere, que recibió una placa de manos del presidente Xabier Jon Davalillo. Quedar bien no cuesta nada. O tiene que costar muy poco para que la nueva etapa del club sea sostenible. Los aficionados se marcharon convencidos de que esta plantilla surgida de la disminución de recursos también puede ofrecer razones para pasarlo bien.