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Los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor tienen en el Club Baloncesto Valladolid el ejemplo perfecto para confirmar esa teoría. La entidad pucelana lleva dos temporadas haciendo ejercicios de funambulismo para mantenerse en la Liga ACB, para disimular sus gravísimos problemas económicos y mantener la llama del baloncesto en una plaza histórica. Porque precisamente esta temporada el Valladolid ha alcanzado los 1.000 partidos en la máxima categoría. Además, la ciudad ha recibido la visita hace poco del estadounidense Nate Davis, el extraterrestre, uno de los grandes mitos del deporte de la ciudad.
El pasado regresa para recordar que en Pucela se vivieron tiempos de gloria y la afición morada se pregunta qué futuro le espera a un club que en el paso de una temporada a otra perdió a su presidente (el exjugador Mike Hansen, que renunció porque "seguir adelante era un suicidio"), a su director deportivo (el bilbaino Eduardo Pascual), a su entrenador (Roberto González, autor del milagro de la pasada campaña) e, incluso desde hace unos días, a su eficaz responsable de prensa (Saúl Asensio). Seguramente, no es el único club en la Liga que lo está pasando mal, pero en el caso del CB Valladolid llama la atención ese elogio de la precariedad y la incertidumbre.
Haciendo equilibrios sobre el alambre, aferrado a la propiedad de la Fundación y algunas promesas que aún no se han cumplido, el CB Valladolid no anunció su continuidad en la Liga Endesa hasta mediados de septiembre. Así, el Bilbao Basket visita hoy a un equipo que no pudo hacer una pretemporada en condiciones y que aún sigue en construcción porque ya se sabe que a perro flaco todo son pulgas y que las desgracias nunca llegan solas. Desde que arrancó la temporada, el conjunto pucelano ha perdido a Antonio Porta, el que debía ser el base titular, a Luther Head, que llegó para ser la principal referencia ofensiva, y ahora a Panagiotis Vasilopoulos, llamado a liderar al vestuario y que fue elegido capitán casi nada más incorporarse al equipo. Sin embargo, el alero exinternacional griego, tras dos años fuera del baloncesto por lesión, ha sufrido una recaída en una de sus rodillas, que le ha apartado de nuevo por tiempo indefinido, y probablemente su contrato será rescindido. Además, el club ha cortado esta semana al estadounidense Akeem Wright en el plazo previsto para no tener que pagar ni un dólar de más y lo ha sustituido por su compatriota Drew Viney, en teoría más versátil, pero tan desconocido como el anterior.
técnico experto Después de que durante el incierto verano surgieran varios nombres para el banquillo, Ricard Casas, que llevaba unos años fuera de la rueda de la ACB, se arriesgó a poner su amplia bagaje al servicio de una entidad inestable que confió en la experiencia del técnico catalán en situaciones delicadas. La plantilla se fue construyendo con jugadores de aquí y de allí, deseosos de hacerse un nombre en la mejor Liga de Europa y que obviaron la delicada posición del CB Valladolid. Uno de ellos, el islandés Hordur Vilhjalmsson, hizo incluso parte de la pretemporada con el Bilbao Basket antes de hallar hueco en el equipo pucelano como segundo base. También está ayudando en los entrenamientos Renaldo Woolridge, otro temporero con los hombres de negro que ha estado cerca de entrar en la plantilla vallisoletana en la que el joven Antonio Izquierdo, que mantiene su papel marginal, y Nedzad Sinanovic son los únicos jugadores que repiten del curso anterior, aunque el rendimiento del gigante bosnio ya le ha puesto en cuestión ante los aficionados.
Así, el peso del equipo está recayendo en cinco jugadores: el madrileño Marcos Suka-Umu, que se estrena en la ACB tras muchos años en las categorías LEB; el jamaicano Omari Johnson, debutante en el baloncesto profesional; el griego Dimitris Haritopoulos, con mucho recorrido en su país; el internacional serbio Danilo Andjusic, que quiere imitar el recorrido que hizo su compatriota Uros Tripkovic y quizás acabar en un equipo mejor; y el último en llegar, el base Jason Rowe. El veterano estadounidense de 35 años y apenas 1,78 metros aterrizó en Valladolid con la competición en marcha tras una larga trayectoria en equipos modestos -uno de ellos, curiosamente, el Dinamo Sassari cuando militaba en la Lega Due- y fue el jugador más valioso de la pasada jornada, lo que habla quizás de la acertada apuesta del CB Valladolid como del descenso de nivel de la Liga ACB.
En esas condiciones que no son las ideales para un grupo profesional, el conjunto pucelano no ha podido repetir el sorprendente inicio de temporada de hace un año y su posición de colista es la que casi todo el mundo pronosticaba. Sin embargo, tres de las seis derrotas de los de Casas han llegado ante el Real Madrid, el Valencia Basket y el Laboral Kutxa. El equipo sigue tratando de competir al máximo en cada partido y de hacer su camino y en esas se cruza con el Bilbao Basket, que quiere encontrar en Valladolid su definitiva rampa de lanzamiento hacia posiciones más desahogadas. Pero a su rival de hoy lo carga el diablo porque no tiene nada que perder. Los jugadores del CB Valladolid quieren rebelarse a un destino nada halagüeño, a un futuro que quizás sea inexistente, y cualquiera que caiga ante ellos sufrirá más que una derrota.