bilbao. El Bilbao Basket es, a día de hoy, lo más parecido a un boxeador grogui. Tambaleante, desnortado, sin aire, incapaz de conectar dos derechazos seguidos en el cuerpo de su contrincante, sea quien sea, ni de ejecutar el plan con el que llega al cuadrilátero. Vive actualmente contra las cuerdas, encerrado en sus dudas y en su incapacidad para sacar los partidos adelante. No solo no ha encontrado la senda que le permita transitar con mayor desahogo por la Liga Endesa, sino que en la Eurocup se ha complicado la vida hasta el extremo con tres derrotas consecutivas, la última de ellas ayer ante el Dinamo Sassari en un encuentro en el que los hombres de negro enlazaron un cúmulo de desaciertos que cristalizó en el 91-93 final tras una prórroga a la que se llegó merced a un milagroso triple sobre la bocina de Raúl López desde campo propio. Tiempo atrás, estos ejercicios de funambulismo acostumbraban a sonreír al conjunto vizcaino, al que, sin embargo, esta temporada le ha mirado un tuerto. Cierto es que en la acción final de la contienda los locales se quejaron amargamente de una falta sobre Germán Gabriel debajo del aro que los árbitros no quisieron o no supieron ver, pero también lo es que el Bilbao Basket hizo ayer mucho para salir cabizbajo del Bilbao Arena. Demasiados errores en la lectura del partido (tres pérdidas de balón en los últimos tres minutos del tiempo reglamentario) ante un equipo descarado y con un patrón de juego muy claro, demasiados tiros claros fallados en los momentos de la verdad (entre Bertans y Pilepic solo metieron uno de los once triples que intentaron y el letón, además, falló dos tiros libres vitales en la prórroga) que los italianos castigaron una y otra vez, demasiadas lagunas y desconexiones defensivas en las que los de Sacchetti encontraron una tabla de salvación.
Salió a cancha el equipo de Pueyo con los cinco sentidos alerta y las ideas claras y se hizo rápidamente con el control del partido. Negar el triple a todo el Dinamo Sassari era misión imposible por lo que la consigna era clara: sujetar al menos a Drake Diener y Marques Green, sus artilleros más efectivos. Acertados en esa faceta y con el ataque funcionando sin mayores problemas, los locales abrieron un interesante 9-0 de inicio que, sin embargo, no sirvió para romper la contienda de buenas a primeras. Pese a su pésimo uno de diez en triples, los de Sacchetti se aferraron al partido merced a los tiros libres y a la notable labor de Omar Thomas en la zona y el 18-14 no permitía vivir con tranquilidad a los de Pueyo, cuyo juego era una sucesión de aciertos y evitables errores. Sin acabar de encañonar desde fuera, los visitantes se las arreglaron para equilibrar la balanza a ocho minutos del descanso, pero otro buen arreón de los anfitriones de la mano de Gabriel, Bertans y Mumbrú sirvió para que el Bilbao Basket volviese a abrir brecha. Con el 30-22 hubo oportunidades para que la ventaja llegara al doble dígito, pero un par de pérdidas de balón por falta de calma y buen pulso evitaron el despegue. Evidentemente, el Dinamo Sassari aprovechó las concesiones para volver a recuperar la verticalidad. Comenzó a engatillar desde la línea de 6,75 de la mano de los Green, Marques y Caleb, y el 38-37 dejaba al descanso un partido abierto y con la sensación de que los anfitriones, muy poco constantes, habían dejado pasar la oportunidad de fabricar una buena distancia de seguridad.
Los primeros pitos Y las sensaciones pesimistas no tardaron en confirmarse. El Bilbao Basket regresó de vestuarios gélido, romo a más no poder, desentonado en ataque y blando en labores de retaguardia y los sardos no tardaron en poner pies en polvorosa de la mano de un Caleb Green brillante desde la larga distancia y el siempre activo Sacchetti. El 43-53 en el ecuador del tercer cuarto hizo que se escucharan en Miribilla los primeros pitos de la temporada dedicados al equipo y al banquillo. Momento delicado a más no poder que, sin embargo, los hombres de negro supieron contrarrestar a base de orgullo y amor propio. Endurecieron su defensa los anfitriones, en ataque supieron sacar provecho de los lanzamientos desde la línea de personal y un parcial de 11-0 coronado con un triple de Bertans insuflaba aire a los necesitados pulmones de los de Pueyo, colocando la igualada a 60 puntos en el luminoso con diez minutos por disputarse.
Pero el Bilbao Basket no supo dar continuidad a ese momento de efervescencia. Su juego, demasiado inconexo, no le permitía mandar en cancha y los italianos volvieron a hacerse con el control del duelo. Un triple de Gabriel y una canasta de Markota, correcto en su regreso a Bilbao, colocó un esperanzador 72-70, pero una sucesión de opacos ataques, con pérdidas de balón por doquier, hicieron que los visitantes llegaran a los compases finales del tiempo reglamentario en ventaja en el luminoso. Con el 77-79 y 13 segundos por disputarse, Raúl falló un triple en buena posición que parecía la sentencia definitiva, pero Green solo metió uno de sus tiros libres y el mago de Vic, desde su propio campo, fabricó de la nada el tiempo extra con un triple sideral. Pero en la prórroga los visitantes sumaron puntos en casi todas sus acciones, con Thomas entonadísimo, mientras que el Bilbao Basket se dejó por el camino dos tiros libres de Bertans y una bandeja de Grimau. Pudo haber falta en la última acción sobre Gabriel, pero la derrota se fraguó por el camino.