bilbao. Toca ponerse en pie para hablar de un club que es al pallacanestro lo que la Juventus al calcio. El Cantú es el club más querido de Italia y es que tiene mérito ganar dos veces la Copa de Europa -en 1982 y 1983- llevando la representación de una ciudad de Lombardía de menos de 40.000 habitantes. 28 años de travesía del desierto ha atravesado la camiseta que vistieron en su día Pierluigi Marzorati y Antonello Riva y el Bennet Cantú está de vuelta.

No podrán jugar en su pabellón, que ahora ya no reúne las condiciones exigidas. Lo harán en la vecina Desio, pero sus leales aficionados van a preparar un gran ambiente para arropar a un equipo más peligroso de lo que indica su palmarés reciente. Andrea Trinchieri, que suena como próximo seleccionador azzurro, ha armado un bloque sin estrellas, pero con una sólida defensa y un gran espíritu coral.

Los veteranos Denis Marconato y Gianluca Basile, que ha vuelto a Italia tras seis campañas en el Barcelona, serán bazas importantes en los duelos europeos ya que muchos de sus compañeros son inexpertos en estas lides, aunque su rendimiento puede sorprender. Es el caso de David Lichty o Andrea Cinciarini. A última hora, el Cantú ha fichado a Georgi Shermadini, pívot georgiano que llega cedido por el Panathinaikos para reforzar la pintura, quizás el punto débil del equipo lombardo.