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EL Bilbao Basket está en el mismo sitio en el que estaba hace un año por estas fechas: en la segunda fase de la Eurocup. Le ha costado mucho más, ha avanzado a trancas y barrancas, se ha visto casi fuera, pero ha alcanzado el primer objetivo de la temporada apurando al límite el tiempo de que disponía para ello. Quedó demostrado que el carácter ganador, la capacidad de sobrevivir cuando saltan las luces de emergencia no se ha perdido. Y es que los portadores de esas virtudes se mantienen en el vestuario de los hombres de negro que han sabido reconducir el rumbo de una temporada a la que muchos ya habían puesto la etiqueta de ruinosa, y no solo en el aspecto económico. La mejoría ha sido más evidente en los resultados que en el juego, que sigue sujeto a demasiados vaivenes, pero hay que recordar que desde que empezó la temporada el tiempo que había que pasar entrenando se ha ocupado en viajes. Esta tónica se mantendrá al menos hasta el 19 de febrero cuando concluirá el Last 32 de la Eurocup y, por tanto, el Bilbao Basket deberá buscar su mejoría a través de los partidos.
Sin embargo, a nadie le amarga un dulce y continuar adelante en la Eurocup es lo que todo el mundo quería, por más inconvenientes y aburrimiento que puedan provocar los desplazamientos hasta Belgrado, Nizhny Novgorod y Estambul. Cuando se compite al máximo nivel, abandonar los torneos no es fácilmente digerible y provoca, como destacó Rafa Pueyo, que "las semanas se hagan largas". Por eso, la canasta que anotó Álex Mumbrú para apear al Oldenburg supuso algo más que un momento de éxtasis colectivo.
El Bilbao Basket es un equipo atractivo para la competición porque es uno de los que tiene mayor media de espectadores en su pabellón y lo es también para el operador televisivo que posee sus derechos. Eurosport2 tiene una audiencia potencial de 50 millones en toda Europa y la presencia casi continua presencia de los hombres de negro en sus emisiones les convierte en perfectos embajadores de Bilbao. Porque el club es un activo para la ciudad por la actividad económica que genera en cada día de partido y por la promoción que supone mantenerse en el escaparate europeo. Por otro lado, el Last 32 va a suponer unos ingresos mínimos estimados de unos 200.000 euros para las arcas del club, necesitadas también de un empujón, o varios.
se eleva el listón Desde el punto de vista deportivo, el Bilbao Basket ha demostrado, pese a sus carencias, que sigue siendo un equipo importante en la Eurocup, como reclamaba Mumbrú en estas páginas. Ahora le tocará enfrentarse a tres rivales a los que nunca se ha medido antes y que elevarán el listón de la exigencia, como estaba previsto antes de que la Eurocup arrancara. El Estrella Roja lidera ahora mismo la Liga Adriática, el Nizhny Novgorod marcha cuarto en su grupo de la VTB League y el Panionios es tercero en Grecia por detrás de los intocables Olympiacos y Panathinaikos. Es claro que el equipo deberá mejorar el rendimiento de la primera fase para poder alcanzar las rondas de eliminatorias, aunque con la plantilla actual la capacidad de maniobra es escasa y la posibilidad de cambiar alguna pieza dependerá de alguna buena noticia en el ámbito económico.
La clasificación para el Last 32 debería suponer una inyección de tranquilidad para el vestuario y para el entorno, que aún sigue juzgando al equipo con severidad, quizás esperando cosas que no le pueden ofrecer más allá de las victorias. Que la capacidad defensiva no es la virtud más destacada del Bilbao Basket ya debería estar sabido y se refleja en los 82,6 puntos por partido que encaja -si bien hay que recordar que ha jugado dos prórrogas-, pero aún así un esfuerzo máximo en nueve minutos dio para remontarle catorce puntos al Oldenburg. En ataque, previsibles o no, los de Rafa Pueyo son el cuarto máximo anotador de la Eurocup con 85,5 puntos de media, bastante por encima de sus próximos rivales. Aún se espera el mejor rendimiento de varios jugadores, por eso el técnico sigue apoyando su propuesta en el triángulo Raúl-Mumbrú-Gabriel. Y eso da muchas más cosas de las que quita. Prescindir de ellos tres por cumplir con reglas no escritas es un lujo que, ahora mismo, el Bilbao Basket no se puede permitir.