El blanco que sí puede saltar
El espectacular alero Micah Downs se ha convertido en una de las grandes revelaciones de la Liga Endesa en las filas del peculiar Assignia Manresa
bilbao
ES el Assignia Manresa, una de las revelaciones de la temporada, un equipo peculiar en su construcción. Tiene un húngaro (Adam Hanga) y un escocés (Kieron Achara) de raza negra, un islandés de 19 años (Haukur Palsson), un ucraniano con fama de tirador que no mete (Sergei Gladyr), dos veteranos y viejos conocidos del Bilbao Basket (Javi Rodríguez y Román Montañez), dos americanos de raza blanca a los que está sacando lo mejor (el resucitado Josh Asselin y Justin Doellman), al hermano de Serge Ibaka, Igor, asomando al primer equipo, y al tipo que consigue que algunas de las jugadas más espectaculares de la temporada lleguen desde el Bagés, al blanco que sí puede saltar.
Dos mates muy por encima del barcelonista Fran Vázquez en la última jornada de 2011 hicieron saltar a la fama y a los resúmenes de fin de año a Micah Downs, un alero al que nadie identificaría por la calle como jugador de baloncesto. Delgado y fibroso, en sus 2,03 metros de inofensiva apariencia esconde un atleta de primer orden, una máquina de saltar que ha encontrado en Manresa su trampolín de lanzamiento, como ocurre con tantos otros jugadores de origen modesto.
Nacido en Kirkland, en el estado de Washington, fue All America en su último año de high school, lo que le llevó a ingresar en la prestigiosa Universidad de Kansas. Pero no se adaptó, sus minutos fueron escasos y regresó a su estado natal, a la católica Universidad de Gonzaga, regentada por los jesuitas y que tuvo entre sus alumnos más famosos al actor y cantante Bing Crosby y a John Stockton, el máximo asistente de la historia de la NBA. Al lado de casa, Micah Downs trazó un recorrido normalito, sin demasiado brillo, que le alejó de la NBA y le llevó a territorios más humildes, aunque no sin antes demostrar su facilidad para hundir la pelota en el aro.
En 2009, hizo su primera escala europea en el KK Zadar, pero los problemas económicos del club de formación de Marko Banic le hicieron recalar en el Leuven Bears belga. De allí lo captó el Autocid Burgos, donde se convirtió en uno de los más destacados jugadores de la pasada temporada en la Adecco Oro. Sus buenos play-offs, en los que su equipo solo cayó en la última instancia ante el Blusens Monbus, le pusieron en el escaparate, pero pocos pensaban que Micah Downs fuera material de ACB. Era tachado de inconsistente en su juego en las dos partes del campo, de tener una mentalidad irregular y de carecer de interés por integrarse y entender el juego de equipo.
Pese a ello, el Manresa se lanzó a por él en otra de esas apuestas que engrandecen y hacen atractivo al club catalán, generoso con oportunidades que otros niegan. Lo cierto es que ese carácter difícil se ha manifestado en algún momento de la temporada y el entrenador Jaume Ponsarnau reconoció que el ex de Gonzaga no tenía una gran relación con el resto del vestuario. Pero el jugador va mejorando en esos aspectos en busca de la solidaridad que no es negociable en un equipo como el Assignia Manresa. Porque talento le sobra: se perdió los ocho primeros partidos por una lesión y en los trece que ha jugado promedia 14,5 puntos, con muy buenos porcentajes, y 4,5 rebotes. Solo en dos encuentros ha bajado de diez puntos, lo que demuestra que Micah Downs, compulsivo masticador de chicle por imitación a Michael Jordan y seguidor de los Oklahoma City Thunder (antes radicados en Seattle, la capital del estado de Washington), es algo más que un blanco saltarín.