Síguenos en redes sociales:

Una derrota que duele menos

Txus Vidorreta cae en su regreso a Bilbao, pero recibe el sentido reconocimiento de su antigua afición

Una derrota que duele menos

Bilbao

Un nudo se posó en la garganta de Txus Vidorreta desde que llegó a primera hora de la tarde del sábado a Bilbao. Durante unas horas, tenía que sentirse extraño en su ciudad, en su barrio, en el pabellón que se ve desde la ventana de su casa en Miribilla. Hace once años, el técnico bilbaino, al frente del UB La Palma, visitó La Casilla para enfrentarse al Bilbao Basket, pero aquello, comparado con la trascendencia de un encuentro de la Liga Endesa, fue algo casi clandestino, alejado de los focos y las cámaras. Ayer todas las miradas se posaron en el entrenador que guió al Bilbao Basket durante ocho temporadas y media y que, como se comprobó ayer, dejó huella en la afición.

Estaba claro que tenía que ser un día especial después de una semana especial en la que tuvo tiempo de imaginarse como podía ser todo. Al contrario que en otros desplazamientos del Lucentum Alicante, Vidorreta pudo repartir las rutinas previas a cualquier partido de competición entre la atención a sus obligaciones con el equipo y la compañía de su familia. Pero ya se sabe que la obligación es antes que la devoción y lo que reclamaba al técnico bilbaino era el triunfo de su equipo.

Después de los primeros saludos a su llegada al Bilbao Arena, la emoción se encerró en las entrañas del pabellón, en ese vestuario visitante que, como hacía en el Bilbao Basket, Txus Vidorreta no abandonó hasta unos pocos minutos antes de empezar el choque. Su aparición fue aplaudida por los aficionados locales, aún no muy numerosos, que ocupaban las gradas. El técnico saludó al trío arbitral y cruzó la cancha para dirigirse al banquillo. De camino, se abrazó a Txipi, su eterno delegado, a sus antiguos ayudantes y a varios jugadores del Gescrap Bizkaia y antes de sentarse agradeció las aplausos de amigos que se sientan en las primeras filas de la grada. Después, contuvo la emoción de un momento largamente esperado, se concentró en su tarea, repasó notas en su pizarra y siguió el protocolo habitual de dar el cinco inicial y firmar el acta tras lo cual se fundió en otro abrazo con Fotis Katsikaris, el entrenador que recogió su herencia para llevarla al subcampeonato.

Faltaban cinco minutos para empezar el primer partido de la segunda vuelta y tocaba la presentación de los dos equipos. Al final de la del Lucentum Alicante, el speaker pronunció el nombre de Txus Vidorreta y, ahora sí, los 8.432 espectadores del Bilbao Arena prorrumpieron en una ovación breve, aunque intensa y sincera. "Agradezco este recibimiento. Querrían haberme aplaudido más, pero enseguida han apagado la luz. Se lo comentaré a Gorka Arrinda", comentó en la sala de prensa tras el partido con una mezcla de ironía y de orgullo bilbaino. Tiene que entenderlo porque el amigo era ya el enemigo y tocaba anunciar a los hombres de negro de la manera habitual para encender el pabellón y dar los primeros pasos hacia la victoria.

metido en el partido El Gescrap Bizkaia abrió amplias rentas desde muy pronto y Txus Vidorreta se desganitó, puso todas las trampas posibles a su rival, abroncó a sus jugadores y les dedicó gestos de ánimo, pero nada fue suficiente para evitar la derrota, una de esas que, pensadas fríamente, duelen menos. Tras felicitar a todos los integrantes del conjunto local, hubo que cumplir con los periodistas. "Después de una semana distinta, tenía muchas ganas de hacerlo bien, pero por desgracia no ha podido ser. Ellos ha sido superiores, pero creo que nosotros podíamos haberlo hecho mejor", explicó el técnico del Lucentum, que precisó que "nuestros dos peores partidos últimamente han sido contra el Barcelona y el Gescrap Bizkaia, dos equipos del Top-16". Según su punto de vista, sus jugadores estuvieron "blanditos" en muchos momentos. "Fischer ha sido determinante con su intimidación. Le hemos fintado hasta cuando estaba en el banquillo", bromeó.

Con sus últimas palabras en la sala de prensa, Txus Vidorreta dio por cerrado el día del regreso. Abandonando el pabellón, aún tuvo que saludar a una decenas de aficionados que le esperaron en el exterior del Bilbao Arena para brindarle los últimos aplausos. Y con una mochila a la espalda, una mueca de emoción y una sonrisa mitigada por la derrota, descendió por la calle Askatasuna hacia la intimidad de su domicilio para poder decir por un día que el entrenador no esta solo. Txus Vidorreta no lo estuvo ayer en Bilbao donde recogió lo que sembró durante casi nueve años. Volverá, porque el Lucentum tiene asegurada la permanencia, y ya todo será distinto. O no.